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¿Dejará Europa de desforestar el resto del mundo?

Una ley fija que a partir de 2025, soja, aceite de palma, cacao, café y otros productos solo se podrán importar si no proceden de la degradación de los bosques

¿Dejará Europa de desforestar el resto del mundo?

¿Dejará Europa de desforestar el resto del mundo?

Michele Catanzaro

Como ya ocurrió con la ley de protección de datos, la Unión Europea acaba de aprobar otra ley pionera sobre uno de los temas candentes de la actualidad : la deforestación. La demanda europea de comida y productos vegetales provoca la destrucción de bosques, sobre todo en los trópicos, para hacer sitio a los cultivos. El pasado 19 de abril se aprobó una legislación que pretende poner coto al fenómeno.

La desforestación es un bumerán que golpea a quién lo lanza. En primer lugar, elimina uno de los principales sumideros de carbono: los bosques que absorben el exceso de emisiones humanas. En segundo lugar, reduce la biodiversidad y aumenta el contacto con la fauna salvaje: eso aumenta la probabilidad de que surjan nuevas enfermedades, potencialmente pandémicas.

¿Cuánto y cómo desforesta Europa?

Europa es el segundo mayor causante de deforestación tropical: es responsable del 16% de la deforestación asociada con el comercio internacional, detrás de China (24%). Así lo estima un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), de 2021, el más actualizado sobre este tema. 

Un puñado de productos explican casi toda la deforestación inducida por el consumo europeo: el aceite de palma y la soja (los dos representan dos tercios del total de deforestación importada), seguidos en orden por la madera, el cacao, el café, la carne vacuna, la goma y el maíz. El listado está en el informe de evaluación de la Comisión Europea en el cual se basa la nueva legislación. 

La soja tiene un papel tan importante no por el consumo humano, sino como alimentación del ganado. El aceite de palma se usa para los dulces, la cosmética y la producción de energía

¿En qué consiste la nueva legislación?

A partir del 2025 (tras un periodo de gracia de 18 meses) las empresas que pretendan vender ciertos productos en Europa tendrán que demostrar que se han producido en tierra que no fue desforestada después del 2020. Los productos son todos los mencionados, menos la goma y el maíz. La regulación cubre también algunos derivados, como la piel, el chocolate, los muebles, el carbón o el papel impreso. La ley se aplica también dentro de la Unión Europea, lo que puede afectar a la producción europea de madera

En función de nivel de riesgo de deforestación en cada país exportador, se piden más o menos pruebas a las empresas de ese país. El mecanismo básico es la 'due diligence' : o sea, que los productores aporten las pruebas de sus buenas prácticas. Eso incluye la trazabilidad de los productos: información geográfica concreta sobre el sitio de donde viene cada producto. Esta se debería insertar en un sistema de información, que a su vez debería permitir comprobar si el sitio de origen está sujeto a desforestación. 

“Es un gran paso adelante. Da a los ciudadanos [europeos] la seguridad de que lo que compran no está vinculado con la destrucción de los bosques”, afirma Anke Schulmeister, responsable de política de los bosques en la oenegé WWF Europa. “No hay leyes como estas en otros sitios del mundo. Es la primera vez que un consumidor como la Unión Europea aborda esta cuestión”, afirma Giulia Bondi, responsable de campañas sobre bosques de la oenegé Global Witness.

¿Qué ha quedado fuera de la ley europea?

Además de la goma y el maíz, la ley no incluye tampoco los biofuels o el ganado no vacuno. La Comisión argumentó que el coste de controlar estos productos no compensaba el beneficio. Pero lo que más preocupa es que se centra solo en la desforestación de los bosques. “Las sabanas y las praderas no están cubiertas. Esperemos que no se produzca un desplazamiento de la desforestación a estos ecosistemas”, afirma Schulmeister.

Bondi también lamenta que la ley no aborde el papel del sector financiero, que sigue invirtiendo en empresas que desforestan. Tampoco incluye la protección de las poblaciones indígenas, un ingrediente asociado a menudo al problema. Finalmente, en la legislación final se rebajó sustancialmente (respecto a la propuesta original) el porcentaje de productos que hay que controlar en su entrada a Europa: entre entre el 1% y el 9%, según el riesgo de desforestación en el país exportador.

¿De qué depende el éxito del plan?

Una objeción básica al plan europeo es que consumir al ritmo de Europa sin desforestar es sencillamente imposible. “Es difícil imaginar que todos estos productos se puedan generar sin desforestar”, reconoce Bondi. “Por una parte, la ley trata al menos a evitar que la deforestación se expanda aún más. Por la otra, puede que ayude a fomentar un cambio de estilo de vida, por ejemplo en las dietas”, admite. 

Schulmeister dice que es pronto para aventurar si la ley hará que aumenten los precios de alimentos y otros productos. También habrá que ver cómo reaccionan los países exportadores, donde los productores están preocupados, según Bondi. “Puede que se orienten al mercado interno o a países, como EEUU, que no tienen esta reglamentación”, afirma.

Las dos expertas coinciden en que la clave del éxito de la ley está en mano de los estados miembros. Son estos que tiene que llevar a cabo los controles y decidir los castigos (podrían ser multas, confiscaciones o la exclusión del mercado, por ejemplo). “Las autoridades responsables tienen que tener personal competente y cooperar entre sí. El marco está claro: ahora la pelota está en el tejado de los estados”, concluye Schulmeister.

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