Dos hombres encapuchados recorren las calles a bordo de una furgoneta blanca. Buscan una víctima a la que secuestrar para hacerle todo tipo de maldades. Escogida la presa, que suele ser una niña o una chica joven, se abalanzan sobre ella e intentan meterla a la fuerza en el vehículo. Pese a su escasa posibilidad de defensa frente a los delincuentes, la muchacha siempre logra zafarse y escapar. Una historia tan aterradora como falsa, que se extiende a toda velocidad generando una gran alarma social.

La de los secuestradores de la furgoneta blanca es una de las leyendas urbanas más antiguas y extendidas en toda España. El bulo ha atacado esta vez en Porto Cristo. El pasado viernes, una mujer acudió a la Policía Nacional para denunciar que su hija, de once años, había sufrido un intento de secuestro.

La pequeña había contado que ese día, al salir del colegio, dos hombres con el rostro cubierto con pasamontañas la habían abordado en la avenida de los Pinos de Porto Cristo. Los encapuchados trataron de engatusarla ofreciéndole caramelos y finalmente la intentaron meter en su vehículo: una furgoneta blanca.

La niña aseguraba que, pese a su corta edad, había logrado escapar y se dirigió a una tienda próxima, donde pidió ayuda. Los secuestradores se esfumaron enseguida y ya nadie logró verlos.

La Policía Nacional ha tratado con innumerables denuncias similares que acaban siendo falsas, pero las investiga todas. El relato de la pequeña trascendió, empezó a correr por las redes sociales y causó mucha inquietud en la localidad.

La Policía Nacional y la Unitat Territorial de Costes (UTC) activaron inmediatamente el protocolo para delitos graves o violentos. Los agentes incrementaron la vigilancia en los centros educativos, mientras la dirección del colegio al que acuda la menor intentaron tranquilizar a alumnos y padres, muy inquietos por la historia.

Los investigadores se entrevistaron directamente con la niña y detectaron que su relato estaba plagado de incoherencias. La insistencia de los policías acabó llevando a la menor a confesar que todo era una invención.

La menor explicó entonces que el día del falso secuestro había participado en su colegio en un taller sobre los miedos, en el que los alumnos contaban qué situaciones les atemorizaban y los profesores les daban pautas para enfrentarse a ellas. Uno de los chicos confesó durante esta actividad que uno de sus mayores temores era el de los secuestradores de la furgoneta blanca. La casualidad quiso que la niña, al salir del colegio, se cruzara con un vehículo de estas características. Y atemorizada por la historia que acababa de oírle a su compañero de clase, acabó inventándose que ella misma había sido víctima de los encapuchados. La menor, según explica la Policía, habría cometido un delito de simulación de delito que no se le puede imputar debido a su corta edad.

No es la primera vez que esta leyenda urbana causa estragos en Mallorca. A principios del pasado mes de febrero el bulo se extendió por el norte de la isla. En cuestión de días la historia recorrió Muro, Petra, sa Pobla y Pollença, con detalles cada vez más exagerados sobre un intento de secuestro de un niño de once años.

El hecho de que en aquella ocasión ni siquiera existiera una denuncia por el rapto frustrado no evitó que algunos de los que hicieron correr el bulo aseguraran incluso que conocían al menor que lo había sufrido. La psicosis en la zona fue tal que las policías locales de estos municipios y la Guardia Civil tuvieron que hacer un llamamiento a la calma y desmentir el rumor.

No se sabe muy bien cómo, este tipo de leyendas urbanas aparecen periódicamente a lo largo y ancho de toda España e incluso acaban colándose en algunos medios de comunicación. La historia es siempre la misma, cambiando solo el nombre de la población en cuestión. Los programas de mensajería instantánea, las redes sociales y el interés en alertar a los demás de este tipo de situaciones hace que en cuestión de horas cientos de personas reciban el bulo y sigan extendiéndolo.