El hombre que el jueves por la noche tiroteó en una iglesia de Madrid a dos mujeres, una de las cuales, embarazada, falleció, era un indigente con múltiples antecedentes, que estuvo merodeando en torno al templo todo el día y que llevaba encima una nota de despedida, cuyo contenido no había trascendido.

Según informaron fuentes de la la Jefatura Superior de Policía de Madrid, el agresor fue identificado como Iván Berral Cid, de 34 años, que vivía desde hace meses en la calle. El agresor, con antecedentes por malos tratos en el ámbito familiar, narcotráfico, resistencia y atentado a la autoridad, lesiones y amenazas, no tenía ningún vínculo ni con la víctima mortal, Rocío P.O., de 36 años, ni con la mujer herida.

Actuó con un arma corta de fogueo manipulada para que pudiera hacer fuego real, que finalmente acabó estallando tras realizar cuatro disparos.

Un testigo de lo ocurrido en esta parroquia del distrito de Ciudad Lineal relató que el hombre llevaba todo el día merodeando por la zona y escondía la pistola en una funda de raqueta de pádel.

Este testigo aseguró que el asesino fue "directamente" hacia su víctima, que estaba sentada delante de él esperando que comenzara la misa de ocho.

"Se arrodilló y disparó"

Después de disparar a la mujer embarazada, a otra, a la que hirió en el pecho, y al techo, se detuvo "cuatro o cinco metros antes del altar, se arrodilló y, de espaldas al altar y mirando a la calle y a la persona a la que había matado se metió la pistola en la boca y disparó", relató este testigo.

Como él, el cura de la parroquia, Francisco Santos, contó que el agresor había estado merodeando en torno a la iglesia y que parecía "ansioso, no alterado", y mantenía un comportamiento "correcto, no agresivo".

Ninguno de ellos le había visto nunca por el barrio, mientras que la víctima mortal y su madre, que estaba sentaba junto a ella, sí eran conocidas.

La mujer fallecida, natural de la localidad pontevedresa de Fornellos de Monte, era empleada de banca en la sucursal de Caixa Galicia de la calle de Santa María de la Cabeza 44, cuyos empleados no quisieron hacer declaraciones sobre su compañera alegando que tenían instrucciones de la empresa en este sentido.

Este trágico suceso tiene por ahora un lado positivo, que algunos medios de comunicación no han dudado en calificar como "milagro", gracias a la actuación de la jefa de guardia del Samur, Ceferina Cuesta, que practicó a la mujer fallecida una cesárea y salvó la vida al bebé.

El neonato presentaba un pronóstico "muy grave" al nacer aunque sus constantes, tensión arterial, nivel de glucemia y saturación de oxígeno eran normales.

Sin embargo, aún estaba pendiente de evaluar su estado neurológico, ya que nació en parada cardiorrespiratoria, según relató ayer la neonatóloga de guardia del Summa que le reanimó, Tamara Carrizosa. El hospital La Paz, en el que estaba ingresado, comunicó que no informará sobre el estado del bebé por expreso deseo de la familia.