Sexualidad y afectos

“Mi relación liberal me salvó del cáncer”: cómo el mundo 'swinger' ayudó a una pareja a recuperar la autoestima

María y Hugo afirman que la relación con otras parejas les ha permitido reconectar con el deseo y la sexualidad

María y Hugo, pareja ’swinger’.

María y Hugo, pareja ’swinger’.

Abel Cobos

María detectó su cáncer de mama en un club ‘swinger’. Más allá de la anécdota, afirma que el mundillo liberal también fue crucial tanto en su recuperación, como en la de su marido, a quien, en una carambola de fatalidad, le diagnosticaron años después un cáncer de testículos.

“Llevamos 17 años juntos, y los últimos siete en una relación liberal”, cuentan María y Hugo, mientras toman una copa en el lounge del Hyatt Regency Barcelona Tower (avenida de la Gran Via de L’Hospitalet, 144), en cuya cúpula, el Skyfall, pasada la medianoche, se reunirán con un centenar de ‘swingers’ del grupo Amiguetes, en una fiesta ‘open-minded’. 

Es una de las pocas veces que confiesan a alguien fuera del mundo ‘swinger’ que tienen una relación liberal. Ni en su familia, ni en sus entornos más cercanos lo saben. “Solo lo hemos contado a un par de amigos”, matizan, “y uno de ellos ya se ha hecho liberal también”. ¿Por qué tanto secretismo? “Sabemos que mucha gente no lo entenderá”, se lamentan. “Pero no hacemos nada malo”, incluso, se atreven a afirmar que, “sin dramatizar, la relación liberal nos ha salvado del cáncer”. 

"Sentía que hacía algo sucio"

Para entender a qué se refieren, toca retroceder más allá de un lustro, hasta el 40º cumpleaños de Hugo. Él, que debido a su profesión como fotógrafo había tenido una juventud artística y bohemia, conocía de cerca el mundo liberal y simpatizaba con sus valores, opuestos a la monogamia tradicional. Cuando empezó con María, tenía claro que necesitaba este tipo de relación para no sentirse encorsetado y, poco a poco, fue haciéndole proselitismo de este estilo de vida. Quizá por curiosidad o por salvar su relación, María decidió regalarle para su aniversario una visita a un club ‘swinger’ de Girona, ciudad cercana a la que vivían por aquel entonces. 

“Yo tenía mucha vergüenza”, recuerda María, quien, admite, influida por la falta de educación sexual y por la moral conservadora, sentía que estaba haciendo “algo sucio”. Por eso alquiló un coche y reservó una noche de hotel: “No quería ni que reconocieran mi matrícula llegando al club”.

Detección en la primera visita

Una vez en el local ‘swinger’, Hugo, llevando la delantera debido a su experiencia, guio a María a través del club, la sentó en un sofá, y empezó a besarla frente a la mirada de otras parejas. Y ahí fue cuando notó unas protuberancias en el pecho fuera de lo común. “Cáncer de mama, descubierto en su 40º cumpleaños, y mi primera vez en un club liberal. La primera vez que me lanzo, y la vida me dice que todavía no”, rememora. 

A partir de entonces, pasó "por una mastectomía doble, una reconstrucción y toda la carga emocional que eso conlleva". Asegura que tenía la moral y la autoestima muy bajas. "Por los suelos -admite-. Además, tras un cáncer, el deseo sexual se desvanece”, cuenta María. 

Según la Fundación Oncolliga, esta pérdida es un gran efecto colateral del cáncer: la mitad de mujeres que han estado tratadas de cáncer de mama y cánceres ginecológicos tienen disfunciones sexuales que perduran en el tiempo, mientras que en los hombres pueden presentar disfunciones en la erección dependiendo del tratamiento recibido. Unos problemas que, además, no ocupan la conversación social y suelen esconderse con estigma.

"El Ibiza del mundo liberal"

Para María, la solución lógica para salir del pozo emocional pasaba por la ayuda psicológica. Probaron distintas terapias “para estar más empático, receptivo y expresarte mejor”, además de “encender el botón" que necesitaba para volver a disfrutar del sexo. 

Así, continuaron sus andanzas ‘swinger’, aunque esta vez a través de ‘webcam’, algo mucho más fácil para superar el bache emocional y sexual tras la enfermedad. Tras medio año de recuperación, se sintieron preparados para volver a probarlo, así que Hugo propuso hacerlo a lo grande: en la villa naturista francesa Cap d'Agde, “un Ibiza del mundo liberal”, como la describen. 

“Ahí entendí muchas cosas, me di cuenta de los complejos que tenía, de cómo me había afectado el tema del pecho”, declara. Pero al ver a otras personas desnudas, totalmente desacomplejadas, fue el cambio de chip que le sirvió para abrazar con normalidad la relación liberal por la que Hugo había advocado, como para recuperar esa preciada autoestima y ese deseo sexual que el cáncer le había arrebatado. 

Errores y descubrimientos

A partir de ahí, hubo muchos años de experimentación, de errores, pero también de descubrimientos. “Entendimos que se puede vivir con una sexualidad liberal, porque el deseo sexual hacia otros no es incompatible ni contradictorio con el amor hacia tu pareja”, relata Hugo. “Para mí, es la relación perfecta. Lo tengo todo”. 

Pero el cáncer de María no fue el único al que tuvo que enfrentarse la pareja. El año pasado, Hugo tuvo que enfrentarse a un cáncer de testículos. “Lo tenía muy avanzado, y pensé que me moría”, asegura. Pero, a su vez, recuerda que el diagnóstico fue algo agridulce. “Pensé que, si tenía que morir, tras todo lo vivido y experimentado, ya podía hacerlo en paz”, se repetía como mantra, para sobrellevar la noticia.

Ahora, recuperado, aunque todavía de baja, no ha perdido el ánimo. Como a su mujer, el sentirse deseado por otras personas en este ambiente ‘swinger’ le ha ayudado a recuperar el deseo y la autoestima. A pesar de los cánceres, tienen ganas de continuar explorando su sexualidad juntos. “Disfrutando del tiempo que nos quede”, dice él, “hasta que nos toque jubilarnos como liberales”, bromea ella.

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