¿Qué hace esto aquí?, debió de pensar un vecino de Palma cuando, al ir a meter el coche en su plaza de aparcamiento, se encontró con que estaba ocupada por... una máquina expendedora de tabaco. Esta persona llamó a la Policía Nacional e informó del insólito hallazgo. Poco después, la dotación de un coche zeta acudía al garaje y confimaba el hallazgo, con lo que se inició una investigación que permitió detener a dos personas como presuntos autores de un robo en un bar de la ciudad. Al parecer, al verse incapaces de abrir la máquina para desvalijarla, tiraron por la calle de en medio. Cargaron entre los dos la aparatosa expendedora y la dejaron luego abandonada en el aparcamiento de la finca de uno de ellos, pero en la plaza de un vecino.

La central del 091 recibió la semana pasada la llamada de un hombre que informaba de que alguien había dejado una máquina expendedora de tabaco ocupando su plaza de aparcamiento. Al lugar acudió un coche zeta de la Policía. Los agentes levantaron acta del hallazgo e intervinieron el aparato.

El caso pasó a manos del Grupo de Robos, ante las sospechas de que detrás de la misteriosa aparición de la máquina podría haber algún delito.

Esta hipótesis se vio confirmada al día siguiente, cuando se presentó en la Jefatura de Policía una mujer, propietaria de un bar de Palma, para denunciar que le habían entrado a robar en su establecimiento. Los ladrones se habían llevado una máquina expendedora de tabaco valorada en 3.000 euros. La mujer fue conducida a donde tenían guardada la máquina hallada en el aparcamiento, y la reconoció inmediatamente como suya, aunque bastante más sucia y golpeada de como la había dejado en su bar, dos días antes.

A partir de aquí la investigación se precipitó. Tras un examen en el establecimiento desvalijado y la toma de declaración de la propietaria, los policías localizaron al presunto autor del robo. Resultó ser un amigo de la dueña, que había dormido unas noches antes en su casa haciendo de canguro de sus hijos.

De esta manera se pudo hacer con una copia de las llaves del local. Durante la madrugada acudió al bar junto a un amigo y, como no podían abrir la máquina ni encontraron un botín mejor, optaron por cargar entre los dos la expendedora y se la llevaron.

La imagen de los dos hombres acarreando la pesada máquina en plena madrugada por las calles de Palma tuvo que ser digna de ver. Parece ser que finalmente optaron por llevarla al aparcamiento de la finca de uno de ellos para abrirla, y la dejaron allí... ocupando la plaza de un vecino que no tenía nada que ver con este asunto.