En su discurso durante la presentación del nuevo jefe superior de Policía el delegado del Gobierno, José María Rodríguez, no desaprovechó la ocasión para recordar que Balears ostenta la tasa de criminalidad más elevada de España. Manifestó su deseo de que el recién llegado contribuyera a reducirla y confesó que siempre había sentido "envidia de Canarias", que pese a contar también con una gran afluencia de turistas, ostenta un índice de delincuencia menor. De las declaraciones de Rodríguez se podría pensar que vivimos en una especie de Gotham City, la comunidad más peligrosa de España, un lugar siniestro donde los criminales son los dueños de las calles. De no ser por un pequeño detalle: los índices de delincuencia son una pamema sin fundamento. Son una mentira que no sirve de nada, salvo para que los políticos de turno la utilicen a su conveniencia. Es algo que Rodríguez debería saber, sobre todo tras su paso por la conselleria de Interior, pero por si no es así, desde aquí se lo explicamos.

Estas tasas de delincuencia se refieren al número de "infracciones penales" que se denuncian anualmente en cada comunidad autónoma. Estas "infracciones" abarcan desde un asesinato a un hurto. O sea, que a efectos estadísticos es igual matar a alguien con una motosierra que sustraer un móvil en la playa. Huelga decir que aquí cada verano se sustraen muchos móviles y se estafa a muchos incautos que juegan al trile. Es lo que tiene ser una comunidad turística, que recibe cada año unos doce millones de visitantes, muchos de los cuales son víctimas propiciatorias de estos delitos menores. Pero, y ahí viene lo bueno, las estadísticas se elaboran en función de la población oficial. De manera que cogen la cifra de denuncias presentadas por un total de unos doce millones de personas, y la dividen entre el millón de personas que están censadas en Balears. Y así nos sale la tasa que nos sale, que da miedo.

¿Y qué pasa con Canarias? Pues exactamente lo mismo. Cogen el número de infracciones cometidas sobre el total, incluyendo residentes y turistas –probablemente una cifra muy similar a la de Balears– y lo calculan en función de la población censada. Con la salvedad de que allí residen más de dos millones de personas. Así que no es extraño que tengan una tasa muy inferior a Balears.

Así que desde aquí le avisamos al señor Rodríguez. No espere que la tasa de delincuencia descienda espectacularmente en Balears. Llevamos veinte años a la cabeza de España y ahí seguiremos, a no ser que se cambien totalmente los criterios para elaborar estas estadísticas y acercarlas un poquito a la realidad –algo harto improbable teniendo en cuenta cómo funciona la Administración–, o que nos quedemos sin turistas de un día para otro –una posibilidad poco deseable tal y como está el panorama–. ¿Y qué hacemos entonces? Pues darle a estos índices el valor que tienen, o sea, muy poquito. Y no alarmarnos innecesariamente. Basta con salir a la calle para ver que no vivimos en la comunidad más insegura de España.

A Campaner le avisaron

La semana pasada nos hacíamos eco de un rumor, y como tal lo contábamos, sobre que el anterior jefe superior de Policía, Bartomeu Campaner, no había sido informado de su cese hasta que recibió la llamada de su sucesor preguntándole por los detalles del relevo. Campaner se apresuró a desmentirnos, y aseguró que había recibido una llamada telefónica desde la Dirección General de la Policía anunciándole su cese. Aclarado pues.

¿Esto es eficiencia?

Mientras tanto, el ya ex jefe superior de Balears permanece pendiente de destino, ya que por ahora todas las plazas de comisario en las islas están cubiertas. Y dejar sin aprovechar la capacidad de un funcionario del máximo nivel no casa muy bien con los mensajes de austeridad y eficiencia que trufaron todos los discursos durante la toma de posesión del nuevo jefe.

Intercambio de números

El salón de actos de la Jefatura se quedó pequeño para acoger a tantos miembros destacados de las Fuerzas de Seguridad, las Fuerzas Armadas y la judicatura. La concentración de altos mandos policiales ofreció estampas como la del jefe de la Policía Judicial, Antoni Cerdà, intercambiando el número de teléfono con el jefe de la Policía Local de Palma, Antoni Vera. Mejor muestra de coordinación, imposible. Que tiemblen los delincuentes.

Bienvenidos a la Comandancia, solo que era la Jefatura

"Bienvenidos a la Comandancia", comenzó el delegado del Gobierno su discurso en la toma de posesión del nuevo jefe de Policía. El gazapo de Rodríguez fue especialmente sensible por el auditorio que le escuchaba, formado mayoritariamente por comisarios de Policía. Y se lo podría haber ahorrado de haberse fijado un poco en el enorme cartel que tenía a sus espaldas, que no dejaba dudas sobre el lugar donde se encontraba.