Los investigadores del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía han detenido a un hombre por su presunta relación con el asesinato a tiros del dueño de un restaurante de Porto Cristo. El móvil del crimen es una supuesta disputa por motivos sentimentales y una infidelidad.

Durante prácticamente toda la mañana, los agentes encargados del caso interrogaron al arrestado Arnau M.N., de 50 años, -vecino y mecánico en Porto Cristo- en la Comisaría de la Policía Nacional de Manacor. Los investigadores buscaban un revólver utilizado en el crimen del pasado martes. Registraron el domicilio y el taller del sospechoso en su busca. El detenido es, además, un consumado aficionado al tiro olímpico.

La muerte de Ángel Abad, de 61 años, a tiros en su restaurante Gorli de Porto Cristo sobrecogió a vecinos y comerciantes de la localidad. El asesinato a sangre fría trastocó la apacible vida de la localidad costera del Llevant.

Al parecer, el presunto asesino y el fallecido mantenían una disputa sentimental por una supuesta infidelidad del fallecido con la pareja del arrestado. El supuesto autor material del crimen habría decidido zanjar estas diferencias descerrajando a Ángel Abad dos disparos a corta distancia. De hecho, debido a este enfrentamiento, el acusado ya había intentado agredir en otra ocasión a la víctima.

Ángel Abad no tuvo oportunidad de defenderse. Uno de los impactos de bala le alcanzó en un hombro y un segundo en el cuello. El dueño del restaurante Gorli cayó muerto prácticamente en el acto y su cuerpo quedó tendido detrás de la barra.

La empleada de la limpieza del establecimiento fue la persona que se encontró el cadáver. Antes del crimen, el dueño del restaurante Gorli saludó a algunos conocidos. Ángel Abad era una persona de costumbres. Sobre las siete de la mañana se dirigió al establecimiento con la intención de poner la terraza. No lo llegó a hacer. Solo pudo barrer la zona. Una vez que el establecimiento estaba completamente limpio, sobre las diez de la mañana, Ángel Abad abría las puertas al público.

El cuerpo de Ángel Abad no tenía señales de lucha. Todos los indicios apuntaban a que conocía a su asesino. Entre uno y otro no se produjo tampoco ningún forcejeo. Uno de los impactos de bala le abatió y el segundo acabó con su vida.

No hubo robo

Desde un primer momento, los investigadores del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía tenían claro que el robo no era el móvil del crimen. No faltaba ningún objeto de valor en el establecimiento. Ángel Abad tenía consigo la cartera y algo de dinero.

De hecho, el dueño del restaurante Gorli nunca dejaba dinero en la caja registradora. A la hora del crimen, poco después de las siete de la mañana, esta se encontraba vacía. Cuando Ángel Abad abría al público, sobre las diez de la mañana, solo traía el dinero suficiente para dar cambio a los clientes.

Los agentes encargados del caso barajaron la mañana del martes un amplio abanico de hipótesis para tratar de explicar el crimen. Los funcionarios se entrevistaron con numerosos comerciantes y vecinos de la zona para tratar de reconstruir con exactitud cómo se habían producido los hechos.

La tarde del martes, una testigo puso a los investigadores del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional sobre la pista buena. Esta mujer desveló a los funcionarios la enconada disputa sentimental que la víctima mantenía con el mecánico del núcleo costero. Los agentes agotaron esta línea de investigación y detuvieron al presunto asesino de Ángel Abad.