Galicia

Una joven coruñesa reclama al Sistema Gallego de Salud por autorizar un cambio de sexo “erróneo”

Asociaciones LGBT y profesionales de la salud mental desligan el caso, que tildan de “infrecuente”, de la realidad del colectivo, y defienden que la ‘ley Trans’ previene efectos indeseados al eliminar el requisito de la hormonación para cambiar el sexo registral

Edificio de la Consellería de Sanidade y Servizo Galego de Saúde (Sergas) en Santiago de Compostela.

Edificio de la Consellería de Sanidade y Servizo Galego de Saúde (Sergas) en Santiago de Compostela. / EUROPA PRESS

Redacción

La joven coruñesa Susana Domínguez, de 21 años, ha iniciado una reclamación contra el Sistema Gallego de Salud (Sergas) por el “error” cometido por profesionales de la sanidad pública gallega al autorizar y realizarle intervenciones ligadas a un cambio de sexo, tales como una histerectomía (retirar el útero) o un tratamiento hormonal. La joven defiende que los psiquiatras y psicólogos que la atendieron desde los 15 años, cuando se declaró varón y manifestó su deseo de iniciar una transición, se equivocaron en su caso, y denuncia que no tuvieron en cuenta sus “circunstancias personales previas”, tal y como detalla su abogado, Carlos Sardinero, que apunta a que debía haberse atendido a los antecedentes de salud mental tanto de la joven como de algunos de sus familiares directos antes de autorizar las intervenciones y la administración de hormonas.

“Susana tenía rasgos esquizoides, y una serie de circunstancias psíquicas que tendrían que haberse valorado, como su condición de autista. No era trans, era autista, y tenía antecedentes familiares de tipo psiquiátrico”, defiende el letrado. La familia ha iniciado un expediente de responsabilidad patrimonial de la administración pública, un procedimiento previo a una demanda en los tribunales consistente en solicitar una indemnización por toda lesión que un particular sufre, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento, normal o anormal, de los servicios públicos. La joven inició un tratamiento hormonal cuando contaba con 15 años. A los 18, se sometió a una mastectomía en una clínica privada, y, años después, rebasada la veintena, se le retiró el útero y los ovarios en el Hospital Universitario de A Coruña.

Una serie de intervenciones que la joven, describe su abogado, solicitó “creyendo que iba a solucionar sus problemas” de salud mental, pero, indican, finalmente no fue así. “Se da cuenta de que se ha equivocado cuando le quitan el útero. Ahí se da cuenta de que se siente una mujer, que estaba desubicada y que ha habido una toma de decisiones errónea”, defiende Carlos Sardinero. El letrado señala que la disforia de género de la joven “fue de inicio rápido” y que nunca antes se había planteado esa situación hasta su adolescencia, y apunta a que las dificultades de comunicación de la joven, que se comunica principalmente por escrito, deberían haber influido en el diagnóstico. “Oralmente tiene dificultades para comunicarse. Por escrito, sin embargo, se comunica perfectamente. Esa es otra de las razones por las que no se entiende que se haya llegado a un diagnóstico”, apunta el abogado.

Las destransiciones, “infrecuentes”

El caso de Susana ha abierto el debate sobre posibles casos de ‘destransiciones’ de personas que se hayan sometido a intervenciones o tratamientos de esta naturaleza. Profesionales de la salud mental señalan que son casos “infrecuentes”. Las cifras, según un estudio de la Unidad de Identidad de Género del Hospital Doctor Peset de Valencia publicado en 2020, solo un 1,8% de los casi 800 casos estudiados han detransicionado. Tal y como detalla la cabecera Huffinton Post y según este mismo estudio, las causas más frecuentes son la “aparición tardía del sentimiento identitario, menor intensidad de disforia, falta de apoyo familiar, psicopatología descompensada, aislamiento social relacionado con estrés, grupos no clásicos de transexuales o géneros no binarios”.

Así lo señala también la psicóloga y sexóloga Lorena Boquete, que trabaja diariamente con menores trans. “Este es un caso triste. Los casos así son un porcentaje pequeño, infrecuentes. Ocurre que hay casos en los que se dan cuenta de que su identidad no entra en términos binaristas, que se identifican con una identidad no binaria. Se pueden prevenir haciendo un buen acompañamiento, ayudando a la persona a conocerse. Puede ocurrir que se pueda confundir expresión de género con identidad. Es importante ayudar a aclarar conceptos. Con esta información inicial, se puede ayudar bastante”, apunta Boquete, que considera esencial la exploración de género en la adolescencia para distinguir lo que puede tratarse de una expresión de género no normativa de un caso de transexualidad.

A este respecto, Lorena Boquete señala que la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans, conocida popularmente como Ley Trans, y de reciente aprobación, reducirá la posibilidad de transiciones irreversibles al eliminar el requisito de la hormonación para cambiar el nombre y el sexo de los documentos legales. En el marco legal actual, las personas que decidiesen modificar estos datos debían acreditar un proceso de hormonación de al menos dos años. “Hasta ahora las personas trans tenían que pasar por un proceso de hormonación para cambiar sus datos por el que no todas querían pasar. La ley anterior vinculaba a todo el colectivo con la disforia de género, y no necesariamente debe ir asociado”, advierte la psicóloga.

Revuelo mediático y ‘Ley trans’

La transición de Susana Domínguez se produjo al amparo de la ley autonómica de 2014, aprobada con Alberto Núñez Feijóo como presidente de la Xunta y que salió adelante con los votos a favor del PP; PSOE y BNG. Su caso, que dio a conocer el diario El Mundo, suscitó un enorme revuelo mediático desde su publicación debido a la reciente aprobación de la Ley Trans, al tratarse de una de las medidas más discutidas de las aprobadas durante la presente legislatura, con discrepancias entre los dos partidos que conforman la coalición de Gobierno y un gran debate en la sociedad sobre sus consecuencias.

Asociaciones que trabajan con menores trans y sus familias ven la relevancia mediática del caso de Susana como un intento por desacreditar la Ley Trans achacándole “efectos indeseados” como el del caso presente, que, defienden, está “alejado” de la realidad del colectivo. “Un caso no representa a un colectivo entero. La Ley Trans ni siquiera ha entrado en vigor. Me parece terrible que se utilice una experiencia personal para hacer daño a los que puedan venir detrás”, comenta la gerente de la asociación Arelas, Cristina Palacios. El organismo ha atendido acompañado, desde su puesta en marcha por familias de menores trans, a más de 1.200 niños y niñas que manifiestan conflictos con su identidad de género. “Cuando empezó el proceso, ella tenía 15 años. Cuando se operó, 18. Con 21 se hizo la última operación. Estuvo seis años afirmando que era trans. ¿Cómo no se la va a creer? Esto manda un mensaje peligroso, como si una persona, por ser autista, no pudiese ser trans. El caso de esta persona no tiene nada que ver con el de mi hija, o el de las cientos de personas trans que han pasado por Arelas”, defiende Cristina Palacios, madre de una niña trans. La gerente de la asociación asegura que no se somete a tratamientos hormonales ni a cirugías a niños y niñas menores de 16 años, y que la única medicación que se les administra antes de esa edad son bloqueadores puberales. “Es un tratamiento para que el cuerpo no desarrolle en el sentido opuesto al que la persona desea. Gracias a ellos, mi hija no ha tenido nunca disforia, ni depresión, ni se ha autolesionado como muchos niños y niñas trans. Se va a ahorrar muchas cirugías, esas que nadie quiere, y ha pasado una adolescencia normal”, señala Palacios.

Desde el activismo en materia de derechos trans y LGBT se alerta sobre la escalada de agresividad que el colectivo ha tenido que afrontar en el desarrollo del debate en torno a esta ley, y desligan lo sucedido con Susana de la realidad de las personas trans. “Que puedan darse estos casos de destransición no debe ser un argumento para cuestionar las necesidades que la población trans tiene puestas encima de la mesa. Es curioso que justo se emplee este caso para criticar la Ley Trans, cuando se desarrolla en un marco anterior, en el que Galicia no tiene una ley propia para regular estas cuestiones”, apunta la historiadora y activista trans Daniela Ferrández. Para ella, como para Boquete, y tal y como han defendido representantes del colectivo a lo largo de la tramitación de la nueva legislación, la Ley Trans evitará casos como el de Susana al eliminar el requisito de la hormonación para cambiar el nombre y el sexo de los documentos legales.

“En el marco anterior, el proceso médico es obligatorio para cambiar la documentación, por lo que la nueva normativa va a evitar que mucha gente tenga que pasar por hormonaciones y cirugías para hacer la transición legal”, detalla Ferrández. A este respecto, descarta que endurecer los controles psicológicos sea una solución efectiva, ya que, señala, “fallan constantemente, como se vio en este mismo caso”, debido a que, asegura, “lo trans no es algo que se pueda diagnosticar, y la terapia del cuestionamiento solo consiste en despreciar el testimonio de la persona sometiéndola a estereotipos y violencias”.