El 21 de mayo de 2003 Argel registró un terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter que tuvo consecuencias para Balears. Minutos después del seísmo en la costa africana, el nivel del mar en la zona de Llevant y el sur de Mallorca experimentó oscilaciones de casi un metro, lo que causó numerosos daños materiales en embarcaciones que estaban amarradas en Porto Cristo, Cala Rajada, Portocolom, Portopetro, ses Salines e incluso en Palma.

El terremoto de Argel, cuyo epicentro se situó a unos 350 kilómetros de Mallorca, se reflejó en Balears en forma de temblores de menor intensidad y de olas de unos dos metros de altura. Menorca, y en concreto el puerto de Maó, sufrió las peores consecuencias de lo que parecía un tsunami. Más de 70 embarcaciones se hundieron y otras 80 registraron grandes desperfectos.

Los científicos se cuestionaron por qué una ola gigante no había arrasado a las Illes Balears tras el seísmo de Argel. Hélène Hébert en su artículo publicado bajo el título ´Modelo preliminar sobre el tsunami causado por el terremoto de Argel´ explicaba en su hipótesis que el gran oleaje fue provocado por una deformación del suelo marino, simultánea al seísmo terrestre. La transmisión a la superficie marina fue instantánea y las olas del tsunami empezaron a propagarse a través del mar hacia la zona de Balears.

Al final, las olas alcanzaron el litoral mallorquín y menorquín en menos de media hora. El modelo de Hébert coincide con las zonas costeras de las Illes que se vieron más afectadas el 21 de mayo de 2003. La científica ofrece una hipótesis geológica para explicar por qué el tsunami no engullió la costa mallorquina. Según queda reflejado en su artículo, debido a que las pendientes submarinas son bastante empinadas, especialmente hacia Mallorca, las olas del tsunami rebotaron en ellas y fueron reflejadas, protegiendo a Palma de una gran amplificación del oleaje.