CATÁSTROFE EN VALENCIA
Vivir a la orilla del Poyo: una recuperación a varias velocidades en Picanya
Las viviendas que miran al barranco están la mayoría destrozadas y algunos esperan a cobrar la indemnización del consorcio para empezar obras mientras otros tiran de ahorros para poder volver a sus casas

Reconstrucción del barranco del poyo en Picanya junto al puente del Ejército. / / Miguel Ángel Montesinos
Violeta Peraita
Han pasado tres meses desde que un torrente de agua a toda velocidad arrasó con Picanya y con cada objeto e infraestructura que se encontraba en su camino. De la desolación absoluta, la limpieza de las calles con cientos de voluntarios y fuerzas de emergencia, la construcción de nuevos puentes de conexión a las dos partes del municipio y el inicio de la nueva vida del pueblo tras la catástrofe.
Han pasado tres meses y suenan taladros contra el suelo dentro del barranco del Poyo. Son algo más de las diez de la mañana en Picanya y las señoras cruzan el puente de las Fuerzas Armadas, hecho en pocos días por el Ejército, cargadas con un carrito de la compra. Van y vienen y comentan el escenario. Una pasarela llena de mensajes de ánimo para un pueblo que tres meses después de la dana inicia su reconstrucción. Y no es fácil.
Tampoco para los vecinos y vecinas que viven a orillas del barranco y que aquella tarde vieron, "de la nada porque hacía sol y viento", un "tsunami bajar", "una ola que tapaba todo y que pasó por encima del puente que cayó de inmediato", tal como rememoran algunos habitantes de esta avenida, ahora conformada por casas destruidas y en algunos casos, pocos, en las primeras obras de reconstrucción.
Vistas al barranco desbordado
La calle Valencia de Picanya es una de las que atraviesa el barranco. A la derecha, la calle Almacereta, la que más imágenes ha dado tras la dana, pues el nivel de destrucción de algunas viviendas es total. Otras, han aguantado en estructura, pero en el interior necesitan rehabilitar paredes, puertas, techos.
Allí vive Vicenta, que volvió a su casa un mes después de la barrancada. Su puerta sobrevivió, aunque con algunas heridas y la planta baja quedó arrasada, incluido el falso techo que ahora lo tiene arreglado, "vinieron unos voluntarios y me lo apañaron". En su caso, el segundo piso se salvó "aunque faltó poco" y con esos habitáculos y con la reconstrucción mínima de la planta baja, han vuelto a casa.

La casa de Vicenta, donde están viviendo desde hace unas semanas y que irán arreglando poco a poco. / / Miguel Ángel Montesinos
Carmen arregla unas cosas de su planta baja. Ella vive en una casa de tres pisos que es esquinera y da directamente al barranco. Donde tenía la puerta del garaje hay una de metal y un muro recién construido. Comenta que la virgen que tenía en el garaje no se ha movido del sitio y apela a la fe en toda esta situación. Ella vivía allí, pero ahora vive con su hija. "No sé responderte a la pregunta de cuándo volveré a casa". De momento, han comenzado las obras en el primer piso, que también quedó arrasada por completo.
"Con las ayudas y los ahorros hemos cambiado los ventanales"
"Las ayudas han venido las mínimas y con ese dinero y el que teníamos ahorrado hemos cambiado los ventanales y hemos dado un anticipo para las puertas", explica la señora, de 72 años. Unas nuevas cristaleras dan una imagen panorámica del barranco, en obras de la CHJ.

Reconstrucción de viviendas en torno al barranco, Carmen en su casa en Picanya junto al barranco del Poyo / / Miguel Ángel Montesinos
"Yo estaba aquí sentada y de repente vi como se acercaba una ola tan impresionante, tan sumamente grande, que no veías nada. Fue horroroso. Nos dio tiempo a subir arriba y gracias a eso nos salvamos", rememora y matiza: "No estoy loca ni me alegro de lo que ha pasado, pero tengo que dar las gracias porque estamos vivos. Esto es lo que puedo decir", sigue Carmen. Pese a haber vivido todo en primera persona, ella, sus hijos y sus nietos, "en mi casa no se habló del tema hasta nochevieja. Nadie habló de todo esto que nos había pasado porque eran fechas complicadas".

Reconstrucción de viviendas en torno al barranco, Carmen en su casa en Picanya junto al barranco del Poyo. / / Miguel Ángel Montesinos
Salir de la calle Almacereta y atravesar la calle Valencia es llegar a la calle del Sol. Es la continuación de una línea de viviendas totalmente expuestas al agua. En primera línea de barranco y también en primera línea de desastre. Javier y su yerno Alberto esperan una puerta para la casa del segundo. Viven a escasos dos minutos andando de separación, ambos mirando al Poyo. La casa de Javier aguantó, pero la planta baja que era el garaje quedó desierta. La de Alberto y su mujer (la hija de Javier) no corrió la misma suerte.

Una nueva puerta para la casa de Alberto, destrozada por la dana. / / Ana de los Ángeles
"Reformamos toda la casa hace un año"
Esta pareja de jóvenes se había casado en noviembre de 2023 y reformado toda su casa en este año. Era nueva. El agua se la llevó también casi entera en la planta baja. Al entrar, una lámpara delata lo que hubo allí, una casa, un hogar. Está intacta, pero las paredes están a la vista y los espacios son ahora diáfanos. La puerta nueva reparará la que tenían, dañada por la fuerza del torrente de agua. "La casa era preciosa, la hicimos con mucha ilusión, ahora, a volver a empezar", dice Alberto.

Reconstrucción de viviendas en torno al barranco, Alberto en su casa que la riada destrozó estando recién arreglada, en Picanya junto al barranco del Poyo / / Miguel Ángel Montesinos
Iban a esperar a que el consorcio les pagara la indemnización (pues entregaron la factura de absolutamente todo al perito, "pues es que lo teníamos todo porque la casa era nueva"), pero tras tres meses viviendo en casa de sus suegros, Alberto dice que iniciarán la obra con sus ahorros, confiando que en el proceso reciban el dinero del consorcio de seguros.

La casa de Alberto tras el paso de la dana en Picanya. / / Ana de los Ángeles
Hace sol, temperaturas suaves pero mucho viento, que levanta el polvo en el que ha quedado el barro seco y que se traduce en olas de polvo en suspensión por la calle. La radio y la televisión han advertido que se debe a la llegada de la borrasca Herminia. Pedro mira al barranco desde la puerta de su casa, cara a este cauce. Dice que su planta baja quedó arrasada. Una se asoma y da fe.

Reconstrucción del barranco del poyo en Picanya junto al puente provisional / / Miguel Ángel Montesinos
Él y su mujer tuvieron que salir por el garaje de detrás al arrancar el agua la puerta de la casa de cuajo. "El agua nos venía por las rodillas y dijimos, 'tenemos que salir de aquí'". Se salvaron, ahora viven con su hija y esperan a que las paredes acaben de secar para poder empezar las obras de rehabilitación. Pedro va cada día y abre todo para ventilar, esperando el día a que los profesionales den el visto bueno para empezar los trabajos de reconstrucción de su hogar.

Fernando en su casa en Picanya junto al barranco del Poyo / / Miguel Ángel Montesinos
Cuatro generaciones de una familia en una casa agujereada por el agua
Fernando está sentado en una silla de plástico a las puertas de una casa que ha quedado destrozada por el agua. La pared que da al barranco es inexistente y desde la otra parte del pueblo se puede ver el comedor de la casa, bueno, el espacio donde estaba el comedor, ahora abierto al mundo. Su hermano Pepe le hace compañía. Toma el sol en la puerta de casa desde hace años.
De hecho, si uno busca su casa en Google Maps, no solo sale la casa, sino también Fernando, sentado en el muro y mirando al sol. Su casa fue destrozada por la dana. Una vivienda donde nació su abuelo, su madre, él mismo y sus hermanos y también sus hijos. Se salvaron de milagro, "al oír un ruido raro y ver que el barranco iba lleno, nos fuimos al piso de unos amigos. Y menos mal", cuenta mientras mira por la ventana que tenía en lo que era la cocina.
No saben si reconstruirán la casa. De momento, cuenta, tendrían que construir tres metros más alejados del barranco, pues la parte más cercana ya es inexistente. la estructura está apuntalada y ahora habrá que ver por dónde empezar. Ese es el punto en el que están tres meses después de la barrancada.

Fernando junto a su hermano Pepe a las puertas de su casa en Picanya, totalmente destrozada, junto al barranco del Poyo / / Miguel Ángel Montesinos
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