Precariedad laboral

'"El 25% de las migrantes dedicadas a los cuidados está en situación irregular"'

Natalia Oldano, pedagoga y máster en Educación Social, ve necesaria una investigación para conocer la realidad de estas mujeres y aplicar medidas para mejorar su situación

Natalia Oldano, licenciada en Pedagogía y máster en Educación Social.

Natalia Oldano, licenciada en Pedagogía y máster en Educación Social. / E.D.

Pedro Fumero

Natalia Oldano, licenciada en Pedagogía y máster en Educación Social, afirma que la precariedad de la situación laboral "de las mujeres migrantes que trabajan en el ámbito del cuidado es un reflejo de la desigualdad estructural que promueve la gestión de las migraciones en España, atravesada por una lógica capitalista, patriarcal y colonial". Una de cada cuatro de estas empleadas está en situación irregular en el país.

Según los estudios realizados por esta especialista en Políticas de cuidado con perspectiva de género, las mujeres de origen latinoamericano son la mayoría entre las empleadas de hogar y representan un 52 por ciento. El perfil europeo es el segundo más común, destacando trabajadoras provenientes de Europa del Este. Luego figuran las mujeres de origen africano (15,38%), seguidas de aquellas procedentes de Asia (7,69%).

Oldano explica que "sabemos también que es un ámbito caracterizado por la informalidad en las contrataciones; por tanto, podemos decir que son muchas más las personas que están trabajando en este sector". En base a las últimas publicaciones previas a la ratificación del Convenio 189 (que ofrece protección específica a las trabajadoras y trabajadores domésticos, a la vez que establece sus derechos básicos), "tenemos conocimiento de que en España hay 600.000 trabajadoras de hogar que realizan esos trabajos esenciales que sostienen la vida; el 90% son mujeres, de ellas, el 65% son mujeres migrantes y, entre las mismas, una de cada cuatro vive en situación administrativa irregular, lo que abre la puerta a situaciones de pobreza".

Las condiciones laborales de las mujeres que trabajan en los cuidados son diversas en cada comunidad autónoma y, al ser un espacio de puertas adentro, se hace muy difícil conocer la realidad de lo que sucede en ese ámbito. "Hace falta una investigación para conocer la realidad desde quienes la protagonizan y tomar medidas que mejoren esas condiciones", señala Oldano.

El sistema de cuidados

Reconoce algunas características que dibujan el sistema de cuidados en el país. "El trabajo está dentro del ámbito de la familia y recae principalmente en las mujeres", sostiene. E insiste en que es el "reflejo de la precarización del trabajo y el ejemplo de un ámbito que necesita personas empobrecidas para seguir su engranaje, sostenido en un sistema capitalista, patriarcal y racista".

Los cambios en el modelo tradicional de familia, el envejecimiento de la población, la ausencia de corresponsabilidad y el reparto desigual de cargas entre las personas que componen el núcleo familiar han derivado en graves problemas de conciliación entre tiempo de trabajo remunerado, no remunerado y personal, cuestiones que "desembocaron en lo que denominamos crisis de cuidados", apunta.

Esta realidad pone en escena, a juicio de esta especialista, la necesidad de "mercantilizar las ocupaciones del cuidado, que siempre han existido en el contexto español, pero que en la actualidad están protagonizadas por sectores de clase media urbana que suman, a los elementos mencionados sobre la crisis de cuidados, una ausencia de políticas públicas para la gestión de los mismos, poniendo en evidencia la necesidad de repensar los cuidados, por un lado desde una perspectiva de género, y, por otro, como derecho fundamental".

A pesar de tener una población envejecida y que el peso de la población de más edad aumenta, opina que España no destaca por su inversión en cuidados de larga duración a personas dependientes. Piensa que, a menos inversión en servicios públicos y de cuidados, y a menos corresponsabilidad de los hombres en el interior de las familias para el trabajo que sostiene la vida, más contratación de empleo de hogar.

A su juicio, se trata, por tanto, "de trabajadoras del hogar que están desempeñando funciones propias del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, pero que este no cubre, ya sea por limitaciones en su financiación y cobertura o por problemas de diseño y ejecución".

"En nuestros espacios de diálogo con mujeres que trabajan en el empleo de hogar en Canarias aparecen algunas narrativas que nos llevan a caracterizar las condiciones laborales que viven, que se ven agravadas en aquellas compañeras que trabajan con el régimen de internas, quienes sufren, en muchos casos, descuentos abusivos en el salario o trabajan a cambio de manutención y alojamiento", señala.

Además, "no podemos dejar de mencionar que muchas de estas situaciones que afectan a las mujeres migrantes cuidadoras se deben a una Ley de Extranjería que las mantiene en una situación de irregularidad de, al menos, tres años; tiempo durante el cual deben sobrevivir en España, en muchos casos ayudar también a sus familias en el país de origen; y todo esto explica por qué muchas no tienen otra opción que seguir trabajando sin contar con sus derechos fundamentales", plantea Natalia Oldano.

Una Ley "nefasta"

En su opinión, "la ley de Extranjería es nefasta", pues sin papeles no hay contrato y sin contrato no hay papeles. Y sin derechos fundamentales, no hay dignidad posible, matiza. Recuerda que hay que hablar de dicha normativa porque casi la mitad de los permisos de trabajo concedidos a mujeres extranjeras en 2020 fueron para trabajo del hogar. "La escasa regulación y el casi nulo control del trabajo del hogar, junto con la ausencia de vías legales de migración, llevan a que sea este el sector laboral con más trabajadoras en situación irregular", indica.

Hay mujeres que buscan regularizarse mediante una figura que, en teoría, debería ser excepcional: el arraigo social. Según esta experta en Políticas de cuidado, "la necesidad de contar con un contrato laboral para optar al permiso de trabajo las hace aguantar condiciones extremas, siendo flexibles a los requerimientos de las familias empleadoras, vulnerables a abusos en horario, discriminaciones salariales, riesgo de accidentes o malos tratos". Oldano defiende que "hay que promover una regularización extraordinaria como paso previo a una nueva Ley que contemple canales de migración regular y deje de ser una fuente de precariedad y sufrimiento".

Además de los riesgos para la salud física, refiere que en el trabajo de cuidados en condiciones de precariedad hay que tener presente también la salud emocional y social: "estrés, trastornos de ansiedad, síntomas de depresión; estamos frente a situaciones donde las mujeres explican falta de tiempo para su vida personal, para el autocuidado, y situaciones de aislamiento y desarraigo".

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