­Nada hacía presagiar en el comportamiento de David C.C., de 49 años, que decidiera acabar con su familia. Su gran corpulencia, albergada en sus dos metros de estatura, la acompañaba con una actitud aparentemente pacífica. Nunca había protagonizado ningún episodio de malos tratos y parecía "bonachón", según algunos vecinos del inmueble

Su carácter se empezó a agriar en los últimos meses. Desde que su esposa le anunció su intención de separarse. "Estaba muy frío. Se comportaba de una manera muy seca", explicaron algunos vecinos del inmueble.

Con algunos de estos vecinos, el presunto homicida solía bajar a un bar cercano siempre que jugaba el Barça. De hecho, le solía acompañar su hijo pequeño vestido siempre con una camiseta del club blaugrana. Pero antes de Navidades se volvió más taciturno y reservado.

El plan para matar a sus hijos supuestamente lo pretendía culminar con el asesinato de su esposa. La mujer se percató de que su marido pretendía envenenar a sus vástagos, huyó con ellos y se refugió en casa de un vecino. "¡Mi marido se ha vuelto loco!", clamó.

El vapor de cloro -provocado de la mezcla de lejía y salfumán- había creado una atmósfera irrespirable. De hecho el fuerte olor era perceptible incluso horas después de los hechos.

"Cuando abrí la puerta no se podía respirar", indicó un vecino de la finca. Después de que le pidieran auxilio, acogió en su casa a la mujer y a sus dos hijos hasta que llegó la Policía.