"Todo pasó en dos segundos. Dos segundos más tarde y esa niña estaría perfectamente". Antonio, uno de los amigos de los padres de la niña de 16 meses Ariadna V.G., que falleció arrollada por el coche en el que estaba su padre, en Formentera, no dejaba ayer de darle vueltas. "Esa misma mañana la niña había estado en mis brazos, y cuando ocurrió yo estaba a diez metros de ella y no pude hacer nada. ¿Tiene idea de la impotencia que provoca eso?".

El accidente, según este testigo presencial ocurrió sobre las doce y media del mediodía, cuando el grupo, formado por tres parejas jóvenes y un amigo, residentes todos en Mallorca, finalizaba sus vacaciones en un bungalow del complejo Dunas Playa de Formentera.

"No íbamos con prisa, porque teníamos cinco horas para tomar el barco a Eivissa; el padre de la niña no puso el coche en marcha, sino que se limitó a encender el aire acondicionado; y la niña no estaba sentada delante del coche, sino que se fue hacia allí de improviso. ¿Cómo íbamos a dejar todos los adultos que estábamos allí que la niña estuviera sentada delante del coche?", puntualiza el testigo.

Según el relato de este joven, el grupo había decidido dejar el bungalow que habían ocupado durante los últimos días antes de comer. "Nos levantamos sobre las once, desayunamos y nos pusimos a cargar el equipaje en los dos coches que habíamos alquilado", explica. "El coche, un Fiat Panda, estaba subido al bordillo. El padre de la niña terminó de cargarlo y fue a encender el aire acondicionado, porque hacía mucho calor. No creo que lo pusiera en marcha. Yo al menos, que estaba delante, no escuché el ruido del motor, y el padre no estaba completamente sentado dentro, sino solo a medias, con la puerta abierta y un pie fuera".

"El coche se deslizó solo"

Ayer todavía no se explicaba por qué, pero en ese momento el coche se deslizó hacia delante, probablemente por el desnivel, al tener varias ruedas encima del bordillo. "La niña había salido de la casa y venía caminando hacia nosotros", prosigue Antonio, "pero en ese momento en vez de seguir recto se giró y entonces la enganchó la primera de las ruedas del coche. Esta rueda le pasó por encima del pecho, y la niña hizo un amago de llorar, pero la rueda trasera le alcanzó la cabeza y quedó con los ojos en blanco". El relato se entrecorta. "Yo sabía ya que la niña moriría".

Todos los miembros del grupo de amigos son sanitarios, y trabajan en distintos hospitales de Mallorca. Entre ellos estaba una enfermera y una auxiliar de clínica. El resto son técnicos en rayos X. Todos estaban capacitados para intentar una reanimación.

"El padre estaba fuera de sí, gritando que había matado a su hija. La madre recogió a la niña, que no respiraba, y le pidió a mi mujer, que es enfermera, que le hiciera la reanimación. Nos subimos en los coches y fuimos corriendo hacia el hospital. De camino encontramos a la Policía y nos abrió paso.

Fuimos a toda castaña y llegamos en unos cinco minutos. La niña todavía estaba viva y en el hospital se portaron muy bien, pero no pudieron salvarla".

La pareja y sus amigos seguían ayer destrozados. "Ha sido lo más escalofriante que he visto en mi vida, y yo trabajo en un hospital y he visto mucho. Mi mujer está embarazada y le hizo la reanimación hasta que llegó al hospital", prosigue Antonio. Los padres de la niña permanecían ayer en Formentera, mientras que sus amigos regresaron a Mallorca. "Cierro los ojos y veo su cara. Era preciosa, buenísima, siempre reía. Había empezado a andar hacía dos meses y esa mañana la había tenido en mis brazos cantando la canción de los Lunis".