Varios técnicos de Aviación Civil, desplazados expresamente desde Madrid, examinaron ayer por la mañana los restos del helicóptero que el viernes se estrelló en una zona boscosa de es Coll de sa Gramola, en el término municipal de Andratx, accidente en el que murieron dos ciudadanos británicos de 53 años. Comienza así lo que previsiblemente será una investigación exhaustiva para determinar las causas que motivaron el siniestro y que, según los primeros indicios, se deberían a un fallo mecánico.

Los testigos que presenciaron las últimas maniobras del vuelo explicaron que volaba muy bajo y que parecía que intentaba aterrizar de emergencia, aunque no encontraba el un lugar adecuado, como si el piloto fuera consciente del fallo, y que justo antes de estrellarse el aparato empezó a girar muy rápidamente sobre sí mismo.

El accidente dará pie a dos investigaciones separadas. Por un lado la Guardia Civil se encargará de los aspectos estrictamente policiales. Sus agentes tienen que confirmar la identidad de las dos víctimas. Inicialmente han sido identificados como Mark B.M., piloto y propietario del helicóptero, y Alistair L.E., acompañante, los dos británicos de 53 años, aunque el primero residía en Calvià. Sin embargo, el estado en el que quedaron los cadáveres, totalmente carbonizados, obligará a recurrir a pruebas científicas –presumiblemente el cotejo de su ADN– para determinar con seguridad su identidad.

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