El que fue novio de la protagonista del vídeo con contenido sexual difundido por la localidad coruñesa de Ordes a partir del verano de 2004 cree que si no fuese por el apoyo familiar que ella recibió en su momento, "se hubiera suicidado".

La sección primera de la Audiencia Provincial de A Coruña acogió ayer la segunda sesión del juicio contra dieciocho acusados de haber difundido un vídeo de una joven masturbándose, para los que la Fiscalía pide penas de prisión de entre dos y ocho años y la acusación particular solicita entre tres y diez.

La protagonista de la grabación, que sufrió un daño psíquico global constatado del 35 por ciento y un daño en las relaciones con el grupo primario de un veinte por ciento, compareció ante el tribunal a puerta cerrada.

Su abogado, Miguel Ángel Fernández, ha relatado que "lo pasó muy mal" y que "fue un momento muy delicado para ella", pues ha tenido que "hablar de sus problemas personales" casi diez años después, aunque ahora "estará un poquito más tranquila".

En su declaración comentó que se enteró el 5 de agosto de 2005 de que esa grabación estaba siendo difundida, aunque "todavía hoy no entiende lo que pasó" y "sigue pasándolo mal, sigue teniendo problemas personales y problemas psicológicos", motivo por el que abandonó aquella localidad coruñesa a la que solo vuelve a ver a su familia.

Ahora que se ha reconocido el "derecho al olvido" busca que Google elimine ese vídeo, lo que "no es fácil" y probablemente en otros buscadores no se consiga.

El que entonces era novio de la joven, que continuó con su relación durante cinco años más, detalló que ella "estuvo fatal" y que si no fuese por el apoyo que recibió "se hubiera suicidado", aunque de lo ocurrido "ella no tuvo ninguna culpa".

"Me dijo mi novia en ese momento que el vídeo había salido de la tienda, porque llevó a arreglar una disquetera", explicó.

Añadió que le habían comentado que uno de los acusados lo vendía en la piscina al precio de cinco euros.

Otra testigo apuntó que en Ordes "no se hablaba de otra cosa, la señalaban por la calle", y tanto ella como su hermana cree que fueron "las últimas" en enterarse.

El joven que alertó de la situación a la afectada se ha ratificado en su declaración de entonces, cuando dijo que "se rumoreaba que el de la tienda de informática había restaurado el contenido de la papelera de reciclaje y había hecho veinticinco copias, una torre de discos" y también que "en la cafetería se había puesto el vídeo de una chica", aunque no sabe de quién.

El Ministerio Público pide para el principal acusado ocho años de cárcel, cuatro por cada uno de los dos delitos de descubrimiento y revelación de secretos, mientras que para todos los demás reclama dos años de cárcel y una multa de 3.000 euros, además de una indemnización a la víctima.