La proliferación de plantaciones particulares de marihuana no es ningún secreto. Parece que una de las consecuencias directas de la crisis económica ha sido que muchos consumidores han descubierto una repentina afición por la jardinería. El intenso olor del cannabis invade balcones, terrazas, patios y hasta el huerto del abuelo. Pero hasta ahora, pocos se habían justificado como un personaje que fue detenido la pasada semana en Palma. Todo comenzó en el polígono de Can Valero. Varias patrullas de la Policía Local realizaban un control de vehículos y dan el alto a un Volkswagen Golf. El conductor, en lugar de parar, da un brusco acelerón que obliga a los agentes a apartarse para no ser atropellados. De inmediato varios coches patrulla salen en su persecución y le localizan poco después. Se había detenido en un aparcamiento y manipulaba algo en el maletero del coche. Los agentes le apartan y examinan su contenido. Se trababa de varias bolsas con cogollos de marihuana, cada una con su nombre, al parecer para identificar su variedad: Caramelo, Moby Dick, Mandarina, Poisson...

Cuando los agentes le preguntan por qué lleva todo eso en el coche, el hombre responde con aplomo: "Es que soy florista". Ah, claro. Eso lo explica todo, venga con nosotros, que le haremos un encargo. Quedó detenido por un delito de atentado, por el intento de atropello, y otro contra la salud pública.

Un caso parecido reveló la Guardia Civil de Palmanova unos días antes. Tras una investigación los agentes descubrieron que en el sótano de una floristería de Son Ferrer había una plantación a gran escala de marihuana. Los responsables habían aprovechado un antiguo aljibe para instalar un invernadero con focos y un sistema de ventilación. De manera que los dueños complementaban los ingresos de la venta de orquídeas con la de cogollos. Ignoramos si el detenido en Can Valero funcionaba como una especie de repartidor a domicilio, algo así como Intermarihuana.

Juntos y revueltos

La reciente celebración de la fiesta de la Guardia Civil en el patio de armas de la Almudaina se desarrolló como una máquina bien engrasada. Pero aun así fue posible apreciar algunas innovaciones. Los principales mandos de la Policía Nacional, Policía Local y Guardia Civil ocupaban un espacio a la derecha de los oradores, y habían sido dispuestos de una forma rigurosamente intercalada: un policía, un guardia, un policía, un guardia. Todos mezclados en armonía. Llamó también la atención el ímpetu con el que algunos altos oficiales de la Policía Nacional acometieron el himno de la Guardia Civil, de principio a fin. Que entonaran ya es otra cosa.

Infierno en los juzgados

Los juzgados de Vía Alemania parecen haber sido diseñados por el enemigo. Los funcionarios se han encontrado estos días de intenso calor con que no podían conectar el aire acondicionado. El sistema informático que controla la climatización de todo el edificio se programa de forma externa, y en estas fechas ya estaba previsto que funcionara como calefacción. Pero han descubierto que la maquinaria necesita estar un mes parada para pasar de aire caliente a frío. Así que a sudar.