En el despacho de Antoni Cerdà, jefe de la Policía Judicial de Palma, hay una foto que destaca sobre una estantería. En ella, una joven de veintitantos sonríe a la cámara. Es Ana Eva Guasch Melis. Esta semana se cumplen diez años de su desaparición, el 21 de octubre de 2001, en un caso que se ha convertido en una de las peores espinas clavadas para la Policía. Los investigadores están convencidos de que se trató de una desaparición forzada, probablemente un homicidio, y que el responsable fue un argentino que residía en Palma, con el que Ana Eva tuvo una relación. Le llegaron a detener cuatro veces, pero nunca pudieron encontrar evidencias firmes contra él, por lo que en cada ocasión quedó libre. Hace meses regresó a Argentina, aunque hay constancia de que ha vuelto a Mallorca alguna vez. La investigación está en vía muerta, aunque un responsable policial mantiene que "un caso así, nunca se cierra. El día que aparezca un nuevo indicio nos encontrará preparados". Por eso Cerdà mantiene la foto de Ana Eva en la estantería. Para recordarla cada día.

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