Salud mental

La epidemia invisible del suicidio policial: no se habla de ello, pero los datos son contundentes

Los agentes sufren un 62% más de muertes autoinfligidas, pero no buscan ayuda por prejuicios y miedo a perder su condición

La epidemia invisible del suicidio policial.

La epidemia invisible del suicidio policial. / LNE

Luis Ángel Vega

"Llegué a un punto en 2015 en que después de tanta presión, sufrí tal dolor en la espalda que no podía ni mover las piernas. Con 41 años me vi en silla de ruedas. Fue entonces cuando quise quitarme la vida, tomando pastillas. Fue mi madre la que me salvó la vida. Tardé un año en volver a andar", relata Alberto Martín, antiguo ertzaina (policía vasco) y presidente y fundador de la Asociación Andaluza Preventiva del Suicidio Policial (AAPSP).

Se trata de un fenómeno, el del suicidio de los agentes de la ley, mal conocido y que sólo desde hace unos pocos años ha empezado a suscitar preocupación. No hay estadísticas fiables, y la propia cultura policial impide detectar a tiempo los casos que pueden terminar en tragedia. Se considera que la prevalencia del suicidio es un 62 por ciento superior entre las Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, integrados por 233.000 agentes. Se habla de 60 casos de suicidios en 2023.

Alberto Martín, víctima del "estrés del norte", la pesadilla de ser policía en el País Vasco en un momento en que "la muerte de un agente se consideraba normal por el simple hecho de llevar un uniforme", reconoce que la tensión es normal en una profesión que consiste en realizar acciones extraordinarias. "A nadie le enseñan a enfrentar un tiroteo. Hay que preparar emocionalmente a los policías", sentencia. Con 24 años de edad, Martín fue el agente encargado de comunicar a la familia de Miguel Ángel Blanco que éste había sido tiroteado por los etarras. "No hay recursos para afrontar esa carga", asegura. Y añade que las adicciones suponen un factor que coadyuva al suicidio, al desinhibir a quienes tienen la tentación de quitase la vida.

El suicidio anuncia su llegada. "Hay unos indicios que pueden indicarnos una ideación autolítica, como la falta de higiene, entregar cosas muy personales a modo de despedida o la verbalización del deseo de quitarse la vida", dice Martín. Frases como "esta vida no merece la pena vivirla" o "estaría mejor muerto" son indicios que deberían motivar la acción entre quienes rodean a presuntos suicidas.

Martín añade la poca empatía de los mandos, sobre todo los intermedios, y también el síndrome de "burnout", la frustración que se va acumulando en una profesión "en la que convives con los veinte peores minutos de cada persona, pero nadie lidia con los tuyos, nadie está preparado para escuchar". En efecto, entre las causas del suicidio más relevantes se exponen los problemas emocionales (39 por ciento), seguidos de los trastornos psiquiátricos (11 por ciento), las dificultades económicas (6 por ciento) y los problemas físicos (2 por ciento). Martín añade que el "uniforme es una tela y una coraza, pero somos de carne y hueso".

"El agente teme ser visto como alguien vulnerable por la ciudadanía, sus jefes y sus compañeros"

Tomás García Castro

— Capitán de la Guardia Civil

Tomás García Castro (Valdepeñas, Ciudad Real, 1970), capitán jefe de la Oficina de Prevención de Riesgos Laborales de la Comandancia de la Guardia Civil de Murcia, ha estudiado a fondo el problema del agente quemado y suicida. En su libro "Regresar vivo a casa", una frase que sacó de la película "Los Intocables de Elliott Ness", aborda todos los riesgos para la salud de las fuerzas de seguridad, incluido el síndrome de "burnout" y el suicidio. Hace un par de meses publicó un artículo en la revista oficial del Instituto Nacional de Seguridad de Trabajo sobre "Estrés Laboral, Salud Mental y Suicidio y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad", donde reseña multitud de estudios a nivel internacional.

"Esos estudios vienen a demostrar que los cuerpos policiales son colectivos profesionales que están sometidos a niveles de estrés y violencia externa en el trabajo de manera muy importante", indica. Y luego añade que "hay riesgos psicosociales, sobre todo relacionados con el estrés, que son inherentes a la propia tarea policial y no se pueden evitar. Es decir, si tienes que enfrentarte a un delincuente armado, pues eso difícilmente se va a poder evitar. O si tienes que acudir a un accidente donde va a haber heridos graves o muertos, o tienes que ir a una catástrofe o tienes que atender a una persona de violencia de género, o a un menor que es muy vulnerable, eso es muy complicado".

"Lo que cabe en ese caso es intentar hacer una buena selección del personal en el momento del ingreso, prepararlo psicológicamente después para que sepa que esas situaciones se pueden producir en su profesión y luego darle cierta formación o adiestramiento en el manejo del estrés para esas situaciones", indica García Castro.

"Luego hay otro grupo de riesgos psicosociales que son los de cualquier empresa, que están más relacionados con la carga de trabajo, con los horarios, con las relaciones interpersonales de los compañeros, que en ese caso sí que se pueden evaluar más tardíamente y dictar las medidas preventivas, como incrementar el personal, por ejemplo, o darle ciertas habilidades a los policías para manejar esa carga de trabajo tan elevada. Hay que venir con una cierta predisposición, una cierta conformación", sostiene.

Para ser policía, agrega, hay que tener un perfil determinado: "Por eso en las pruebas de selección hay una serie de test de personalidad, de inteligencia, hay que pasar una entrevista con un psicólogo, con un oficial operativo. Hay aspirantes que no pasan esas pruebas, porque se ve que no tiene un perfil".

Por otro lado, "el mando es importante, como en cualquier empresa". El ejercicio de mando, de las relaciones interpersonales dentro de la propia unidad policial, es una fuente de estrés. "Cuando el mando no tiene las habilidades ni los conocimientos para manejar al personal o el trabajo en equipo, cuando se carece de empatía, asertividad o capacidad de escuchar, o sea, de lo que son habilidades sociales... como en cualquier empresa, cuando uno tiene un mal jefe, eso repercute y puede ser una fuente de estrés muy importante y, por lo tanto es un elemento que hay que evaluar y que puede requerir medidas preventivas para que no se convierta en una fuente de conflicto, como ocurre con los compañeros tóxicos. Hay que intentar tener unas relaciones interpersonales dentro del trabajo que sean positivas y favorables", señala.

El uniforme es una tela y una coraza, pero somos personas de carne y hueso

Alberto Martín

— Presidente de AAPSP

El hecho de tener un arma es otro factor que coadyuva a un mayor número de suicidios. "Nuestra herramienta de trabajo es el arma, que es un equipo de trabajo letal, por lo que estamos sometidos a una serie de controles, tanto en el ingreso como luego en nuestra vida profesional. Nosotros pasamos los exámenes de vigilancia de la salud. Los reconocimientos médicos incluyen pruebas para comprobar que el guardia civil o el policía continúa teniendo esa salud mental necesaria para portar un arma que puede utilizar en un momento dado contra sí mismo o contra terceras personas. El 80 y pico o el 90 por ciento de los suicidios de los agentes se produce con su arma reglamentaria", indica García Castro.

"Hay que tener en cuenta también la carrera profesional, el trabajo, que a veces puede ser muy estresante, sobre todo cuando ese estrés se convierte en crónico. La gente se siente estancada, y tenemos a menudo muchos destinos con los ascensos, con las especialidades, que son un lastre que a veces se acaba pagando. No acabamos de echar raíces en un sitio, la familia también lo sufre. A veces vivimos en cuarteles, y es complicado desconectar del trabajo en ocasiones. Entonces, es un cúmulo. El suicidio siempre es multicausal: hay causas personales, hay causas familiares, hay causas laborales. La solución debe ser igualmente variada. Adoptar medidas preventivas que influyan en todos esos ámbitos", resalta el capitán de la Benemérita.

García Castro señala que "los mandos tienen que estar alerta cuando ven indicios, señales que suele dar el suicidio: desprenderse de objetos; hablar de la muerte; conductas peligrosas como la conducción temeraria de vehículos que evidencia cierto desprecio hacia la vida; se descuidan ciertas condiciones de aseo personal... Hay que estar muy pendiente para ponerlo en conocimiento de los allegados, de la familia, de los compañeros, de los jefes".

De manera inmediata, lo que se hace es "retirar el arma y luego invitarle a recibir terapia, tratamiento para intentar solventar esa situación que puede estar pasando". Los cuerpos policiales, añade, suelen ser un colectivo que está poco sensibilizado con el tema de la salud mental: "El agente de policía teme que el resto de compañeros, de ciudadanos, de jefes, lo vean como alguien vulnerable, porque está pasando por un periodo de ansiedad, de depresión. Tiene como consecuencia que no pida ayuda. La familia lo nota también, porque son los que mejor conocen al policía, y seguramente están aconsejando que vaya al psicólogo, que vaya al psiquiatra, pero no es fácil. El policía o el guardia civil a menudo lo niegan, dicen que están bien, lo llevan en silencio, precisamente porque temen que el mostrarse vulnerable pueda afectarles en su vida profesional, entre otras cosas porque van a retirarles el arma".

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