La aparición de un cadáver en plena playa de Son Bauló trastocó por completo la apacible vida de los residentes en la zona. El apacible paisaje paradisíaco se vio convulsionado por el macabro hallazgo de una mujer asesinada tendida en la arena.

"¡Qué horror que haya tenido que pasar esto aquí!", exclamó la propietaria de un bar situado frente a la escena del crimen. El cordón de la Guardia Civil, que delimitaba el punto que no se podía traspasar, se encontraba situado a escasos metros de la puerta del establecimiento.

"Pensaba en un principio que era una persona que había estado trabajando para mí, pero luego lo he descartado. No es ella", señaló rotundo el dueño del local.

La soleada mañana había contribuido a que muchas personas quisieran acercarse a la playa. Varias decenas se aproximaron a Son Bauló cuando, de repente, se encontraron con que el cordón desplegado por los agentes del Instituto Armado les impedía acercarse.

"¿Qué ha ocurrido?", preguntaron a los periodistas unos ciclistas alemanes que se acercaron a Son Bauló. Al explicarles que había aparecido en la playa el cadáver de una mujer posiblemente asesinada, los turistas no pudieron reprimir sus gestos de horror.

Los agentes del Laboratorio Criminalístico, embutidos en sus llamativos monos blancos y con las manos protegidas con guantes de látex, entraban y salían de la zona donde había aparecido la víctima. En apenas unos minutos, la noticia del crimen se había extendido con suma rapidez por todos los rincones de la playa de Son Bauló. Algunos turistas se sentaron en una terraza situada privilegiadamente y contemplaron desde allí cómo la Guardia Civil realizaba la investigación del crimen.

"Mucha gente viene habitualmente hasta aquí, a la playa, a pasear. Continúa andando y mira los restos arqueológicos, que están detrás", precisó un cliente del local.