CATÁSTROFE
El pulmón verde de Valencia sigue irrecuperable tres meses después de la DANA
La DANA ha puesto en evidencia que cualquier esfuerzo por domar la naturaleza carece de sentido, por lo que técnicos del parque optan por la vía de la recuperación del parque fluvial más que por su reconstrucción
Las prioridades pasan por reabrir los caminos, construir badenes inundables de una orilla a otra y replantar la vegetación de ribera, todo bajo criterios de sostenibilidad y con un ojo puesto en la regeneración natural del ecosistema

El centro de interpretación y de visitantes del Parc Natural del Túria, en Vilamarxant, aún sepultado por cañas y lodo tras la riada. / / Daniel Tortajada
Amparo Soria
El Túria no dejó nada a su paso. El río junto al que crecieron los pueblos, las urbanizaciones y el esparcimiento, se lo llevó todo por delante. También han desaparecido los millones invertidos por parte de todas las administraciones, planes y líneas de financiación de mejora, adecuación, acondicionamiento de zonas naturales para convertir un río en un parque fluvial, desde Vilamarxant hasta Quart de Poblet. Todo ha quedado en nada. El esfuerzo de más de 30 años se ha borrado de un plumazo y ha puesto las cartas sobre la mesa: la naturaleza es indomable y sigue su curso al margen de los esfuerzos colectivos. No queda rastro de la vía verde, sepultada bajo toneladas de rocas, tierra y arrastres, que no han sido limpiados todavía tres meses después, tanto por sus dimensiones como por las prioridades de la emergencia, centradas en la reconstrucción urbana y de la movilidad. El agua del Túria, por ahora, discurre como si nada hubiera pasado, aunque en una y otra orilla, volver a la normalidad parece impensable.
A priori, no habrá una reconstrucción como tal. En el cuerpo técnico y de gestión del Parc Natural del Túria, que depende de la Conselleria de Medio Ambiente, se subraya que no es posible rehacer todo lo que se ha hecho en los últimos 30 años, así que apuestan por "recuperar" más que "reconstruir". Según la Conselleria de Medio Ambiente, la evaluación inicial de daños ascendía a 21,5 millones de euros. La prioridad es restablecer el perfil hidráulico y reinstalar los puentes que permitían recorrer ambos márgenes. Con la riada desaparecieron 19 pasarelas de madera, por lo que se apuesta ahora por construir badenes inundables que resistan mejor estas crecidas y que permitan cruzar de un margen a otro del río. Además, urge abrir de nuevo las rutas y aprovechar para solucionar un problema histórico, diferenciando las rutas peatonales, de las ciclistas y de las de uso de caballos. Todo enfocado a limpiar y reestructurar el cauce, pero dejarlo "diáfano". "Es un error pensar que volverá a ser como antes, tenemos que aprender de lo que ha pasado", señalan fuentes del parque.
En ese aprendizaje, cualquier intervención de consolidación del parque natural debe responder a los criterios de la sostenibilidad. La Coordinadora de Bosques del Túria subraya que el ecosistema ya ha comenzado su regeneración, por eso es prioritario comenzar con la reforestación de especies de ribera que resistan, ahora sí, la crecida de las aguas. El presidente de la coordinadora, Ángel Morales, reconoce que, aunque la prioridad es la normalidad en zonas urbanas, no se puede olvidar el parque natural ni supeditarlo a l'Albufera. Lo apuntala Robert Raga, presidente de la Asociación de Municipios del Túria: "El parque natural, l'Albufera y la Serra Calderona son las tres joyas de la corona del área metropolitana, pero quiero recordar que nuestro parque recibe un millón de visitantes al año a lo largo de los 48 kilómetros que ocupa. Por eso su intervención es prioritaria, porque en nuestro pulmón verde también se sustenta parte de nuestra economía local".
Las seis paradas clave del Parque Natural del Túria
El parque fluvial comienza en Vilamarxant, en el Centro de Interpretación del Parc Natural del Túria. La casa de madera que recibía a los visitantes está sepultada por las cañas y el lodo y estuvo cerca de ser completamente arrasada por la corriente, pero resistió. En los suelos de madera, el material de oficial convive con folletos y guías sobre un parque que ya no existe, y las oficinas están tapiadas para evitar pillajes. Se ven las huellas de la maquinaria que ha estado trabajando en la zona para retirar del cauce los vehículos arrastrados por la corriente, pero poco más se puede hacer porque ni siquiera quedan árboles, tan solo piedras de canto rodadas y nuevos meandros que el Túria ha abierto en este largo cauce que atraviesa la CV-50.
Más abajo, en el Parque Fluvial de Riba-roja de Túria, lugar icónico y referente para la comarca, la estampa no es mucho mejor, ya que los dos puentes desde donde se accedía han quedado inhabilitados. El de la CV-336 que conecta Riba-roja con l'Eliana y San Antonio de Benagéber está cerrado y dos de sus pilares están siendo derribados para construirlos de nuevo por daños estructurales irreparables. Junto a él, el histórico puente del Camí de les Ànimes se sostiene por sus arcadas centrales, pero a uno y otro lado no tiene conexión a tierra. Los militares del Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros número 12 del Ejército de Tierra construyeron una pasarela que soporta ahora todo el tráfico hacia un lado y otro de Camp de Túria.

En primer plano, el puente del Camí de les Ànimes de Riba-roja de Túria, completament edestrozado. Al fondo, la pasarela construida por la UME como acceso temporal. / / Daniel Tortajada
Bajo ambos puentes, el espacio recreativo a los pies de Riba-roja de Túria es ahora un gran descampado de arenas y piedras, con árboles arrastrados y las lonas negras instaladas un día contra la caña asiática colgando de los pocos troncos que aún quedan en pie. Eso sí, los primeros brotes verdes ya se ven entre el lodo: la propia caña, especie invasora de difícil eliminación, sigue su camino adaptándose a su nuevas condiciones.
La radiografía que hacen los gestores del Parc Natural del Túria es la misma: está todo arrasado. Precisamente, ponen el foco en las grandes inversiones realizadas para la eliminación de estos ejemplares con mallas textiles que no han resistido la fuerza del agua. En la Coordinadora de los Bosques del Túria añaden que habría que aprovechar esta circunstancia para no frenar los trabajos de eliminación de la caña, ahora que todas las tierras están corridas.
En los 27 kilómetros de recorrido de parque fluvial, solo dos rutas no han sufrido daños. Raga recuerda que el Parc Natural del Túria se divide en dos: el parque fluvial y el natural, donde se incluye les Rodanes, en Vilamarxant, que no ha sufrido prácticamente ningún percance. Los otros cuatro recorridos, dentro del cauce, están impracticables, sobre todo porque las pasarelas de madera que unían uno y otro margen han sido arrastradas por el agua. En total, 19 puentes destrozados, que se suman a diversas infraestructuras hidráulicas como los colectores.
A dos incendios, una riada
En otro punto referencial del parque fluvial, en la urbanización Masia de Traver, varios vecinos salen con su perro en torno a las 10 de la mañana en el paseo diario. David López y Julio Caballer muestran cómo era esta zona hace tres meses: verde y frondosa. "Este año hemos sufrido dos incendios y cuando parecía que la naturaleza empezaba a recuperarse, ha venido este desastre", afirma López. "Sabemos que no son pérdidas humanas, que es lo más importante, pero hemos perdido nuestro esparcimiento", señalan.

David López y Julio Caballer, el lunes, paseando por el parque fluvial del Túria en Masia de Traver, donde residen. / / Daniel Tortajada
Allí han resistido algunos chopos y olmos, pero el bosque que se formaba con los álamos y el espino negro ha desaparecido. El cuerpo técnico del Parc Natural también apunta a que el río ha cambiado el cauce, tal como publicó este diario hace unas semanas, y hay que estudiar ahora por dónde discurre y qué elementos han quedado visibles, como una gran escollera que el vecindario no sabía ni que existía y que servía para desviar el agua de las viviendas. De hecho, son los vecinos y vecinas los que han comenzado su propia reforestación con algunos ejemplares de árboles en este margen del río, para agilizar las tareas de recuperación.
Unos trabajos que en la Coordinadora de Bosques creen "fundamentales". De hecho, este sábado tienen ya prevista una acción en Riba-roja de Túria para replantar especies de ribera como sauces, olmos, tamaris, adelfas o chopos, alineados con el planteamiento de la Conselleria de Medio Ambiente, quien cree "primordial" recuperar el ecosistema de bosque de ribera de forma progresiva.
Las mismas fuentes del Consell explican que los trabajos de adecuación que está llevando a cabo Vaersa están centrados en adecuar zonas con arboledas y recuperar parcelas con platones supervivientes. Además, se está realizando un seguimiento de la evolución de la flora, y será en primavera, cuando todos los elementos que hayan sobrevivido puedan rebrotar, cuando se haga una verdadera valoración del estado en el que ha quedado la vegetación.
Los vecinos también apuntan a que el cauce del río ha cambiado, como ha sucedido en el resto de municipios por donde pasa. En Manises, en la playa fluvial infantil, más conocida como 'La Presa' por ser una zona de baño en el río, el panorama no es mejor: las infraestructuras de esa presa, excepto el hormigonado en el suelo que canaliza las aguas, está todo destrozado y los accesos traseros de la depuradora, desaparecidos. Los arrastres de troncos y cañas aún están enganchados a la torre que antes sujetaba una pasarela, que ha desaparecido también por la corriente. Lo único que recuerda a lo que antes era esta zona es una furgoneta camperizada que está aparcada en la zona de vehículos, pero las orillas no están accesibles, sino que las escorrentías, trozos de hormigón y grandes piedras están por todas partes.
Huertas inundadas
Ya en Manises, bajo la N-220 que da acceso al aeropuerto, una decena de casetas de campo han desaparecido. La envergadura de lo que se ha perdido se ve mejor en las imágenes por satélite anteriores a la dana, donde se aprecia claramente cómo una zona de huertas invadía el cauce del Túria. Varios campos han sobrevivido a la inundación, como queda patente por las acequias que les rodean e incluso un espantapájaros que ha quedado en pie. Pero dos furgonetas y lo que queda de varias casas dan testimonio de que el agua no tuvo compasión en esta zona, cerca ya del Plan Sur y con un cauce lo suficientemente ancho como para que el agua no llegara a los edificios que en Manises lindan con el río.

Casetas destruidas en el cauce del Túria, que quedaron arrasadas con la crecida del río, que se llevó por delante construcciones y huertas bajo el puente del aeropuerto. / / Daniel Tortajada
En el último tramo del río, antes de llegar a Mislata y València, la devastación también es total. En Quart de Poblet comenzaron a rehabilitar este ecosistema en el año 2000, y en 2018 se firmó una colaboración con la Fundación Limne para crear un Centro de Interpretación que sí se ha salvado. Todo el trabajo sobre biodiversidad y reintroducción de flora autóctona ha sido arrasado, precisamente, por la juventud de los ejemplares que habían sido plantados, y en su lugar hay ahora una gran explanada por donde el río discurre sin un cauce exacto, abriéndose meandros alrededor.
Adaptarse al ecosistema
Raga recuerda que, entre las grandes obras pendientes y a largo plazo, la Asociación de Municipios del Túria había acordado con la Confederación Hidrográfica del Júcar la construcción de, al menos, una retención de agua entre Pedralba y Vilamarxant para intentar frenar el la fuerza del caudal en circunstancias como la dana. Tanto la asociación municipal como la coordinadora y la dirección del parque tienen clara una previsión: los fenómenos meteorológicos como la dana volverán a suceder y lo único que las administraciones pueden hacer es aprender de lo vivido y, en lugar de cambiar el ecosistema, adaptarnos a él.
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