"¡Defiéndete, que yo soy Spiderman!" Comentarios como éste se repitieron hasta la saciedad el pasado fin de semana en los calabozos de la Guardia Civil de Palmanova. No era para menos. Los presuntos delincuentes que estaban allí arrestados se encontraban con que junto a ellos, tras las rejas, no había uno, sino cuatro supermanes equipados con el traje completo: botas y calzones rojos, medias azules y una gran "S" en el pecho. Cuatro jóvenes turistas británicos habían pasado de una juerga de disfraces bañada en alcohol en Punta Ballena a las dependencias policiales tras agredir a un agente de la Guardia Civil que había intentado identificarles.

Según explicaron ayer fuentes judiciales, el incidente había comenzado en la madrugada del sábado, en medio de la fiesta que numerosos turistas extranjeros celebran en los locales de Punta Ballena, en Magaluf. Muchos de estos grupos de jóvenes acostumbran a recorrer los bares disfrazados. En este caso, los cuatro turistas británicos, todos con edades de entre 20 y 25 años, iban vestidos como Superman. El traje completo incluía las botas rojas sobre las ceñidas mallas azules, y una elegante capa roja.

A altas horas de la madrugada, cuando presumiblemente los cuatro jóvenes disfrazados del superhéroe habían consumido ya una gran cantidad de alcohol, protagonizaron al parecer un altercado que llevó a intervenir a los miembros de una patrulla de la Guardia Civil que se encontraba por la zona. Cuando un agente se dirigió a ellos con la intención de identificarles, uno de los "supermanes" presuntamente le propinó un golpe en la cabeza con una botella, y le provocó un profundo corte en el cuero cabelludo.

La Guardia Civil, haciendo caso omiso de sus supuestos superpoderes, procedió inmediatamente a la detención de los cuatro jóvenes como presuntos autores de los delitos de atentado contra agentes de la autoridad y lesiones. El agente herido, por su parte, tuvo que ser trasladado a un centro sanitario, donde le suturaron la herida de la cabeza. Mientras tanto, los arrestados fueron conducidos al puesto de Palmanova, donde se les abrieron fichas policiales e ingresaron en los calabozos.

En las dependencias se encontraban esa noche varios detenidos más. La mayoría españoles arrestados por delitos menores. La sorpresa entre estos arrestados debió de ser mayúscula cuando vieron pasar, uno tras otro, a cuatro supermanes con el traje completo.

Kriptonita y el Doctor No

En las horas que siguieron, el cachondeo entre los detenidos fue continuo. Mientras uno especulaba con la posibilidad de que los guardias civiles hubieran utilizado kriptonita para proceder a tan singular redada, otro descubría su verdadera identidad: el malvado Doctor No.

Los cuatro superhéroes pasaron la resaca en el calabozo y el domingo por la mañana fueron conducidos a disposición del juzgado de guardia de Palma.

Algunos testigos explicaron que la salida del cuartel de Palmanova, los cuatro en fila con sus brillantes trajes azules -parece ser que los agentes les habían retirado las capas, no se sabe bien si para evitar que emprendieran el vuelo- fue tan espectacular que los turistas que paseaban por la zona se detenían a mirar. Los agentes de la Benemérita custodiaban a los superhéroes, con las esposas colocadas en las muñecas, hasta que se introducían en el furgón policial.

La expectación se repitió a su llegada a la sede del juzgado de guardia, en Vía Alemania. Los funcionarios, abogados y particulares que se encontraban en ese momento en las dependencias judiciales no daban crédito a sus ojos.

La Guardia Civil de nuevo hizo pasar a los cuatro "supermanes" esposados a los calabozos situados en los bajos del edificio, a la espera de que pasaran a disposición judicial. Les acompañaban el resto de las personas que habían sido detenidas por la Benemérita durante esas horas.

Finalmente, los cuatro jóvenes fueron conducidos ante el titular del juzgado y quedaron en libertad con cargos tras hacer efectiva la fianza que se les impuso. Los cuatro turistas británicos, seguramente con sus ajustados uniformes un poco menos lustrosos tras su paso por los calabozos de la Guardia Civil, pudieron regresar finalmente al hotel donde se alojaban, quitarse las mallas y recobrar sus otras identidades.