El hombre que ayer supuestamente asesinó a su mujer y al hombre con el que la encontró había sido denunciado por su esposa en septiembre de 2006 por malos tratos y coacciones. El juez le impuso entonces una orden de alejamiento que le impedía, al menos legalmente, comunicarse con su esposa y acercarse a menos de 500 metros de ella. El hombre incumplió dicha orden, que continúa en vigor, en varias ocasiones. Vecinos y compañeros de trabajo de la víctima recordaban ayer numerosos episodios violentos. "Me lo veía venir", declaró una conocida de la mujer.

El matrimonio, según varios allegados, mantenía una relación bastante conflictiva. "Las discusiones entre ellos eran muy fuertes y diarias", aseguraba Alba, una mujer a quien la pareja alquiló una habitación durante ocho meses el pasado año. "Muchas madrugadas me despertaban con sus gritos", comentaba. El matrimonio atravesaba una profunda crisis y el hombre había abandonado el pasado jueves el domicilio donde ocurrieron los hechos. "Se llevó toda su ropa. Había encontrado trabajo de pintor y pensaba buscar un piso. Iban a separarse, parece ser que definitivamente".

Los vecinos de la pareja explicaron ayer, consternados por lo sucedido, que habían oído numerosas peleas entre la pareja. "Muchas veces la veía con los ojos morados y golpes en la cara", relataba la mujer a quien el presunto homicida pidió que le dejara acceder a la vivienda donde estaba su mujer a través del balcón. "Ella le había echado varias veces de casa, pero él siempre volvía", aseguraba.

La tormentosa situación del matrimonio tampoco pasó inadvertida para los compañeros de trabajo de la mujer en un supermercado del Rafal, en Palma. "Hace unos meses me llamó y me dijo que no podía venir a trabajar. Luego me explicó, muy asustada, que su marido la había retenido en casa y no la dejaba salir", explicó una compañera de la víctima, a quien definió como "muy maja y trabajadora". El episodio relatado se produjo el pasado nueve de septiembre. La mujer denunció los hechos y un juzgado de instrucción de Palma impuso a su marido una orden de alejamiento en virtud de la cual no podía acercarse a su esposa ni comunicarse con ella. Sin embargo, la orden se incumplió en numerosas ocasiones.

La encargada del supermercado donde trabajaba la víctima se extrañó ayer al comprobar que no había ido a trabajar. "La ha llamado varias veces al teléfono móvil, pero no me ha contestado", explicaba tras el suceso. "Me temía que algo así pudiera ocurrir", concluía consternada por el asesinato de su compañera.