Las comidas más asquerosas llegan a Palma: desde grillos fritos a vino de fetos de ratón
Los visitantes podrán probar algunas de estas rarezas en el Disgusting Food Museum, que abre sus puertas este sábado 5 de julio

Manu Mielniezuk
Heng J.
Puede que el durian (fruta típica de Tailandia) o los insectos sean desagradables para muchos, pero lo que puede parecer repugnante para uno, puede ser un manjar para otro. Y es por ello que el Disgusting Food Museum, o museo de comida asquerosa, quiere mostrar a sus visitantes los alimentos más únicos y a su vez asquerosos del planeta.
Tras su éxito en lugares como Mälmo, Berlín, Estados Unidos o Taipéi, Disgusting Food Museum abre su nuevo local en Palma este sábado 5 de julio en el Carrer del Sindicat 21. Ante la expectación, no han sido pocos los curiosos que se han asomado por la entrada para ver qué había dentro del local.

Las comidas más asquerosas llegan a Palma / Manu Mielniezuk
Andreas Ahrens, director del museo, cuenta cómo ha sido el proceso de selección de los productos que hay expuestos. “Hicimos una lista de 500 comidas que nos parecían asquerosas y las clasificamos por olor, textura, sabor y método de producción”, relató Ahrens.
Siguiendo estos criterios, han seleccionado más de 100 comidas sorprendentes que cuestionan aquello que es comestible o no. Entre estas tenemos el Surströmming, conocida como “la comida más asquerosa del mundo” o el Hakarl, un plato originario de Islandia que consiste en carne curada de tiburón peregrino muerto. Otros más “típicos” como los saltamontes, grillos, escorpiones o los huevos centenarios son algunas de las delicatessen que pueden probar los visitantes al final de su visita por el museo.
El rechazo hacia algunas de estas comidas es algo habitual. Una de las trabajadoras mostraba su desagrado con el cuy, una cobaya asada típica de Perú . También es recurrente esta reacción cuando llegas a la parte de los licores, donde puedes encontrar un vino hecho con el recto de un castor o de fetos de ratones.
Una labor para el cambio social
Pero no todo es oler y probar comida. También es una oportunidad única para aprender. Es por ello que Ahrens destacó que el objetivo del museo es hacer que la gente vea que todos los alimentos son normales, que “existen alternativas beneficiosas para el medio ambiente” y que “la idea es cambiar a la gente desde las emociones y las experiencias”, afirma el director.
Para lograr estos objetivos y concienciar a la gente, se pueden ver piezas muy significativas. Una de ellas es una maqueta de un cerdo con decenas de jeringuillas inyectadas que representa la cantidad de sustancias que se utilizan para producir la carne que consumimos. También podemos encontrar Twinkies, un producto de bollería industrial estadounidense conocido por la cantidad de aditivos y químicos que lleva, que según comenta el director, “puede mantener su forma durante años [...] No se descomponen”.
Este museo es sin duda uno de los más únicos que hay en las islas y que se podrá visitar a partir del 5 de julio en el Carrer del Sindicat 21.
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