Alejandro de Abarca, el presunto asesino de la joven Ana Niculai, actuó solo y no contó con la ayuda de ningún cómplice. Esta es la conclusión que extraen los investigadores que han resuelto el caso y que han analizado las declaraciones de todos los testigos que, de una forma u otra, tuvieron relación con el crimen de la joven rumana. Ninguno de ellos vio al sospechoso acompañado, siempre le vieron solo. Por tanto, Alejandro de Abarca habría mentido cuando implicó en los hechos a un antiguo compañero de celda, un toxicómano que en los últimos días ha desaparecido pero que ya prestó declaración antes de la detención del presunto asesino.

Hace varias semanas Alejandro de Abarca pidió una entrevista con el director de la prisión. El motivo de la cita no era confesarle una nueva versión, sino manifestarle que temía por su integridad física porque había escuchado algunos comentarios que él interpretó como amenazas de muerte hacia su persona. Y fue en esta conversación cuando de Abarca señaló al director del centro que el día de los hechos había contado con la ayuda de otra persona, a la que señaló con nombre y apellido. No se trataba de una persona desconocida para el director de la prisión porque era un toxicómano que ha estado varias veces preso. Además, se comprobó que había compartido estancia en el Centro de Inserción Social con de Abarca y allí entablaron amistad.

Interrogado dos veces

Tampoco la aparición del nombre de este toxicómano ha supuesto una sorpresa para la Guardia Civil, porque se trata de uno de los testigos que el día de los hechos vio a de Abarca con el coche de la víctima, y cuyo testimonio fue utilizado para establecer el recorrido que realizó el presunto asesino antes de ser detenido. Este testigo declaró en su momento que el día de la desaparición de Ana vio a "El enano" por la zona del Coll den Rabassa. No solo lo vio, sino que habló con él, y el detenido le confesó que había robado un coche. Aseguró que nunca le confesó que hubiera secuestrado a una mujer. La Guardia Civil tomó una segunda declaración a este individuo y volvió a decir lo mismo. Los investigadores creen que este testigo mintió y que el día de los hechos no vio a de Abarca en el Coll den Rabassa, sino en el poblado de Son Banya, donde trabajaba para un clan que trafica con drogas. No se sabe si en ese encuentro el toxicómano sabía que Alejandro había secuestrado a la joven. En cualquier caso, no se podrá demostrar lo contrario. Son tan pocos los indicios de que en algún momento había colaborado con el presunto asesino, que en las dos ocasiones que se habló con él fue interrogado como testigo y no como imputado.

Tampoco parece que de Abarca tenga mucha intención en implicar a este individuo en el crimen. Es cierto que le nombró en la entrevista que tuvo con el director de la prisión, pero después no quiso aclararlo cuando la juez de Inca le llamó a declarar. "El enano" prefirió mantener silencio y ya anunció a la juez que no volverá a declarar, solo lo hará el día que sea llevado a juicio ante un jurado popular.

Con independencia de la postura que mantiene en estos momentos el presunto asesino, de Abarca ha reconocido que fue él quien secuestró a Ana Niculai cuando la mujer llegaba con un coche a un aparcamiento de la calle Jeroni Pou, en Palma. El individuo estaba disfrutando de unos días de permiso penitenciario. Ha reconocido que obligó a la mujer a meterse en el maletero y que él condujo el coche hasta el poblado de Son Banya donde compró droga. Confesó que había inyectado heroína a la mujer. Después quemó el coche.