Día Mundial

El agua, un recurso elemental para la supervivencia y cada vez es más escaso

En las últimas décadas, el consumo de agua en la agricultura ha aumentado y ha llegado a alcanzar en la actualidad superficies cercanas a los 4 millones de hectáreas

El agua, un recurso elemental para la supervivencia y cada vez es más escaso.

El agua, un recurso elemental para la supervivencia y cada vez es más escaso.

EFE

El agua, un recurso elemental para la supervivencia de cualquier especie en la naturaleza, no llega a más de 2.000 millones de personas y es cada vez más escaso en diversas zonas del planeta, lo que crea problemas de déficit hídrico y de seguridad alimentaria, dos aspectos que están en el centro de la crisis climática global y en el marco del Día del Agua, que se celebra este 22 de marzo.

Esta celebración coincide con la Conferencia del Agua 2023 de Naciones Unidas en Nueva York, entre el 22 y 24 de marzo, donde se abordarán el derecho al agua y al saneamiento, como recoge el Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS6-, y otros temas relacionados, como salud, desarrollo sostenible, clima, resiliencia, medio ambiente o cooperación.

El catedrático de la Universidad de Sevilla (US), Leandro del Moral Ituarte, ha explicado a EFE que en España el consumo de agua en la agricultura para regadío ha aumentado en las últimas décadas, alcanzando actualmente superficies cercanas a los 4 millones de hectáreas.

Este sector tiene una gran demanda, sostiene, y alcanza el 80%; pero en algunas cuencas como en la del Guadalquivir esa demanda se eleva al 87% del agua disponible, es decir del agua que se extrae de los ríos, de las masas de agua y de las subterráneas y que se controla.

El catedrático de la US y miembro de la Fundación Nueva Cultura del Agua, quien participará en la Conferencia del Agua, ha subrayado que la demanda de agua sigue creciendo, y aunque se ha producido una gran modernización de los sistemas de regadío, la extensión de esa superficie no ha producido ahorros reales.

Ha remarcado, además, las diferencias con los espacios urbanos, así en el área metropolitana de Madrid o de Barcelona, donde los consumos urbanos, residenciales e industriales alcanzan una proporcionalidad mayor, pero que en la generalidad de España se sitúan en un 10%, correspondiendo más del 80% al regadío y otro 4 o 5% a otros usos.

A eso se añade los efectos ya perceptibles del cambio climático, con el aumento de temperaturas que afecta al agua en dos sentidos, según el catedrático de la US. Primero aumenta la evaporación de la precipitación y, por tanto, reduce la lluvia útil, la escorrentía que produce el agua azul, el agua que entra en los embalses, en los ríos, que se infiltra y recarga los acuíferos.

Por otra parte, esa elevación de la temperatura produce una mayor demanda de las plantas, una mayor evapotranspiración, con lo cual hay menos agua y las plantaciones requieren y van a seguir requiriendo más agua progresivamente.

Ha subrayado que este problema de la temperatura y la escasez de agua es característico del clima en España, con irregularidades de precipitaciones y frecuencia de sequías, pero el cambio climático acentúa estas características ya preexistentes.

Todo esto hace que el estrés y las situaciones de escasez se produzcan derivados de ambos factores, pero sin olvidar la espiral de demanda que en algunos lugares no cesa y que incluso se incrementa de manera importante, con nuevos cultivos, nuevas estrategias productivas, cultivos subtropicales, como el aguacate o el mango que consumen mucho agua, que se suman a los cultivos tradicionales.

Además, según Del Moral Ituarte, existe una sobreexplotación generalizada de las aguas subterráneas, son los ecosistemas acuáticos que más están sufriendo, aunque también se sobreexplotan las aguas superficiales, y ha asegurado que se están provocando grandes impactos en el medio ambiente acuático y en la propia carestía del agua.

La sobreexplotación se manifiesta en la ausencia de caudales, con unos caudales ecológicos mínimos que la normativa obliga a establecer, pero son muy raquíticos y que en ocasiones ni siquiera se cumplen, ha alertado.

En lo que se refiere a aguas subterráneas, ha explicado, donde la expresión sobre explotación es más habitualmente aplicada, se materializa en una reducción de los niveles freáticos, desecamiento de fuentes y manantiales, provocando la salinización en el caso de acuíferos litorales y la pérdida de calidad de la calidad.

En su opinión, en el caso de las aguas subterráneas, el descontrol es superior a las aguas superficiales, porque las aguas superficiales históricamente han sido de dominio público y aunque han tenido un control muy laxo, han tenido oficialmente un control por parte de las administraciones, que son competentes, porque los ríos son de dominio público desde el siglo XIX.

Sin embargo, ha manifestado, las aguas superficiales han sido aguas privadas hasta 1985 y no hay tradición de control por parte de la Administración, además son más difíciles de controlar porque se extienden por todo el territorio.

El experto del Programa de agua de WWF España, Rafael Seiz, ha explicado que los efectos del cambio climático en España apuntan a una mayor incertidumbre, tanto en el régimen de precipitaciones como en la ocurrencia de sequías e inundaciones.

Sin embargo, la escasez de recursos es un reto de gestión del agua, que se ve agravado por la incertidumbre climática.

Esta coyuntura, que cada vez es más frecuente, intensifica los problemas para repartir los recursos de forma adecuada y obliga a cambiar la relación con los ríos, humedales y acuíferos si lo que se pretende es ser más resilientes y adaptarse al cambio climático.