Plan de protección digital a los menores
Telmo Lazkano, experto en salud digital: "Con 12 años el cerebro de un niño no está preparado para un uso responsable del móvil"
Miembro del comité de especialistas convocado por Juventud e Infancia para trazar un plan de protección infantil digital, propone que los menores de 14 a 16 años reciban formación sobre el negocio y las técnicas de industria tecnológica

El profesor y divulgador Telmo Lazkano, experto en educación y salud digital. / / O. P.
Olga Pereda
Autor del ensayo ‘Las voces del silencio, la salud mental adolescente en la década del cambio’, el profesor y divulgador sobre educación y salud digital Telmo Lazkano forma parte del grupo de 50 expertos reunidos por el Ministerio de Juventud e Infancia para trazar un plan de protección digital a los menores. El documento, que está a punto de publicarse, servirá para enriquecer la futura ley que tiene por objetivo, entre otros muchos, evitar que los niños y las niñas accedan a contenidos 'online' inapropiados.
El departamento que dirige Sira Rego ha convocado a 50 especialistas. El asunto es grave.
No puedo hablar en nombre del comité sino en el mío propio. Estamos delante de problema de salud pública con muchas aristas. No solo la salud de los jóvenes está en juego, también la privacidad y muchas otras cosas.
Hay voces autorizadas que piden más educación y menos prohibición.
Es cierto y comprensible hasta cierto punto si se enfoca con esa dicotomía. Cambiemos el enfoque ‘educar o prohibir’ porque una cosa no quita la otra, igual que el alcohol o el carnet de conducir. No sé si se restringirá o no, pero la futura legislación no vendría a reducir derechos, sino a salvaguardarlos. Cuando le damos un 'smartphone' a un niño no le abrimos una puerta al mundo, sino le abrimos al mundo una puerta de acceso directo a nuestro menor en un momento que no está preparado. En ese mundo hay mucha gente, las tecnológicas con sus intereses, la industria pornográfica, los pedófilos... No se le prohíbe nada al niño. Con las discotecas pasa lo mismo. No se impide a ningún menor que entre en una, se le prohíbe al dueño de la discoteca que los menores accedan. De todas formas esto es una cuestión que va mucho más allá del mero dilema de la edad. Aquí hay muchos actores implicados, menores, escuelas, familias, instituciones e industria.
Cuando le damos un 'smartphone' a un niño no le abrimos una puerta al mundo, sino que brindamos un acceso directo a nuestro menor a las tecnológicas, al porno o a los pederastas
¿A qué edad le deberíamos entregar un 'smarthone' a nuestros hijos?
Hay que retrasar la edad, ya sea por un pacto social o por una ley. Hay evidencia científica muy sólida que indica que cuanto antes se le dé a una persona un producto con acceso a internet aumentan las probabilidades de desarrollar un problema de salud mental o conductual y, por el contrario, no aporta beneficios sustanciales que compensen esos riesgos. Pero es primordial dar educación desde el principio. Retrasar la edad por retrasar no va a solucionar mucho. Tienes que educar a esa persona y darle recursos. La base de la libertad es el conocimiento. Es decir, poder elegir. Para poder escoger entre la puerta A o la puerta B tienes que saber qué hay detrás de ambas puertas.
Hay que retrasar la edad de entrega del primer móvil, ya sea por un pacto social o por una ley
¿A qué nos arriesgamos si no retrasamos la edad?
En la última década, sobre todo gracias al discurso hegemónico de las tecnológicas, se ha puesto encima de la mesa un dilema: usar los dispositivos bien y usarlos mal. Eso banaliza la identidad real de muchas de estas aplicaciones y pone toda la responsabilidad en el usuario. No estamos hablando de una tecnología neutra, no estamos enseñando a una persona a andar en bicicleta. Lo que estamos haciendo es ayudar a una persona a que desarrolle capacidades para que pueda entablar una relación saludable con algo que ha sido diseñado para ser altamente adictivo. Si no tienen esas capacidades aumentarán las posibilidades de sufrir las consecuencias, problemas de salud mental, déficit de atención, 'ciberbullying'... Los datos que proporciona el informe 'Facebook Files' al respecto son muy esclarecedores. Recordemos que, en EEUU, la empresa Meta ha sido demandada en 41 estados federales por fomentar problemas de salud mental y adicción entre menores. Lo mismo está pasando con TikTok.
El dilema de usar bien o mal el dispositivo banaliza el problema: debemos ayudar a que se desarrollen habilidades para tener una relación saludable con algo diseñado para ser altamente adictivo
¿Los teléfonos inteligentes no son neutros?
Las redes sociales y videojuegos con 'lootboxes' (diseño adictivo), que es para lo que la mayoría de adolescentes usan un 'smarpthone', no son una tecnología ética a nuestro servicio. Ya en el mismo titular está el engaño. No están hechas para socializar. Su diseño es asocial, el objetivo es mantener a esa persona cuanto más tiempo delante de la pantalla. Primero hay que comprender esta tecnología y segundo, hay que saber en qué manos las dejamos. Es decir, comprender las leyes naturales de un adolescente, de su cerebro. No se le puede pedir un uso responsable a una persona que no puede hacerlo, hay que mirar las dos caras de la misma moneda.
En EEUU, la empresa Meta ha sido demandada en 41 estados federales por fomentar problemas de salud mental y adicción entre menores; lo mismo está pasando con TikTok
¿Cuándo lo pueden hacer?
La madurez completa del cerebro llega a los 25 años. A los 16-18 se da un punto de inflexión muy importante, de ahí que sea la edad para que sea legal el consumo de alcohol o poder conducir. Un adolescente tiene una determinada sinfonía cerebral: la amígdala está lejos de su desarrollo, el hipocampo no tiene suficientes experiencias enriquecedoras y, sobre todo, al córtex prefrontal le queda mucho por avanzar. En cambio, el accumbens (buscador de placer) está prácticamente desarrollado. Esto explica que todo adolescente, de manera natural, sea sumamente impulsivo y anteponga los premios a los riesgos. Tienen serias dificultades de prever las consecuencias a medio-largo plazo de sus acciones y les cuesta decir basta sobre algo placentero. Es imposible que un niño de 12 años haga un uso responsable de la tecnología porque su cerebro no está preparado y porque la propia tecnología busca explotar las vulnerabilidades de ese cerebro mediante gratificaciones inmediatas y diferentes técnicas psicológicas y tecnológicas. Hemos dejado una herramienta sumamente potente en manos de una persona que no es capaz fisiológicamente. Si somos sinceros, reconoceremos que los adultos también tenemos serias dificultades. El cambio comienza en nosotros, dando ejemplo y educando holísticamente. No podemos pedir aquello que nosotros no somos capaces de hacer.
La madurez completa del cerebro llega a los 25 años, pero de los 16 a los 18 se da un punto de inflexión importante, de ahí que sea la edad legal para el consumo de alcohol o conducir
¿Qué soluciones tenemos?
Esta tecnología ha venido para quedarse, pero la pregunta es cómo y en qué sentido. Las redes sociales no van a desaparecer y, además, si tenemos madurez, conocimiento y recursos podemos llegar a controlarlas y nos pueden ofrecer grandes ventajas. Así que nosotros planteamos tres pasos. La educación está desde siempre, pero entre los 14 y 16 años se abre una ventana cognitiva. El adolescente tiene que entender qué hay detrás de la pantalla antes de ponerse delante de una. Esa etapa que planteamos es algo así como estudiar el examen teórico del carnet de conducir. Le enseñamos el negocio de las tecnológicas, qué técnicas usan y sus consecuencias.
¿Sin acceso al móvil?
De los 14 a los 16 pueden hacer uso de determinadas aplicaciones, por ejemplo, desde el teléfono de las familias. Pero el punto de vista de las madres y los padres tiene que ser pedagógico, el menor no puede tener perfiles propios. El niño tiene que saber en qué se basa el negocio de las multinacionales, que se supone que son gratis para el usuario. ¿Cómo es posible que ofreciendo algo gratis se hayan convertido en las empresas más ricas del mundo?
Entre los 14 y 16 años deben aprender el negocio de las tecnológicas y qué técnicas usan: pueden usar app desde el móvil de la familia, pero no puede tener perfiles propios
Porque les entregamos nuestros datos.
Y esos datos los venden, hacen dinero con ellos. Para conseguir tus datos, cuanto más tiempo pasas delante de la pantalla, mejor. Como te decía, hay que hablar a los adolescentes de cómo funciona la tecnología y las consecuencias, que van más allá de los problemas de salud mental o conductuales e incluyen también las 'fake news'.
¿Y la siguiente fase, a partir de los 16 años?
Cuando ya sabes lo que hay detrás de la pantalla, de los 16 a 18 años es un buen momento para hacer prácticas. Igual que en el carnet de conducir. Tendrán su primer 'smartphone', pero van a estar acompañados gracias a una estrecha relación de confianza con sus progenitores. A partir de los 18 obviamente serán libres, pero también serán los únicos que hagan frente a las consecuencias.
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