"Buenos días, es que mi esposa se ha suicidado". Antoni L.M., de 80 años, acusado junto con su hijo de 19 de asesinar a su mujer María Luisa Perún Casabona en el domicilio familiar en Palma, llamó a la Policía Nacional el pasado 28 de febrero de 2013 a las 11,25 horas y comunicó a la sala del 091 que la víctima se había suicidado. "No sé cómo ha sido, la he encontrado aquí muerta. Está dentro del recibidor. En el suelo, llena de sangre y eso, no sé qué ha hecho", indicó el sospechoso, para quien el fiscal pide 23 años de cárcel por asesinato y maltrato habitual, durante su conversación telefónica con un agente. El octogenario, tras avisar a la Jefatura de Policía, llamó a su abogado.

El imputado, que está en libertad, admitió a preguntas del fiscal en su última declaración judicial a finales de 2013 que no pidió ayuda médica esa mañana ni se acercó a su esposa porque tenía "el convencimiento" de que ya había fallecido. Según su versión, ese día se levantó de la cama sobre las once de la mañana y, tras pasar por la terraza, la cocina y el dormitorio de la víctima, finalmente la encontró en el recibidor en el suelo sobre un charco de sangre. El hombre destacó que no se aproximó a ella ni la tocó.

La fiscalía acusa al octogenario, un antiguo maestro, de permitir que su hijo, Antoni L.P., de 19 años, matara a su madre a golpes en la cabeza con una mancuerna de tres kilos y luego la estrangulara con un cable eléctrico en casa, sin auxiliarla en ningún momento. Además, supuestamente también consintió que el joven humillara y golpeara a su progenitora años atrás y él también la habría vejado y maltratado, según el ministerio público. Así, el fiscal Biel Rul·lan reclama 20 años de prisión para el muchacho como autor material del crimen.

El padre reiteró ante el juez que no ayudó a su hijo a matar a su esposa. Según alegó, si hubiera oído el más mínimo ruido esa mañana en el domicilio familiar, situado en la calle Rosselló i Caçador, en Palma, habría salido de su habitación. "Ahora me he quedado solo. A mi mujer la quería muchísimo", aseguró.

Dos psicólogas que examinaron al octogenario, a propuesta de su abogado defensor, indicaron que la relación del matrimonio era "poco común" y "peculiar". Él era muy estricto y austero con los gastos y asumía las funciones económicas, mientras que su esposa se ocupaba de la casa y su hijo. La víctima recogió las agresiones y vejaciones sufridas en un diario.

Las dos peritos justificaron el hecho de que el padre no se acercara a su mujer al verla sobre un charco de sangre al apuntar que su comportamiento era "lógico y explicable por el exagerado grado de autocontrol que tiene". Parece que sea frío y distante, su reacción fue llamar a la Policía y al abogado. "Tiene un autocontrol excesivo, se puede decir que es una persona rara", detallaron las psicólogas. "Es muy correcto y educado, aunque emocionalmente muy frío. Es posible que la relación con su esposa no fuera tan buena como él la describe", según las peritos.

El octogenario acusado, después de que la Policía se personara en su domicilio al alertar de que la mujer se había suicidado, cambió su versión y apuntó que habían entrado unos hombres a robar.

Por su parte, su hijo, que está en prisión provisional desde principios de 2013, padecía una depresión en esas fechas, según otro psicólogo aportado por la defensa. El experto destaca un estado de aislamiento en el joven que propició el abuso de alcohol y drogas, lo que mermaba sus capacidades volitivas. Sin embargo, el muchacho ante el forense negó que tomara sustancias ni alcohol. Ambos acusados están cuerdos.