El corpulento Paulo César Martin Baptista cuenta con un amplio historial delictivo. Estuvo vinculado, como brazo ejecutor, a la conocida mafia Da noite de Lisboa, un grupo criminal que se dedicaba a controlar las actividades nocturnas de la ciudad. El grupo, liderado por un expolicía, actuaba en locales de ocio y controlaba una red de prostitución. Obligaba a los empresarios a contratar sus servicios de seguridad y a las chicas que trabajaban para ellos como prostitutas. El exjefe de seguridad de este hotel de Eivissa, juzgado desde ayer por homicidio, es un experto en artes marciales, aunque él ayer lo negara. Fue condenado a siete años de cárcel por extorsión. En Portugal nunca llegó a ingresar en prisión. Ni siquiera fue a recoger la sentencia. Huyó antes. Primero estuvo en Francia y después recaló en Eivissa, donde utilizó el nombre falso de José Pereira. El acusado se declaró ayer como un fanático deportista, pero no como un experto luchador. Sin embargo, hay constancia de que llegó a pelear en combates clandestinos que se celebran en jaulas donde no hay reglas establecidas y en las que gana el más fuerte de los contrincantes. En estos momentos acumula condenas que suman nueve años de cárcel.

La fiscalía sostiene que debido a los conocimientos que tenía en las artes marciales que practicaba, el acusado debió calcular que el golpe en la cabeza a su compañero iba a tener graves consecuencias.

El juicio continuará hoy con la declaración de los testigos. La familia de la víctima ha contratado a un catedrático de derecho de Barcelona para que ejerza la acusación. La magistrada Mónica de la Serna mantuvo ayer una discusión verbal con este abogado por extralimitarse en las cuestiones que estaba planteando al jurado. Además de la grabación, la acusación dispone de varios testigos que presenciaron la agresión.