La justicia francesa extendió ayer al extranjero la búsqueda del hombre que aparece como el principal sospechoso del asesinato de su mujer y de sus cuatro hijos, cuyos cuerpos estaban enterrados en la casa familiar de Nantes (oeste del país).

El fiscal de Nantes, Xavier Ronsin, precisó que el padre de la familia, Xavier Dupont de Ligonnès, no es objeto de un mandato de arresto porque la calificación de la investigación judicial abierta por los asesinatos es "contra X", es decir, sin identificar un presunto responsable.

El hecho de que la pista de Dupont de Ligonnès se perdiera el pasado día 15 en Roquebrune sur Argens, una localidad junto a la Costa Azul a un millar de kilómetros de distancia de Nantes, ha hecho que se baraje la posibilidad de que pueda haber salido de Francia, en dirección de Italia o tal vez de España.

Ronsin puso el acento en que una vez concluidas las autopsias de los cinco cadáveres encontrados el jueves en la terraza del domicilio familiar "se puede hablar de una ejecución metódica".

"Los mataron mientras dormían con un arma de fuego, probablemente un rifle de calibre 22" como el que tenía el padre, quien frecuentaba recientemente un centro de tiro, añadió.

Según un monitor de este centro, entrevistado por la cadena de televisión France 2, recibió el pasado día 1 una última clase durante la que se interesó por incorporar un silenciador a su arma.

Los asesinatos de los cinco miembros de la familia (la madre tenía 48 años, los hijos entre 21 y 13 años) se produjeron en torno al 3 o el 4 de abril. Tenían impactos de bala en la cabeza o en el pecho.

Después de esas fechas se puso fin al contrato de alquiler de la casa, se enviaron sendos correos a la escuela de los dos hijos menores y al trabajo de la mujer para avisar de que la familia se mudaba de forma inmediata a Australia por "un cambio profesional urgente".

Dupont de Ligonnès también escribió a otros conocidos contándoles una historia más inverosímil: se iba por sus obligaciones como espía.

Entre los elementos más turbios que han salido a la luz en los últimos días sobre este hombre de una familia de la aristocracia francesa está su vida profesional.

Tenía una empresa de servicios de internet para establecimientos hosteleros en la que era el único empleado y, aparentemente, abultadas deudas cifradas en decenas de miles de euros.

Un antiguo colaborador que pidió el anonimato contó en France 2 que podía ganar hasta 10.000 a 15.000 euros al mes que no declaraba.

Los resultados de las dos primeras autopsias realizadas en Nantes a la madre (Agnès, de 48 años) y a uno de los hijos (Thomas, de 18 años) revelaban que recibieron impactos de bala en la cabeza con un rifle que pertenecía al padre.

Estos dos cuerpos, como los de los otros tres hijos (Arthur, de 21 años; Anne, de 16, y Benoît, de 13), habían sido enterrados dentro de unos sacos con cal viva en la terraza de la casa familiar, según el relato del fiscal de la ciudad, lo que hace pensar en que quien lo hizo quería hacerlos desaparecer lo antes posible.