La Policía Nacional celebró el pasado viernes el 4º Día de la Seguridad Privada, con un solemne acto en el que fueron galardonados una cincuentena de profesionales de la seguridad privada. Entre ellos, uno bien conocido en los ambientes jurídicos, Mateo Goñalons, miembro del equipo que garantiza la normalidad del día a día en los juzgados de Vía Alemania. Otro de los protagonistas del acto fue Juan Carlos Cabanach. El director de la agencia de detectives Cabanach recibió una mención honorífica, una distinción muy rara y preciada entre los investigadores privados de toda España, otorgada por los responsables de la Policía por la colaboración prestada a las Fuerzas de Seguridad durante todos los años que lleva en ejercicio.

¡Que no queremos droga, pesao! Eran la una y media de la madrugada cuando los inquilinos de un domicilio de la calle Pascual Ribot, en Palma, avisan a la Policía Nacional. Explican que hay dos individuos llamando reiteradamente al portero automático para ofrecer droga. Los moradores ya les han dicho que no, pero los supuestos camellos debían estar desesperados por vender, porque volvían a insistir una y otra vez. Una pena que cuando llegó el coche zeta al domicilio ya no estaban por allí, porque le podrían haberles ofrecido a los agentes, a ver qué pasaba.

¡Racistas, que sois unos racistas! Nueve y media de la mañana del pasado día 5, en la calle Llaüt de s´Arenal. Un individuo se cuela sin pagar en el autobús de la EMT y le propina un fuerte empujón a una señora que iba delante suyo. El conductor le recrimina su acción y le invita a bajar. El hombre reacciona como un energúmeno y le grita que todo es por racismo (el personaje en cuestión es senegalés), a lo que el conductor le contesta que no le echa por ser negro, sino por maleducado y bruto. La cosa se lía y el conductor avisa a la Policía. Cuando llegan los agentes, el pasajero le propina un guantazo a uno de ellos, por lo queda inmediatamente detenido. Y mientras se lo llevan camino de los calabozos seguía gritando que le arrestaban porque los policías son unos racistas.

¡Ñam! Una dotación policial acudió la semana pasada a un domicilio de los alrededores de la plaza Pere Garau, donde un hombre quiere presentar una denuncia por daños. El requiriente explica que se ha peleado con hombre en su casa, y que su oponente le ha roto el televisor. Casi al mismo tiempo, el supuesto autor de los daños avisa también a la Policía y explica que ha tenido una disputa con un conocido y que le ha mordido una oreja.

Secuestro en el puticlub. Un hombre llama el pasado lunes a la Policía Nacional. Dice que le ha telefoneado su hijo y que le ha contado que le tienen retenido en un domicilio de Palma en contra de su voluntad. ¿Un hombre secuestrado en Palma? Una patrulla se dirige sin perder un momento a la dirección que le ha dado la víctima a su padre, pero ya de entrada ven cosas que no les cuadran. Comenzando porque el domicilio en cuestión es un burdel. Allí encuentran al supuesto secuestrado, quien les cuenta que tenía un desacuerdo con la encargada por el pago de un servicio sexual que había recibido, y que no quería pagar. Ante la negativa, las profesionales de la casa le habían quitado las llaves del coche y decían que no se las devolvían hasta que no pagara el importe. Los agentes mediaron para evitar que el enfrentamiento fuera a mayores pero las preguntas que les debieron de quedar son: ¿Para que llamó a su padre? ¿Y para qué le contó la milonga del secuestro?