Varios centenares de personas abarrotaron ayer la parroquia del barrio rural gijonés de Deva para asistir, en un ambiente de dolor y emoción, al funeral por el niño de seis años Borja Solar, que murió degollado el pasado viernes por un perturbado mental cuando jugaba en un parque de Gijón.

Un coche cubierto de flores que transportaba el pequeño féretro blanco fue recibido por los padres del niño a las puertas de la iglesia en medio de un gran gentío que sobrepasó el aforo del edificio religioso. A las doce y media de la mañana, el cuerpo sin vida del pequeño entró a hombros de sus familiares en la iglesia rural en medio de un silencio absoluto que sólo fue roto por los sollozos de algunos asistentes a la ceremonia religiosa.