La Audiencia de Palma ha condenado a una pena de 18 años de cárcel a un pescador de la comarca de Manacor, llamado Sebastián A.M., que ha sido declarado culpable de dos delitos continuados de abuso sexual. Además de indemnizar a la víctima con 12.000 euros, no podrá aproximarse a ella durante un periodo de 20 años, según ha decidido la Sala de Refuerzo.

La sentencia declara probado que los hechos comenzaron en el año 1998. La víctima tenía siete años de edad. La niña no es hija del acusado, sino de su esposa, pero la conoció cuando la pequeña solo tenía tres meses de edad. El hombre reconoció a la niña como hija suya.

La sentencia detalla que el hombre en ocasiones se quedaba al cuidado de la menor y de su hermana menor cuando su mujer acudía al trabajo. Estando a solas con la niña la obligó a ver una película pornográfica. Después desnudó a la víctima, él hizo lo mismo, y se situó sobre la menor sometiéndola a tocamientos. Estos episodios sexuales se fueron repitiendo en varios escenarios, entre ellos la barca donde trabajaba el agresor. Allí fue donde obligó a su hijastra a que le realizara una felación.

Tanto la víctima como su hermanas fueron acogidas por las autoridades en el año 2002 como consecuencia de los malos tratos que estaban recibiendo ambas menores. Esta situación de acogida solo se prolongó durante seis meses y al terminar las hermanas regresaron al hogar familiar.

Sebastián A.M., que tiene 47 años de edad, solo respetó durante 20 días la intimidad sexual de su hijastra. Continuó con los tocamientos en el pecho y en los genitales de la menor, según confirma la sentencia, y se atrevió a penetrarla con los dedos. También la obligó a que le practicara una felación e incluso intentó penetrarla, pero no pudo superar la resistencia de la niña.

La menor estaba atemorizada y no se atrevía a contar nada, ya que su padrastro le había amenazado con acabar con ella y con matar a una perra pequinesa que el acusado había comprado a sus hijas. También en más de una ocasión la golpeó.

A pesar de las amenazas que sufría la menor, en el mes de febrero de 2001 decidió contar el calvario que estaba sufriendo. Se lo dijo a la jefa de estudios del centro escolar donde acudía. Le contó que estaba siendo abusada por su padre. Esta denuncia motivó la intervención inmediata de los servicios sociales del Consell de Mallorca, que se hizo cargo de la tutela de las dos hermanas.

El acusado siempre ha negado los hechos y ha atribuido la denuncia a una venganza de su hijastra por el ordenado régimen familiar que le imponían. También señalaba el hombre que ella era muy mentirosa.

Todas estas excusas son descartadas por el tribunal que da credibilidad a la versión de la niña.