Balears había olvidado ya los incendios descomunales. Aquellos que, sobre todo en la década de los 90, ardían durante días sin control, arrasando cientos de hectáreas y causando graves catástrofes naturales. Lejos quedaban los bosques convertidos en paisajes lunares y las cifras de superficie quemada habían caído en picado en los últimos diez años. Pero la década prodigiosa se acabó. Los incendios de Benirràs, en 2010, y Morna, en 2011, el fin de la tregua.

Hay que remontarse hasta 1992 para encontrar cifras similares a las del incendio que devoró el norte de Eivissa. El fuego comenzó a arrasar el 31 de agosto de aquel año la zona de Betlem, en Artà. Las llamas avanzaron sin control durante días devorando a su paso 1.960 hectáreas de pinar. Es, hasta la fecha, el peor incendio registrado jamás en Balears desde que se recopilan estadísticas.

Aquel fue el inicio de un trienio negro para los bosques mallorquines, porque los dos veranos siguientes fueron también catastróficos. En julio de 1993 ardieron 492 hectáreas en la sierra de Na Burguesa, en Calvià y en 1994 se produjo una de las peores tragedias medioambientales que se recuerdan en Mallorca: el incendio de La Trapa, en Andratx. Las llamas se extendieron en dos frentes por Estellencs, s´Arracó y el Port, y azuzadas por el viento abrasaron 1.300 hectáreas. Eran cifras que no se registraban desde 1977, cuando un solo fuego redujo a cenizas 1.200 hectáreas de arbolado en Mallorca.

En los últimos años el fuego había dado una tregua a Balears, con un acusado descenso de las estadísticas de superficie forestal quemada. Entre 2001 y 2009 apenas ardieron 1.500 hectáreas, con una media de 170 anuales.

Pero en el verano de 2010 llegó Benirràs y todo se fue al traste. Tras varios días campando a sus anchas, el fuego se comió 344 hectáreas y aquel incendio se convirtió en uno de los perores de la historia de Eivissa, por detrás del de Santa Eulàlia en 1983, con 480 hectáreas quemadas, y el de Sant Josep en 1994, con 350.

Benirràs supuso un punto de inflexión y dilapidó la tendencia a la baja de la última década. El incendio declarado el pasado miércoles en la serra de Morna, también en Eivissa, confirma el cambio de rumbo. Las estimaciones hablan ya de 1.230 hectáreas carbonizadas. Sería, pues, el segundo fuego más devastador que ha sufrido el archipiélago.

¿Qué ha pasado para que el fuego haya recuperado terreno? El Govern sostiene que no se ha bajado la guardia y que los medios siguen siendo los mismos. El Ibanat activó el 1 de mayo, como todos los años, el operativo para hacer frente a la temporada de máximo riesgo. Aunque se examinan a diario los datos de temperatura y humedad para determinar el nivel de riesgo, fuentes de la conselleria reconocen que es inusual que se declaren incendios de esta magnitud antes del verano, por lo que la incorporación de medios al dispositivo es progresiva. Además, apuntan que tanto Benirràs como Morna comenzaron por imprudencias de particulares y señalan que no se puede tener control sobre todas las conductas negligentes que ocurren en los bosques.