Una jueza de Palma ha ordenado la clausura de un club de alterne de s´Arenal, en el que presuntamente se explotaba a jóvenes extranjeras, por un periodo de dos años. La magistrada ha adoptado esta medida cautelar y ha suspendido también por dos años todas las actividades llevadas a cabo en dicho local por el propietario para garantizar que no se sigan produciendo delitos relativos a la prostitución.

La jueza dictó ayer el auto después de que el Cuerpo Nacional de Policía desarticulara una banda que supuestamente introducía a mujeres rumanas en la isla a las que luego inducían para que ejercieran la prostitución en dicho establecimiento. Los investigadores detuvieron a cinco personas, tres ciudadanos rumanos y dos españoles, presuntamente implicados en la captación de una joven compatriota que sufre una discapacidad auditiva y a la que presionaron para prostituirse. Dos de los arrestados, entre ellos el dueño del local de alterne, ingresaron en prisión ayer por la tarde por orden judicial. La magistrada de guardia de Palma fijó sendas fianzas de 20.000 y 10.000 euros para eludir la cárcel.

Por su parte, los otros tres detenidos, todos ellos asistidos por el abogado Gregorio San José, quedaron en libertad tras prestar declaración en el juzgado de instrucción número cinco de Palma.

Los hechos fueron descubiertos por los agentes de la Unidad Contra las Redes de Inmigración y Falsificación (UCRIF) de la Policía Nacional después de que una de las víctimas, una joven originaria de Rumanía, lograra escapar de sus captores y denunciara lo ocurrido. Según la versión de la muchacha, se decidió a venir a Mallorca con la falsa promesa de trabajar en la isla como panadera.

La joven explicó que fue su novio quien le ofreció este trabajo y ambos viajaron a la isla. Una vez en Palma, le dijeron que tenía que prostituirse en un club de s´Arenal y, con el dinero que ganara, saldar la deuda que había contraído con la organización por los gastos del viaje. La perjudicada destacó que siempre se negó a ejercer la prostitución a pesar de recibir amenazas de muerte. La muchacha ofreció varios detalles como que le dejaron unos zapatos de tacón y que ella ni siquiera sabía andar con ellos. Así, en un momento de descuido, ella logró zafarse de sus captores y pedir ayuda a la Policía. La víctima entró en España con su propia documentación y reconoció que nunca se la quitaron. Según su versión, las chicas del club eran explotadas por los proxenetas a los que debían entregar la mitad de los beneficios.