Javier Abella es Inspector de Policía, jefe del Servicio de Atención a la Familia (SAF). El SAF es el grupo especial de la Policía que atiende casos de violencia doméstica y sexual, pero también se encarga de los delitos cometidos por menores. Su jefe destaca la actividad de bandas que se aprovechan de que son inimputables al ser menores de 14 años.

-¿A cuántos menores arrestó su grupo el año pasado?

-Fueron aproximadamente 120 menores de entre 14 y 18 años, pero además tuvimos hechos delictivos cometidos por chicos de menos de 14 años, que son inimputables. En esos casos no procede la detención, porque la ley del menor así lo determina, lo que no impide que se haga una investigación, se hagan diligencias y todo se remita a fiscalía, con la identidad del presunto autor. Contra esa persona no se ejerce ningún tipo de medida penal, aunque sí civil, que deberá ser asumida por sus padres. Pero al menos la fiscalía tiene conocimiento de los hechos.

-¿Que delitos suelen cometer estos chicos?

-Son casi todos delitos contra la propiedad, sobre todo hurtos. También robos con fuerza, en menos medida, y robos con violencia, ya en pocos casos.

-¿Actúan de forma organizada?

-Sí. Tenemos un grupo identificado por este tipo de hechos, y hemos comprobado que actúa de forma organizada. Son cuatro o cinco personas, con uno que lleva la voz cantante, y el resto saben perfectamente lo que tienen que hacer. Saben quién tiene que despistar al conserje del hotel, o quién tiene que despistar al dependiente de la joyería, quién tiene que llevar a cabo el hurto... Están organizados.

-¿Ellos son conscientes de que son inimputables?

-Saben perfectamente que pueden robar lo que sea y no les va a pasar absolutamente nada. No les importa que les puedan identificar porque saben que no tienen ningún tipo de responsabilidad. A esta gente se les va avisando de que un día cumplirán catorce años, y luego dieciocho, y las consecuencias serán mucho peores.

-Y por su experiencia profesional, ¿cree que estos chicos cambian al hacerse mayores?

-Mi opinión personal es que esta gente que empieza hoy con pequeños hurtos, mañana va a utilizar la fuerza y pasado mañana va a utilizar la violencia, y va a utilizar cualquier medio a su alcance. Ya tenemos constancia de que en algunas ocasiones ya utilizan la fuerza y la violencia. Hemos identificado una banda que se dedicaba a robar a viandantes, sobre todo turistas, todos los objetos de oro que portaban, como pulseras, cadenas o pendientes. Y utilizaban alicates para arrancárselos del cuello y de las manos. Es decir, ya pasaban a un escalón más violento.

-¿Y piensa que van siempre a más?

-Tenga en cuenta que son chicos que crecen en un entorno delincuencial, en familias desestructuradas. No tienen una figura paterna o materna de control y de guía. Están en centros de menores, de los que se fugan continuamente. El futuro que tienen está abocado a la delincuencia. No conocen otra forma de sustento, no tienen conocimientos ni presión por parte de la familia. Muchas veces llamas a la madre o al padre para decirles que hemos detenido al chico y no se inmutan, lo ven como algo normal.

-Resulta políticamente incorrecto, pero usted ve día tras día a chicos que no se rehabilitan.

-Por desgracia, así es. Aquí van pasando los años y te encuentras que el delincuente que has tenido con quince, hoy está delinquiendo con diecinueve.

-¿No hay una manera de romper esta dinámica?

-Yo no la veo. De entrada por el entorno social en el que crecen. No tienen posibilidades, ni estudios ni medios. No tienen una figura protectora que les encauce, que les haga ver lo que está mal. Tenga en cuenta además que esta gente saca mucho dinero diario de la delincuencia. Y yo estoy convencido de que va dirigido al sustento familiar.

-¿Se lo entregan a sus familias?

-No entiendo si no qué hace un niño de catorce años con los palos que esta metiendo y el dinero que está ganando. No tienen cuentas bancarias ni tienen gastos exagerados, no llevan ropa de marca ni relojes caros. Todo el dinero que consiguen en algún sitio tiene que estar. Creo que es dinero que va al sustento familiar.

-¿Y cree que hay familias que les incitan a cometer estos delitos, conocedores de la inimputabilidad de los menores?

-Esto es una opinión personal, que no puedo demostrar. Yo creo que sí, porque no tiene sentido que un chico esté robando continuamente si no tiene dónde meter todo el dinero que consigue.

-¿Y ellos son conscientes del futuro que les espera?

-No. Cuando están aquí muchas veces se jactan de lo malos que son. Algunos, aunque no pueden ser detenidos, los hemos traído aquí más de treinta veces. En estas franjas de edad, menores de catorce años, nuestra función es de protección, pero no hay manera. En teoría están ingresados en centros de protección, pero en la práctica no están nunca porque se fugan constantemente. La Policía les lleva con el coche y ves que se marchan antes que tú. Se escapan andando, de noche, descalzos o sin ropa. A veces van a comer y cuando comen se largan, o si hace frío van a dormir. O sea, hacen su vida, y después si les apetece van al centro.

-¿Y los chicos más jóvenes que tienen identificados por estos hechos, qué edades tienen?

-Aquí conocemos un caso que ahora tiene trece años, pero que lleva delinquiendo desde los diez.

-¿Y ha cometido delitos violentos?

-Bueno, ha pegado algún tirón de bolso, pero se dedican sobre todo a hurtos. Incluso han entrado en sucursales bancarias. Se llevaron el dinero y en la oficina no llegaron a enterarse hasta que hicieron el recuento. Y, como le decía, actúan de forma coordinada. Unos entretienen a los empleados, otro comete el hurto, y hay un cabeza pensante que les dirige.

-¿Y este líder qué edad tiene?

-Es el que le decía, el menor de todos. Ahora tiene trece años, y me sé la fecha en que cumple los catorce.

-¿Han detectado casos de malos tratos por parte de menores?

-¿Que maltratan a los padres o a las familias? Los hay, pero muy pocos. Suelen ser menores pero ya en una edad avanzada, en el tramo entre los dieciséis y los dieciocho, y ya son corpulentos. Es gente problemática, que se enfrentan al control paterno. Y las familias apuran hasta el final antes de venir a denunciar. Cuando vienen es porque no aguantan más. A veces no hay agresiones, pero sí comportamiento violento, con amenazas o destrozos del mobiliario.

-Y este fenómeno ya no se limita solo a familias desestructuradas o marginales.

-Afecta a gente normal, con un trabajo normal, que el hijo les sale un poco descarriado, y esto tiene mucho que ver con las compañías que frecuenta. Hay familias muy bien posicionadas que se sorprenden el día que les tengo que llamar porque tenemos al chico aquí detenido. A veces en edades mayores, de quince o dieciséis, empieza a haber también consumo de drogas. Y esto se convierte en un círculo vicioso. Necesitan dinero para marihuana, en casa no se lo quieren dar, esto conlleva tensión, fracaso escolar... En esas edades es importante que los padres prestemos más atención, a ver con quién va.

-Y ahora, con Internet, ya no puedes controlar con quien contacta.

-Sí puedes. No es normal, le hablo como padre, que un niño de catorce años tenga un ordenador en su habitación. El ordenador tiene que estar en una zona común. Porque todos sabemos lo que puede encontrar en Internet, la gente que está entrando con perfiles falsos. Y no puedes dejar a un menor solo expuesto a esto.

-¿Y tienen casos de violencia de género entre parejas de menores o de agresiones sexuales?

-Sí, pero pocos. Hay muchos más casos de delitos sexuales en los que los menores son las víctimas.