Balance de mandato

La seguridad en Barcelona entre 2019 y 2023: de lidiar con el auge de robos a hacerlo con los pinchazos

Los Mossos y la Guardia Urbana han tenido que adaptarse a una delincuencia que no es la misma que antes de la pandemia

Un hombre agarra del brazo a un carterista que le ha robado sus pertenencias en la playa de la Barceloneta, el 30 de octubre.

Un hombre agarra del brazo a un carterista que le ha robado sus pertenencias en la playa de la Barceloneta, el 30 de octubre. / Albert Bertran

Guillem Sánchez

El segundo mandato de Ada Colau al frente del Ayuntamiento de Barcelona arrancó en mayo de 2019. Un mes después, comenzó el peor verano delincuencial que consta en los registros policiales. La capital catalana recibiría ese año un récord de turistas –casi 12 millones y más de 20 millones de pernoctaciones–, un banco de peces sobre el que se lanzaron a pescar los carteristas. Durante el primer semestre los robos violentos aumentaron alrededor de un 30%. Y en lugares tan sensibles como el distrito de Ciutat Vella se alcanzó el techo de 90 robos violentos cada semana. También fue aquel el estío con más homicidios. La seguridad se convirtió en una prioridad para el barcelonés, que no imaginaba que se adentraba en una pandemia.

En marzo de 2020, con la activación del estado de alarma, muchos de los problemas de inseguridad desaparecieron, como también lo hizo el turismo. Las calles se vaciaron y los cuerpos policiales pasaron de perseguir a delincuentes a controlar a los vecinos. Las restricciones para evitar el avance de la pandemia desplomaron la delincuencia. Respetar el confinamiento o usar la mascarilla pasaron a ser deberes que los policías supervisaban.

Los Mossos d’Esquadra elaboraron durante esa pausa vírica el Pla Tremall, una estrategia contra los ladrones multirreincidentes, unos pocos delincuentes que protagonizaban la mayoría de robos violentos en la ciudad, basada en la inteligencia policial para aumentar detenciones y lograr penas más duras acreditando judicialmente la trayectoria de cada sospechoso. Se implantó en verano de 2020 pero no se comprobó su eficacia seriamente hasta el verano de 2022, cuando, tras el regreso de turistas, contuvo un repunte delincuencial que amenazaba con batir las cifras prepandémicas de 2019.

Narcopisos

En octubre de 2020, los Mossos y la Guardia Urbana de Barcelona activaron la operación 'Coliseo' contra los narcopisos del Raval. Fue el tercer mazazo librado contra las mafias de los domicilios de la droga, tras los operativos Bacar, librado contra una red dominicana en octubre del 2018, y Suricat, librado en junio del 2019 contra una red pakistaní. Actualmente, los narcopisos prevalecen con menor intensidad, de nuevo en manos de redes dominicanas, pero ya no está permitido pincharse en su interior, como avanzó este diario. El consumo en la vía pública, menos agresivo para los vecinos que compartían rellano con los adictos, ha generado problemas de salud pública.

2021 no trajo el fin de las restricciones pero sí el agotamiento de la paciencia de buena parte de los ciudadanos, que comenzaron a reaccionar más airadamente con los agentes, tanto de los Mossos como de la Urbana. Durante la fiesta de la patrona de la ciudad, La Mercè, en septiembre de ese año se produjo el macrobotellón más masivo en la historia barcelonesa –40.000 jóvenes bebiendo en la plaza de Espanya–, que dio paso a los peores disturbios vinculados a un fenómeno festivo: 45 heridos, 13 de los cuales por arma blanca.

En aquellas concentraciones como respuesta al cierre del ocio nocturno anidó un fenómeno pasajero que inquietó a las autoridades: ladrones violentos que robaban, también con armas blancas, a los jóvenes que bebían. La policía tuvo que responder con dispositivos que infiltraron agentes de paisano. La amenaza desapareció cuando reabrió el ocio nocturno. La tendencia delincuencial, también cambió.

Delitos contra las personas

Tras la pandemia, bajaron los delitos contra el patrimonio –los perpetrados contra coches, domicilios o establecimientos– pero subieron los que se cometen contra las personas. En verano de 2022, con las discotecas abiertas y los jóvenes a salvo de ladrones y disturbios, Barcelona absorbió la moda europea de los pinchazos.

La leyenda urbana –difundida por redes sociales– aseguraba que había hombres que pinchaban a las mujeres en las discotecas con jeringas que contenían droga que las adormecía para violarlas. Se denunciaron decenas de casos, en toda España. Pero nunca se halló en ningún análisis clínico ni tampoco una víctima pinchada que denunciara haber sido agredida sexualmente. Como había sucedido en países como el Reino UnidoAlemania o Francia, la moda también se marchó. Pero la psicosis obligó a los policías, tanto Mossos como Urbana, a vestirse de paisano y volver a salir de fiesta.

"Aquello fue violencia contra las mujeres", recordó esta pasada semana la comisaria de Barcelona, Marta Fernández, una muestra más de una lacra que se ha agudizado en 2022. Las agresiones sexuales denunciadas han aumentado en Barcelona en verano y han seguido haciéndolo en otoño. Como lo han hecho también las agresiones homófobas. Ambas se han convertido en una prioridad para las policías y también para la alcaldesa Colau, que fue la primera en solicitar que en las juntas de seguridad anuales se incorporaran los datos de violencia sexual.

Durante los últimos cuatro años, según fuentes de los Mossos, en Barcelona se ha incrementado el número de agentes de paisano, han crecido las investigaciones contra el narcotráfico y han aumentado los detenidos multirreincidentes. Los agentes de ambos cuerpos son más requeridos por los vecinos que durante el primer mandato de Colau: existe más crispación. También hay más jóvenes que salen armados con navajas de casa, una decisión vinculada a algunas capas sociales que ha motivado que se eleven los controles y filtros policiales. Las peleas que antes terminaban en puñetazo ahora pueden terminar a navajazos, como sucedió en La Mercè de 2022 o el 30 de octubre en la avenida de Paral·lel, donde resultaron asesinados dos jóvenes a cuchilladas. Del segundo crimen ha habido diez detenidos recientemente: chicos sin antecedentes. El primer crimen sigue sin resolverse.