El bombero mallorquín Joan Rosselló se encontraba ayer volcado en la búsqueda de supervivientes en la ciudad pakistaní de Balakot, una de las urbes más devastadas por el terremoto del pasado sábado, y donde unos 50.000 de los 160.000 habitantes que tenía siguen desaparecidos. "No ha quedado nada en pie", comentaba ayer, "hay mucho trabajo por hacer, pero me temo que todo lo que encontraremos son cadáveres".

Rosselló llegó el día anterior a la ciudad tras una auténtica peripecia. De hecho, sólo llegaron tres bomberos españoles de la docena que formaba el grupo de ayuda. El resto esperaba llegar al día siguiente. "Ha sido muy complicado porque los caminos están cerrados. Y cuando llevamos aquí nos encontramos que estaba todo arrasado. Es un espectáculo dantesco. Se ha de ver, no se puede explicar".

Los bomberos españoles, miembros de Bomberos Sin Fronteras, empezaron a trabajar junto a un grupo de salvamento chino. "Buscamos supervivientes, y hoy han encontrado a una mujer de 67 años. No hay muchas esperanzas de encontrar a gente con vida, es muy difícil, pero a nuestro alrededor hay unas sesenta personas que tienen a familiares desaparecidos y que nos piden que sigamos buscando. No podemos abandonar".

En su primera noche en el escenario de la catástrofe, Joan Rosselló fue despertado de improviso por la réplica más potente que el seísmo ha tenido hasta ahora. Un temblor de 5,6 grados en la escala Richter sorprendió a los equipos de emergencia a las dos de la mañana, hora local, cuando se encontraban durmiendo en sus tiendas de campaña.

"Ha durado treinta segundos", explicaba el bombero, "y se nos ha hecho bastante largo. No ha provocado víctimas porque todos los edificios estaban ya derruidos, no había nada que pudiera caer".

Éste es una de los mayores problemas a los que se enfrentan los supervivientes del terremoto. No han quedado casas en pie y la población contempla con miedo la llegada del invierno, muy crudo en esta zona. "Las gente necesita tiendas de campaña y colchones. Por ahora está llegando la ayuda humanitaria", explica Rosselló. "Hay un continuo trajín de helicópteros que traen material y se llevan heridos".

Pero la situación sigue siendo crítica. "Están enterrando a sus muertos al lado de los campamentos que ocupan, y por las noches no se puede circular porque pululan grupos de saqueadores. Hay mucha hambre. Es un drama tremendo", explica el bombero.