"En la ley gitana los viejos son los que planean y los jóvenes se encargan de cumplir sus órdenes". Un joven que estuvo implicado como víctima en una reyerta con un grupo de familiares acusó ayer a su tío de haber planeado su muerte. Este incidente familiar, que tuvo su origen en un conflicto sentimental, ocurrió en el mes de septiembre de 2007 en la barriada de la Soledat, en Palma. Por estos hechos el tribunal de la Audiencia juzgó ayer a Bernardo S.V. y a sus hijos Demetrio y Bernardo. El fiscal Nicolás Pérez reclama una pena de ocho años de cárcel para los dos hermanos por un delito de intento de homicidio, mientras que para el padre pide una pena de multa.

Tanto los tres acusados como los dos hermanos que resultaron heridos en la reyerta reconocen que los hechos fueron la consecuencia de una venganza por rencillas familiares. Parece ser que otro hermano de los acusados había mantenido una relación sentimental con la mujer de su primo y ambos habían discutido el día anterior. El padre de familia explicó que uno de sus hijos menores le explicó que un primo suyo le había amenazado el día anterior con una escopeta porque le acusaba de acostarse con su novia. Según él, al ser el otro un sobrino suyo (hijo de una hermana) decidió al día siguiente mantener una conversación con él. Acudió a su encuentro y se encontró con su sobrino y su hermano menor. "Sin decirles nada me dieron un golpe en la cabeza y me dejaron inconsciente". Sus dos hijos aparecieron después en el lugar de los hechos y afirman que tuvieron que emplear la violencia porque vieron a su padre en el suelo inconsciente y se liaron a golpes con sus dos primos. Sin embargo, niegan que, mientras uno de ellos aguantaba a la víctima por la espalda, el otro hermano le clavaba una navaja en el abdomen. Sobre esta agresión aseguran que el arma la llevaba el joven que resultó herido y que se clavó la navaja al caerse al suelo. Los dos hermanos contaron que huyeron del lugar y se dirigieron hacia su domicilio. Al rato, llegó uno de sus primos y desde el coche comenzó a disparar contra la fachada de su casa. "Tuve que coger a mis hijos y meternos todos debajo de la cama", señaló uno de los acusados. Los dos hermanos que se llevaron la peor parte en la pelea, ya que uno estuvo a punto de morir desangrado, mantienen una versión muy distinta. Aseguran que los tres familiares llegaron de pronto con una furgoneta. El padre iba armado con un palo y se dirigió hacia uno de ellos. Sus hijos fueron hacia el otro familiar, al que agarraron por la espalda y le clavaron la navaja. Uno de ellos asegura que esta agresión la planeó el padre y que convenció a su hijo que cumplieran la ley gitana que les induce a vengarse.