"Podéis buscar. De todas formas no encontraréis nada". Los policías que participaban en junio de 1998 en una gran operación de búsqueda en una finca rústica de Llucmajor propiedad de Antonio S.O., en un intento de localizar el cuerpo de Ángeles Arroyo Agrás, desaparecida dos años antes, recuerdan que el sospechoso aceptó el registro con aparente tranquilidad. Parecía convencido de que la búsqueda no tendría resultados, como así fue. Una escena casi calcada se ha repetido esta semana en el domicilio del hombre y en otra vivienda y un garaje subterráneo de su propiedad, en s´Arenal de Llucmajor. En este caso la causa de la búsqueda era la desaparición de otra mujer, Margalida Bestard Ramis, de la que no se tienen noticias desde el pasado día 10 de octubre. Un equipo especial de guardias civiles, reforzado con expertos en búsqueda de indicios criminales desplazados desde Madrid y con la colaboración del Grupo de Homicidios de la Policía, ha realizado durante tres días una de las inspecciones oculares más exhaustivas que se recuerda en Mallorca. Frente a este despliegue, Antonio S.O, mantuvo una actitud colaboradora, fría y desafiante. De nuevo parecía convencido de que las pesquisas caerían en saco roto, pero insistió en estar presente todo el rato. El jueves, mientras los agentes recogían las muestras, se puso a regar tranquilamente una planta raquítica que adorna la bajada al garaje.

w El vecino. Margalida Bestard Ramis desapareció el pasado 10 de octubre. Esta mujer de 72 años, vecina de Pòrtol, había ido por la mañana al edificio Marineta, en s´Arenal de Llucmajor, para cobrar los alquileres de varios pisos de su propiedad. La familia calculó que podría llevar unos 4.000 euros cuando desapareció sin dejar rastro, por lo que inicialmente los investigadores manejaban la hipótesis de que hubiera sido víctima de un robo. Sin embargo, poco después surgió un descubrimiento que dio un giro al caso. Entre los vecinos de la finca estaba Antonio S.O., de 63 años, un hombre que en 1998 había sido detenido por la Policía Nacional por su presunta implicación en la desaparición de otra mujer en Cala Major. Ángeles Arroyo Agrás tenía 54 años en 1996, cuando fue vista por última vez. Los investigadores de la Policía están convencidos de que Antonio S.O. la mató durante una discusión, pero nunca pudieron encontrar el cadáver. Tras pasar unas semanas en prisión, el sospechoso quedó libre. Él siempre negó tener nada que ver con la desaparición de Angelita, y recientemente dio su propia versión sobre lo ocurrido. "Angelita vendía droga en su quiosco", dijo, "y quienes la raptaron son los mafiosos de la droga".

La familia de Margalida Bestard, quien le había vendido el piso del edificio Marineta a Antonio S.O. hace un año y medio, desconocía esto. El hijo de la desaparecida, Miquel Serra, llegó a comentar que el hombre le había contado varias historias contradictorias sobre la última vez que la vio, aunque no le dio importancia porque creía que "chocheaba". Tras tener conocimiento de las sospechas policiales, recordó que su madre había discutido con el vecino, ya que le reclamaba el pago de la tasa de basuras, que todavía le cobraban de su cuenta. "Podían ser unos 200 euros", comentó.

Antonio S.O. admitió este extremo, pero negó que por este motivo hubiera discutido alguna vez con Margalida. "El día que desapareció me tropecé con ella en el ascensor", explicaría luego. "Le pedí los recibos pero no los encontró, así que le dije que me los dejara en el buzón. No volví a verla nunca más".

w Examen minucioso. Así las cosas, los investigadores se centraron en la obtención de pruebas físicas para tratar de resolver el caso. Durante tres días, especialistas de la Guardia Civil y la Policía, en un caso ejemplar de colaboración, han analizado milímetro a milímetro el piso del edificio Marineta, otra vivienda y un garaje subterráneo que el hombre posee en una calle cercana. Sus dos vehículos -un Volkswagen Golf y una furgoneta Nissan Vanette- fueron trasladados por una grúa a la Comandancia de Palma. Allí, los técnicos en criminalística los examinaron minuciosamente, recogiendo todas las muestras susceptibles de aportar la menor información.

Las muestras recogidas serán analizadas en los laboratorios de la Dirección General de la Guardia Civil, y se espera que lleguen los resultados en cuestión de semanas. Mientras tanto, el hombre permanece en libertad.

El sospechoso se enfrentó con frialdad al minucioso examen que una decena de guardias civiles y policías hizo en sus domicilios. En los oídos de algunos funcionarios aún resonaba la frase que pronunció en 1998: "No encontraréis nada".