NOVEDAD EDITORIAL
Lo que nos cuentan las vulvas, penes gigantes o coitos de las iglesias románicas: "La clave del poder en la historia es el control del sexo"
'El sexo en tiempos del Románico', escrito por la doctora Isabel Mellén, explora la relación entre nobleza y clero entre los siglos XI y XIII, cuando el control del linaje y la fertilidad protagonizaron la lucha por dominar la sociedad
Ángeles Castellano
Vulvas y penes gitanes, cuerpos desnudos, besos entre hombres o sexo explícito en capiteles y otros adornos de las iglesias románicas. Entre los siglos XI y XIII hubo una feroz lucha por el poder entre la nobleza y el clero. Y el control del sexo estuvo en el centro. Para la nobleza, porque para consolidarse en el poder necesitaba exhibir que formaban parte de linajes fuertes -la reproducción estaba en el centro de la conversación- y para la iglesia, porque aislando a los individuos y controlando esa reproducción, tanto entre religiosos como en la sociedad laica, podía acceder al poder. Es la tesis de arranque de 'El sexo en tiempos del Románico', escrito por la doctora en Filosofía, historiadora e investigadora Isabel Mellén (Vitoria, 1986), y publicado recientemente por la editorial Crítica. "La clave del poder en la historia es el control del sexo".
Mellén inició una investigación sobre el papel de las mujeres en la construcción de los templos románicos ('Tierra de damas. Las mujeres que construyeron el románico en el País Vasco', publicado por San Soleil ediciones) y cuando estaba inmersa en ella se dio cuenta de que la representación de la sexualidad en las iglesias de la época era algo muy evidente. Así que decidió continuar esa línea de investigación. Lo que descubre su libro es revelador, sobre todo, porque aleja la mirada lasciva de la iconografía: no se trata de románico obsceno, ni de arte pornográfico. Tampoco de un intento de aleccionar a la población.
"Este tipo de representaciones plasman una mentalidad, principalmente lo que hay es una oda a la fertilidad", explica Mellén. "Había una intención de mostrar clase social, de crear una imagen pública, y de atraer o presumir de las estirpes".
La obsesión de la nobleza, explica Mellén, era el linaje. La pureza de la sangre, perpetuar la dinastía, que creciera y obtuviese más poder. "La sexualidad de la que hablo en el libro va mucho más allá de la cruda genitalidad, he intentado explicar las imágenes que normalmente no consideraríamos sexo, pero forman parte de la sexualidad humana", explica la autora.
El tiempo y el espacio
La investigación de Mellés se centra, sobre todo, en la zona norte de España (cornisa cantábrica y norte de Castilla), pero admite que este es un fenómeno que aparece en toda Europa. Y aunque se refiere al arte románico de forma genérica, su investigación se acota a los siglos XI a XIII. "En el siglo XIII hay un cambio de mentalidad muy fuerte, se impone una corriente en la iglesia que aumenta la represión sexual, las mujeres van perdiendo derechos y empieza a ser delito la homosexualidad".
Hasta ese momento, explica Mellén, la sexualidad está todavía muy apegada a la antigüedad clásica. La homosexualidad no está penalizada y tiene más que ver con la clase social que con los gustos individuales. "La Edad Media es una época súper elitista", afirma la investigadora. El incesto (con familiares a partir del segundo grado) es frecuente y el tamaño de los genitales se considera relacionado con el éxito en la fecundación (un pene grande está considerado más placentero y, como consecuencia, más proclive a procrear).
La fertilidad y el linaje
Todo esto se refleja en la decoración de las iglesias financiadas y levantadas por la nobleza. "Me atrevo a decir que desde los inicios de la humanidad, en cuanto aparecen las primeras imágenes en las cuevas, son de gente desnuda, hay coitos, se trata de representar el milagro de la vida, que es un tema central para la propia pervivencia de la especie", afirma rotunda Mellén. "La anomalía histórica es la situación de tabú absoluto que tenemos con el sexo en los dos últimos siglos, cuando es algo que necesitamos para sobrevivir como especie y que marca tanto la relación entre las personas como las relaciones de poder".
Mellén añade un elemento clave en la etapa que analiza: el sexo no es algo privado, como en la actualidad, sino que tiene consideración pública. "Entre otras cuestiones, el matrimonio civil no se consideraba efectivo hasta que no se consumaba", aclara. Las familias acordaban los matrimonios, entendidos como acuerdos sociales, alianzas estratégicas y políticas. El objetivo era la continuación y fortalecimiento de los linajes. Por esto, la consumación del matrimonio era un elemento fundamental y necesitaba de testigos.
Y si no había coito y por lo tanto se evitaba una posible fecundación, el sexo fuera del matrimonio no estaba penalizado. Los cabezas de familia, incluso, podían beneficiarse del amor cortés de sus esposas con otros hombres de menor rango en la jerarquía familiar como un juego de lealtades. "Al final esto funcionaba mucho como una mafia, lo que importaban eran las redes clientelares", ejemplifica Mellén.
Las creencias sobre la concepción, en aquel momento, tienen importancia en cómo se representa. Además de la importancia del tamaño de la genitalidad, se pensaba que si no había orgasmo femenino en el coito no se producía la fecundación. "Esto era un problema para las mujeres en caso de violación, por ejemplo, pero también es fácil pensar que los nobles de la Edad Media estaban más preocupados por el placer de sus mujeres que en otros momentos de la historia", explica Mellén.
El papel de las mujeres
La desnudez no era un tabú. El pecho femenino no estaba tan sexualizado, sino que se le daba el valor de alimentar a la descendencia, la fortaleza del linaje también dependía de unos pechos grandes y con mucha producción de leche. Por esto, no sólo las mujeres, también la Virgen María aparece en ocasiones con los pechos al aire. Los partos, considerados como la guerra de las mujeres por la alta probabilidad de perder la vida, también están fuertemente representados. A través de algunas de las vulvas encontradas por Mellén para su libro asoman pequeñas cabezas simbolizando los hijos del linaje.
Las mujeres, pues, tenían un papel fundamental y central en las representaciones. Por un lado, por ser responsables últimas de continuar y conservar el linaje a través de los hijos (con un papel muy activo además en el control de los embarazos y partos). Por otro, porque eran las depositarias de los rituales en relación a la dinastía, como los enterramientos familiares y la religiosidad.
Sin embargo, la investigadora advierte varias veces en el libro que no estamos hablando de una sociedad igualitaria, sino fuertemente patriarcal. "La sociedad medieval era extremadamente violenta", afirma Mellén. "Se utilizan metáforas sexuales que hablan de introducir una lanza en la herida, arar la tierra... imponen una idea de sometimiento de la mujer que se ha mantenido hasta hoy".
En las representaciones del arte románico está todo perfectamente codificado. "Yo estoy muy agradecida, porque nos da muchísima información", indica la investigadora. Las ropas y la manera de presentar el cabello de las mujeres (nobles) indica su disponibilidad sexual (cabello suelto ordenado, soltera y casta, corto o tapado, casada) y su poder, "porque cuando se casaban comenzaban a participar en la vida pública y a tomar decisiones sobre el linaje, era un símbolo de estatus", explica la autora. También en los hombres. Llevar barba era un símbolo de virilidad y de madurez sexual. Cuanto más larga, mejor. "En algunos fueros, incluso, he encontrado vestigios de que tocar la barba a un hombre estaba muy penalizado, porque ataca directamente a su masculinidad", indica. "En esa época los hombres ya sentían que su masculinidad era constantemente vulnerada por cualquier chorrada".
En frente, la iglesia
Esta exhibición de poder y reivindicación del linaje por parte de la nobleza tenía en frente a la propia iglesia, que vivía sus propias pugnas internas y su lucha por imponerse sobre el poder secular. "La iglesia quiere el poder político y para poder controlarlo tiene que controlar cómo se conforman las estructuras de linaje y los cuerpos de las mujeres, que son quienes lo transmiten". Y añade: "Hacia dentro, también les interesa tener individuos radicalizados y aislados, y por esto impone el celibato. Las mujeres suponen un problema muy grande". La reforma gregoriana, que impulsa las órdenes monásticas (como la de Cluny o la de Cister) se impuso. La nobleza, para conservar sus privilegios, terminarían siendo sus aliados.
Este proceso histórico culminaría en el control de la iglesia sobre la sociedad en los siglos XIX y XX. El libro arranca con varios episodios de vandalismo, que se ha dado en diferentes periodos de la historia, queriendo tapar los desnudos en obras de arte o destrozando genitales o escenas consideradas obscenas. Preguntada por la relación actual de la iglesia con este tipo de representaciones, Mellén elude dar una respuesta. "Tengo mis experiencias personales, pero prefiero no contarlas en una entrevista", responde. "Es una anomalía histórica que ahora no se pueda mostrar un cuerpo desnudo, especialmente en femenino, porque la mirada sexual lo contamina todo".
Las mujeres en la historia
La suya es una investigación pionera, porque aunque admite que su investigación se apoya en el trabajo que han hecho antes otras investigadoras, no hay muchos historiadores que profundicen en esta pugna por el control del sexo como motor de la historia. Además de su trabajo como investigadora acerca del románico con perspectiva de género, Mellén es profesora de Filosofía en la UNED y la UNIZAR y mantiene, junto a Naiara López de Munain, el podcast 'Divulvadoras de la historia', en el que abordan la historia con perspectiva de género y humor.
Después de publicar este libro, que le ha costado dos años terminar de desarrollar (con una maternidad en medio), la autora cree que aún le queda mucha investigación. "Hay que poner el foco en cómo se organizan las sociedades según la distinción del género, queda mucho trabajo por hacer y muchísimas historias que recuperar".
'El sexo en tiempos del románico'
Isabel Mellén
Editorial Crítica
296 páginas | 23,90 euros
- Los okupas del apartahotel de Cala Bona dicen que pagaron el ‘alquiler’en Manacor y en Son Gotleu
- Intervienen en Baleares 13 armas de airsoft que superaban el límite de potencia de disparo
- El tardeo de Sant Sebastià se desborda y obliga a cerrar la plaza de Cort: los asistentes se saltan el cordón policial
- Pollença: El joven Jaume Coll logra la hazaña del Pi de Sant Antoni
- Los tres últimos okupas abandonan el apartahotel de Cala Bona tras alcanzar un acuerdo y no ser denunciados
- Jesús Soler Cabrera: «Soy de Son Roca, vivo en Filadelfia y sé por qué votan a Trump»
- Presentan 131 firmas de vecinos de Calvià vila en defensa de la acogida de los menores migrantes
- Culminan la subida al Pi de Sant Antoni del Moll de Pollença