La Audiencia de Palma inició ayer el juicio contra una banda de supuestos narcotraficantes que utilizaba a un menor para distribuir y transportar la droga en Andratx a principios de 2010. Los primeros acusados que tenían que declarar ante la sala se acogieron a su derecho a guardar silencio y se negaron a contestar a las preguntas del fiscal antidroga de Balears, Julio Cano. El grupo estaba formado por siete sospechosos, todos ellos españoles y marroquíes, y se enfrenta a una petición de condena total de 42 años de prisión por delitos contra la salud pública.

Dos de los principales imputados se encuentran en situación de rebeldía, fugados de la justicia. Ayer cinco personas, cuatro hombres y una mujer, se sentaron en el banquillo por su presunta relación con el tráfico de cocaína y hachís en Andratx en la primavera y verano de 2010. El cabecilla de la banda, un joven marroquí de 28 años, se negó a declarar ante el tribunal de la sección primera. El ministerio público reclama para él una pena de ocho años de cárcel al considerar que utilizaba a su primo, un muchacho de 17 años, para que hiciera entrega de los estupefacientes a los clientes o bien transportara la droga hasta el lugar en el que él se encontraba.

Según la fiscalía, el principal encausado, junto con otros dos familiares marroquíes, se aprovechaban de que el menor residía en el domicilio de uno de ellos en Andratx, ya que eran parientes, y de que levantaba menos sospechas entre los agentes debido a su edad. Así, supuestamente se prevalían de su situación de indefensión al ser menor, no vivir con sus padres y debido a la natural dependencia que tenía respecto de los acusados.

El presunto líder del grupo escuchó ayer durante el juicio las conversaciones telefónicas intervenidas por la Guardia Civil en las que hablaba de "pintura blanca", "pintura negra", "bellotas", "vino" y "tabaco" para referirse a las sustancias con las que presuntamente traficaban.

Otro acusado, español de 66 años, también fue interrogado mientras se llevaba a cabo la audición de los pinchazos. "No reconozco la voz", indicó, si bien en las posteriores cintas quedó patente quién era ya que incluso detallaba su nombre y apellido. El hombre guardó silencio y solo contestó a un par de preguntas. "La Guardia Civil me rompió las puertas de casa. Lo que intervinieron allí era para mi consumo y la bellota que me cogieron era para mi consumo", manifestó en referencia al cannabis incautado. El imputado también se desmarcó de los hechos y del resto de sus compañeros: "A estos señores los conozco del pueblo. Nunca les he comprado nada".