Las primeras denuncias penales contra Costa Cruceros, la compañía propietaria del Costa Concordia, el megacrucero que naufragó el viernes por la noche en la costa italiana con más de 4.200 personas a bordo, no se han hecho esperar. El domingo por la tarde, nada más aterrizar en el aeropuerto de Palma, tres de los pasajeros mallorquines presentaron una denuncia en las dependencias de la Guardia Civil.

Durante las últimas horas se han interpuesto varias más ante la Policía Nacional y entre ellos han acordado denunciar masivamente. Los viajeros acusan a la compañía de un rosario de actuaciones negligentes que convirtieron el desalojo en un caos, y añaden que tras ser rescatados quedaron abandonados a su suerte en la isla de Giglio.

"No se hizo el preceptivo simulacro de evacuación", explica Justo Valadés, un guardia civil que hacía el crucero junto a cinco familiares, entre ellos una niña de dos años, "pero sí que nos hicieron entregar la tarjeta justificante del simulacro".

Valadés recordaba indignado que el representante de la compañía para los pasajeros de habla hispana, llamado Jairo, incluso bromeaba al respecto. "Nos dijo que habíamos tenido suerte por no tener que hacerlo, que nunca pasaba nada, y que solo tendríamos que correr cuando oyéramos los siete pitidos cortos y uno largo, la alarma para abandonar el buque".

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