Jaume Esteva fue uno de los primeros vigilantes del tren en interponer una denuncia tras sufrir una agresión. Algo que no ocurre con demasiada frecuencia. "Hay muchas agresiones que sufren los vigilantes que no se denuncian", subraya este exguarda.

Tras ser golpeado y atreverse a denunciar, un total de 26 personas entre maquinistas e interventores de Serveis Ferroviaris de Mallorca (SFM), estamparon su firma de respaldo a Esteva. Las imágenes de la grabación de la agresión fueron determinantes para que la jueza condenara a los jóvenes que le golpearon.

Los vigilantes de los ferrocarriles se enfrentan cotidianamente a múltiples conflictos. Entrar sin pagar se ha convertido en algo habitual en el tren. Un agujero por el que se esfuman miles de euros y nadie ha encontrado la receta para evitarlo. "Muchas veces te ponen a prueba. Te dicen que han entrado sin pagar y esperan a ver cómo reaccionas", explica Esteva.

Algunos viajeros que entran sin pagar no dudan en amenazar al vigilante de seguridad con la intención de amedrentarlo. Los tornos se han convertido en un coladero. "Los que han sido condenados por agredirme no era la primera vez que protagonizaban incidentes. Tiraban del freno del tren, proferían amenazas, intentaban quitarle el dinero al interventor", abunda.

Una de las últimas amenazas con las que se enfrentan los vigilantes de seguridad son las bandas de grafiteros. Muchos guardas han sufrido sus ataques y, en muchos casos, se encuentran indefensos ante la violencia que emplean contra ellos.

Hace unas semanas un grupo de grafiteros arremetió con brutalidad contra un vigilante de seguridad que les recriminó por pintar las paredes. "Si tocas a uno, los demás te tiran piedras. Eso le pasó a un compañero en Jacinto Verdaguer. Cogió a uno de un grupo y los demás se tiraron sobre él y le pegaron en la cabeza", relata Esteva.

Humillación

En otra ocasión, el comportamiento de los agresores fue mucho más humillante para el vigilante. "Cuando cogió a un grafitero, el resto se le echó encima. Le desnudaron y le pintaron el cuerpo con los sprays", resalta Esteva.

Algunos pequeños traficantes también recurren a los vagones para hacer un pase de droga. "Tienes que estar atento y avisar a la Policía", indica.

Los fines de semana, momento en el que el trasiego de pasajeros es mucho más elevado, también aumenta mucho más la conflictividad en los trenes. El número de viajeros borrachos es muy alto. También se convierte en un momento mucho más peligroso para el vigilante. "El viajero no te hace caso y es más complicado. En muchos casos hay que tener mucha mano izquierda para la situación no se complique.

Los vigilantes tienen que terciar para evitar las molestias al resto de los viajeros. "Estos pasajeros borrachos ponen la música muy alta o llenan el vagón de vómitos. Otros se orinan dentro", indica Esteva.

Una práctica muy arriesgada de algunos viajeros en los trenes consiste en transportar mercancías peligrosas en los vagones. Muchos no son conscientes del peligro que representa para el resto del pasaje.

"Algunos pasajeros que se han quedado sin combustible en el coche, se suben con una garrafa de cinco litros de gasolina. No se dan cuenta de que están poniendo en grave peligro al resto de viajeros", indica Jaume Esteva.