Entrevista

“Las mujeres realizan menos actividad física porque tienen peor concepto de sí mismas”

“Se suele dar menos ‘feedback’ a las niñas y tomar de modelo a un chico en los deportes”

La investigadora Marina Castro.

La investigadora Marina Castro. / LA OPINIÓN

Enrique Carballo

La investigadora Marina Castro acaba de doctorarse en la Universidade da Coruña con una investigación sobre cómo introducir la “pedagogía feminista” en la educación física a través de un programa diseñado por ella: Deportigualízate.

¿Qué motiva la tesis?

Quería investigar algo que supusiese un cambio, una intervención didáctica de prevención del sexismo.

¿Por qué es necesario abordar la igualdad en la educación física?

Por legislación, la igualdad de género tiene que estar en todas las asignaturas. Y al final es una asignatura en la que el cuerpo está presente en todo sentido, e implica de forma holística a nuestro bienestar. Muchos estudios muestran que las mujeres practican menos actividad física porque tienen peor autoconcepto, y eso lleva a su vez a una peor autoestima.

¿Qué sesgos hay en la asignatura?

Se le da más importancia al bloque de contenidos de deportes frente a expresión corporal o actividad física en el medio natural... Ahí vemos sesgos. También se da menos feedback a las niñas, o se suele tomar de modelo a los chicos para hacer un deporte, se practican menos deportes no tradicionales...

¿Cómo crea Deportigualízate?

Primero realizamos un estudio del profesorado de educación física y alumnado de Secundaria en nueve municipios de la provincia de A Coruña. Participaron 644 estudiantes y 90 profesores. Queríamos conocer los estereotipos de género y las actitudes hacia la coeducación o educación con perspectiva de género, para ver sobre qué actuar.

¿Qué encontraron?

Las mujeres, tanto alumnas como profesoras, tienen estadísticamente menos estereotipos de género y están más concienciadas con la igualdad, mientras que profesores y alumnos tenían más resistencias. Hicimos hincapié en el tema de las masculinidades y mostrar otras feminidades: hacer ver que las mujeres también son fuertes, combatir estereotipos sobre la actividad física...

¿Qué resistencias hallaron?

Vemos que hay más hombres que mujeres con ideas como “la igualad de género no se tan importante” o “no hay que trabajarla en educación física, ya se da en otras asignaturas”. Discursos y narrativas de resistencia al cambio y al feminismo.

¿Cuál es la siguiente fase?

Diseñar la intervención. Partíamos de esos datos, de la literatura académica sobre el tema, que se está abordando internacionalmente. Durante tres meses hablamos con personas de diferentes perfil: adolescentes, profesionales del deporte en clubes e institutos, trabajadoras sociales, estudiantes de Ciencias del Deporte... Serían unas 30 personas.

Con eso diseñan Deportigualízate.

Lo pusimos en práctica en un instituto de la provincia de A Coruña, con seis sesiones de 50 minutos y un cuaderno de trabajo, así como un perfil de Instagram.

¿Cuáles fueron los resultados?

En este caso queríamos ver cómo interactuaba el alumnado para poder mejorar el estudio y luego extenderlo a otros institutos. Descubrimos la idoneidad de la intervención en términos de participación. Planteamos mucho debate, visionado de vídeos, hicimos carteles, bajamos a la cafetería, hubo muchas dinámicas de grupo... Me decían que era la primera vez que podían participar en clase sin que les “dieran la chapa”. Les gustaba ser partícipes, y sacamos en claro que esta aproximación de pedagogía feminista que busca la participación y la escucha, en la que yo no por ser profesora sé más que tú sino que aprendo contigo, hace que les toque y que se impliquen.

El COVID les impidió llevar la actividad a otros institutos, y la realizaron en la facultad de la UDC.

En el estudio de Ciencias del Deporte, que adaptamos parcialmente, sí analizamos en profundidad los resultados. Teníamos un grupo que siguió con sus asignaturas normales y otro que pasó por el programa. Vimos que las actitudes pro-igualdad de género aumentaron de manera significativa en el alumnado que participó en la intervención. Es capaz de profundizar más, reflexionar sobre su propia construcción de la feminidad y masculinidad... Antes los alumnos a veces no veían las desigualdades en su propio contexto, no eran capaces de profundizar en el sexismo como algo propio. Tras esta intervención, el alumno reflexiona sobre cómo el deporte que se practica le ha influenciado en cómo es a día de hoy, identifica violencia que pasan desapercibidas...

¿Por ejemplo?

Les preguntábamos si habían vivido situaciones de violencia en la facultad. Había algunos que decían que no habían vivido nunca nada, pero luego ponían en común las experiencias de todos, y les cambiaban las caras cuando una compañera contaba cómo un profesor le había tocado el culo y decían: “Ah, pues eso lo vi”. Que un profesor se sobrepase o haga un comentario machista entra tan dentro de la normalidad... También aumentó la empatía de los chicos hacia las chicas, y las acciones de coeducación de los que estaban trabajando.

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