El repicar de una nueva generación

Campaneiros de Galicia, creada este año, celebra la declaración de la Unesco con un toque especial en Santiago el 30 y 31 | Su socio gallego más joven es el vigués Mateo Vázquez, de 16 años,encargado de la campana de la Concatedral de Vigo

Mateo Vázquez en el campanario de la Concatedral de Vigo.

Mateo Vázquez en el campanario de la Concatedral de Vigo. / MARTA G. BREA

No llegaba a los tres años cuando el vigués Mateo Vázquez visitó la Catedral de Notre Dame, en París, –mucho antes de que el fuego la devastara– y lo tuvo claro: quería ver las gárgolas de cerca y tocar una campana. Junto a sus padres, le cumplieron el gusto y se empezó a fundir en él una vocación que ahora se ha solidificado.

Vázquez cumple ahora un año siendo el campanero de la Concatedral de Vigo cuyas campanas llevaban décadas sin tocar manualmente, solo siendo accionadas por un dispositivo automático.

Este estudiante del Politécnico, de 16 años de edad, es el integrante gallego más joven de la Asociación Campaneiros de Galicia –nacida en este 2022– aunque hay otro asociado menor (13 años) pero de fuera de la Comunidad, concretamente, de El Bierzo. Ver a Mateo dar los toques es un espectáculo. Es capaz de hacer sonar cuatro campanas a la vez, al tiempo que controla las melodías y la historia de cada una.

Desde la Asociación Campaneiros de Galicia están felices con la savia joven que está empezando a llegar a los campanarios del país pero también porque recientemente la Unesco declaró el toque manual de las campanas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Para celebrarlo, el colectivo ha cogido impulso para que los días 30 y 31 en la Catedral de Santiago de Compostela se produzca un hito: que vuelvan a sonar de forma tradicional, a mano, las campanas del templo para celebrar –en la primera jornada, en la que tocará Mateo Vázquez– la Traslación del Apóstol y en la segunda el remate del Año Santo.

“El día 30 en la Catedral durante 20 o 25 minutos sonarán de forma festiva las campanas por orden para tocar todas al unísono al final repartidas en 17 útiles repartidas entre las 14 del campanario de las Campanas; dos en la de A Berenguela y otra en el techo del templo cerca del cimborrio, a las que se sumarían tres del claustro que están rotas”, explica José Andrés Barreiro, presidente de Campaneiros de Galicia. Para la jornada del 31, cuando se cierre la Puerta Santa, repetirán repertorio salvo algunas variantes de repeniques que “variarán ya que cada campanero los tocará según la zona de Galicia de la que proceda”, aclara.

Barreiro subraya que “será la primera vez en muchos años en los que las campanas de la Catedral sonarán específicamente para la liturgia, exceptuando grabaciones específicas como una para Luar na Lubre”.

José Andrés Barreiro, presidente de Campaneiros de Galicia.

José Andrés Barreiro, presidente de Campaneiros de Galicia.

El presidente de Campaneiros de Galicia agradece el reconocimiento de la Unesco a su arte: “Es un regalo, nos da más visibilidad, un reconocimiento al trabajo o afición que tenemos muchos. No solo son instrumentos que hoy en día estorban a mucha gente sino que es un bien que se está perdiendo con cada campanero que muere y con el que se pierde un patrimonio sonoro increíble. Las campanas avisaban de todo: alegrías, tristezas, catástrofes...”.

José Andrés Barreiro confía en que se logre salvaguardar esta tradición. “Nosotros nacimos como asociación este año para salvar estos toques. [que en la mayor parte de las iglesias son automáticos e idénticos]. Tenemos que hacer un archivo de patrimonio sonoro documentándolo y transmitiéndolo para que no se pierda”, explica este joven que empezó como campanero cuando preparaba la Confirmación.

El idilio con las campanas del olívico Mateo Vázquez empezó mucho antes. Además de la anécdota de Notre Dame, recuerda que cuando era pequeño “mis padres me ponían vídeos de campanas tocando y cuando me lo quitaban empezaba a llorar. Después, un día en la Pobra do Caramiñal, donde estaban mis abuelos, dejaron las cuerdas colgadas de las campanas hasta el suelo. Mi abuelo me dijo que yo tirara de una, que él tiraría de la otra. Debía tener tres años. Esa fue mi primera experiencia con una campana” a la que seguiría un aprendizaje de ritmos que tomó de un campanero en Boiro y viendo vídeos en YouTube.

Ahora, es el campanero de la parroquia de la que es oriunda su familia en Caramiñal, en la Concatedral, Iglesia de Alcabre y Coia en Vigo además de otras 30 feligresías de Galicia. “Es un buen currículum y sigue aumentando. El tocar las campanas de forma manual se está poniendo de moda y hasta me han ofrecido ir a Ortigueira”, añade.

Cada vez que empieza en una nueva parroquia a tocar, investiga en internet si hay vídeos de los toques manuales anteriores a los automáticos. Si los encuentra, los estudia, para reproducirlos.

Mateo Vázquez en la Concatedral de Vigo.

Mateo Vázquez en la Concatedral de Vigo. / MARTA G. BREA

En su caso, no pide cobrar por los toques, aunque reconoce que en muchas ocasiones le dan dinero, sobre todo, cuando se trata de un entierro o un ‘cabo de ano’. “Prefiero que me den un dulce aunque lo que más me gusta es que me den las gracias”, concluye con sinceridad este joven estudiante de primero de Bachillerato de Ciencias Biológicas. “Mi idea es estudiar Fisioterapia”, confiesa.

Ante la cuestión de si una vez sea universitario o ya titulado dejará los toques de las campanas, Mateo lo tiene muy claro: “No temo dejarlo porque aunque sea en vacaciones iré. La gente de las parroquias me dice que ahí tengo el puesto. Yo creo que con organización podré llevarlo bien aunque en temporada de exámenes tendré que prescindir un poco”.

A Vázquez, lo que más le gusta es repicar, aunque también se muestra muy feliz cuando toca una muiñeira, jota o vals a los vecinos. Desde el campanario de la Concatedral de Vigo, se le ve exultante.

Son ocho campanas, seis de uso litúrgico que tocan para las misas, procesiones o si muere alguien y después hay otras dos que eran las tradicionales de las horas. Cada uno de los dos campanarios tiene dos pisos. Hay una de 1782 a la que le tengo cariño porque está dedicada a Santa Bárbara, la patrona de los campaneros. Seguro que tocó en la [primera] Reconquista. Después, la grande de todo parece la Berenguela. Antes, casi nunca sonaba. La escuché por primera vez cuando la toqué. Tenemos una Berenguela en Vigo y no lo sabemos. Me sorprendió. Pesa una tonelada y aguanta la vibración tres minutos cuando las típicas de 200 kilos soportan dos”, remata.

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