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Manuel Sans Segarra, cirujano: "Las experiencias cercanas a la muerte confirman que después de morir seguimos existiendo"
El antiguo jefe del servicio de cirugía del hospital de Bellvitge publica un libro donde recopila y analiza testimonios de pacientes que volvieron a la vida después de haber estado clínicamente muertos

Manuel Sans Segarra, cirujano y estudioso de las experiencias cercanas a la muerte. / XAVIER AMADO
Juan Fernández
Dirigió el servicio de cirugía del hospital de Bellvitge (Barcelona), introdujo la técnica de la laparoscopia en España, enseñó medicina en la universidad y acumula incontables galardones médicos, un saldo más que suficiente para disfrutar hoy orgulloso y relajado de su jubilación. Sin embargo, a sus 81 años, Manuel Sans Segarra se dedica a dar conferencias en grandes foros y suma dos millones de seguidores en TikTok e Instagram. Quienes le escuchan sin parpadear en vivo o en las redes no están interesados en el manejo el bisturí, sino en las experiencias cercanas a la muerte (ECM) que ha investigado y que ahora explica en el libro ‘La supraconciencia existe. Vida después de la vida’ (Planeta).
¿Cómo surgió su interés por el tránsito de la vida a la muerte?
A partir de un caso que viví en urgencias con un paciente que conseguí recuperar tras quedar clínicamente muerto. Cuando despertó, contó cosas que habían pasado mientras él estaba sin actividad neuronal, algo que contradice las leyes de la medicina. A otra paciente le pasó lo mismo. Cuando logré reanimarla, me contó que había estado viajando por el hospital y me detalló lo que había visto. Miré los ordenadores, hablé con los compañeros y su relato coincidía con lo que había ocurrido.
¿Esto es habitual?
No, pero aquello me impactó tanto que empecé a investigar las experiencias cercanas a la muerte, o ECM, y descubrí que hay muchos estudios publicados por médicos de gran prestigio en libros y revistas científicas muy respetadas de todo el mundo donde se reportan miles de casos con vivencias parecidas.
¿Qué cuentan?
La primera sensación que tienen es que salen del cuerpo y contemplan desde arriba lo que ocurre en ese lugar. También tienen una asombrosa facilidad para desplazarse, incluso a grandes distancias. Hay quienes relatan hechos ocurridos en esos instantes en las antípodas que luego se comprobaron reales. Y suelen comunicarse con unos seres, que llaman seres de luz, que les ayudan y orientan. A menudo contactan con seres queridos fallecidos. Una paciente me contó llorando que había hablado con su madre y que había llegado a abrazarla. Dicen que ven pasar sus vidas como en una pantalla, y hablan de la presencia de una luz que les transmite una gran sensación de paz que les invita a quedarse.
Pero no se quedan.
No, al menos los que los médicos hemos recuperado. Suelen contar dos motivos para su vuelta a la vida. Unos lo hacen porque esos seres de luz con los que han contactado en ese estado les dicen que deben volver para terminar su ciclo vital. Otros regresan porque al ver su vida pasar ante sus ojos, se sienten impresionados por algo que han hecho en el pasado y que necesitan arreglar, a menudo por algún perjuicio que han causado a alguien.
¿Esos testimonios podrían estar relacionados con alguna actividad neuronal latente en esos instantes?
Como médico y científico, eso es lo primero que pensé, que podía tratarse de estados alterados de conciencia, de alucinaciones. Pero hablé con psiquiatras y psicólogos y lo que me contaron sobre las alucinaciones no coincide con estas vivencias. Todas las ECM siguen una estructura lógica, pero las alucinaciones son absurdas, carecen de sentido. Además, estas personas suelen coincidir en el mismo relato, pero no existen dos alucinaciones iguales. Y hay algo muy importante: quien sufre una alucinación trata de olvidarlo o de ocultarlo, pero quien vive una experiencia cercana a la muerte la tiene siempre muy presente y le cambia la vida. Clínicamente, las ECM y las alucinaciones no tienen nada que ver.

Manuel Sans Segarra, cirujano y estudioso de las experiencias cercanas a la muerte. / XAVIER AMADO
¿Qué explicación les da?
Yo soy médico y en mi vida me he guiado siempre por el método científico. No soy vidente, ni médium, ni hablo de trascendencia ni de religión. Pero la ciencia médica tradicional no da una explicación a este fenómeno. La he encontrado en la mecánica cuántica, que es la que estudia las partículas subatómicas y concluye que el elemento estructural del universo no es la materia, sino la energía, que no es más que información transmitida por ondas electromagnéticas. Hoy tenemos pruebas de que la biología también se rige por esa física. De las sinapsis neuronales a la respiración, de la fotosíntesis a la conciencia, todos son fenómenos de mecánica cuántica.
¿Según eso, qué es la muerte?
La ciencia tradicional nos dice que es el final de la vida. Recordemos a Descartes: «Pienso, luego existo». Entonces, si dejo de pensar, dejo de existir. Pero estos testimonios nos recuerdan que esto no es así, que hay algo más. En realidad, cuando morimos solo nos desprendemos del cuerpo, que es una carcasa hecha de polvo de estrellas originado en el Big Bang. Aquí no se pierde ni un átomo. Pero nuestra existencia, en forma de espíritu, continúa, y al morir nos unimos a la supraconciencia a la que pertenecemos. La muerte no es el final, después seguimos existiendo.
Cuando morimos, solo nos desprendemos del cuerpo, que es una carcasa hecha de polvo de estrellas originado en el Big Bang. Pero nuestra existencia, en forma de espíritu, continúa
Es una afirmación de mucho calibre.
Sí, y es fácil que en un primer momento genere rechazo o desconcierto, porque nos ciega el miedo a la muerte. Es lógico que lo sintamos porque vivimos dominados por el ego, y al ego no le conviene la muerte, porque significa su final. ¡Pero no el nuestro! Nuestra auténtica realidad es otra, y esa no desaparece cuando morimos. Yo no sé lo que pasa después, ni hablo de religión ni de creencias, solo explico lo que me relatan quienes han estado al borde de la muerte y han vuelto para contarlo, y trato de buscarle una explicación como científico que soy.
Tiene 81 años. ¿Por qué se dedica a divulgar este mensaje, que no es precisamente fácil de explicar?
Las ECM me interesan desde hace mucho tiempo, pero en esos años era jefe de un servicio de cirugía, donde la posibilidad de aceptar estos fenómenos trascendentes era nula. Si hubiera explicado todo esto en aquellos momentos, me habrían ingresado en psiquiatría y habría perdido mi trabajo, y yo no quería abandonar mi gran pasión, que es el quirófano. He operado muchísimos cánceres de esófago, de páncreas, de digestivo… Ahora estoy jubilado y me da igual lo que digan de mí. Me siento en la obligación de contar todo esto para tratar de ayudar a despertar conciencias y colaborar a que esta sociedad materialista basada en el éxito, la riqueza, el poder, la fama y el dominio, cambie. Todo eso es patrimonio del ego, que es nuestra falsa identidad, pero nosotros somos otra cosa que no desaparece cuando fallecemos.
¿No teme ser malinterpretado y que su imagen se vea dañada?
A estas alturas de mi vida, me importa un rábano. No tengo la menor duda de que el mundo científico se va a ir abriendo al espiritual. Esto que cuento puede sonar extraño a quien no esté familiarizado con estos temas, pero la muerte es algo que atañe a todos, porque todos vamos a morir, es lo más democrático que existe, y darle esta dimensión lo cambia todo. Los que han pasado por una experiencia cercana a la muerte lo han vivido en sus carnes y lo han entendido. El resto, debemos acercarnos a esta percepción a través de la meditación. Respecto a mí, le diré que he recibido mensajes de personas que estaban planteándose suicidarse y que han cambiado de idea al escucharme. Solo por haber salvado una vida, ya habría merecido la pena.
No tengo la menor duda de que el mundo científico se va a ir abriendo al espiritual.
Dice que hay muchos estudios sobre las experiencias cercanas a la muerte, algunos muy concluyentes, pero no se habla de ellos, nada de esto está presente en la conversación pública. ¿Por qué?
Es un tema delicado. Vivimos en un mundo regido por el ego, nos movemos por esos deseos que he mencionado: el dinero, el poder, la dominación, la fama… Imagine lo que significaría que la gente perdiera el miedo a la muerte y supiera que cuando fallece, su conciencia no muere, sino que entra en contacto con una supraconsciencia a la que pertenecía cuando empezó a tener la vida que hoy tiene. Supondría adquirir dos factores clave, la felicidad y la libertad, y vivir en un mundo marcado por la empatía, el altruismo, la bondad, la justicia y el amor. El mundo del ego prefiere tenernos dominados por el miedo. Miedo al otro, al futuro, a la incertidumbre, a la muerte…
¿Usted tiene miedo a la muerte?
¡Noooo! Me preocupan los padecimientos previos, pero hoy hay tratamientos paliativos para evitarlos, como y se los evité a mis pacientes. Pero para mí la muerte es la antesala de vivir algo mejor. Cuando te das cuenta de que tu consciencia forma parte de una supraconsciencia en la que continuarás vivo cuando mueras, todo cambia. Sometidos al ego, que es lo que muere cuando morimos, la realidad pasa ante nuestros ojos y ni nos enteramos. Vemos una flor, un pájaro, un paisaje, y pensamos: uno más. Sin embargo, cuando tomas conciencia de tu verdadera naturaleza, percibes la esencia de cada cosa que encuentras a tu paso y reconoces la belleza que hay en ellas. Pierdes el miedo y ves que todo está bien. Es una maravilla.
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