22 de octubre de 1988: visita Real en Mallorca. La isla era una de las paradas de la visita oficial a España de la monarquía británica. La reina Isabel II de Inglaterra y el duque de Edimburgo desembarcó en la isla haciendo gala de su proverbial invisibilidad. La llegada del Britannia al dique del Oeste concentró a numeroso público. La climatología, pese a ser otoño, era plenamente veraniega. Recibieron a la reina y a su marido, don Juan Carlos y doña Sofía, que subieron a bordo para poco después abandonar el puerto para recorrer la costa de poniente de la isla: una rápida excursión por Camp de Mar, la Mola y el Port d’Andratx. A la vuelta, los dos matrimonios almorzaron en Marivent y por la tarde visitaron Valldemossa para recorrer parte de la Serra de Tramuntana. En concreto, hicieron una parada en Son Marroig con la intención de que Isabel II y el duque pudiera contemplar Sa Foradada y la espléndida panorámica que ofrece durante el atardecer. “Pero la visita duró escasos minutos, ya que nadie se apeó del automóvil”, recoge la noticia de este periódico. Por último, hubo otra vuelta en coche por el centro de Palma. Un recorrido que abarcó la Avenida Jaime III , el paseo del Born y el Passeig Marítim.

El la Reina y duque de Edimburgo pudieron admirar desde el yate real británico la Dragonera y la bahía de Palma, pero también una pintada en el muro del rompeolas del dique, “Gibraltar español” en rojo. Las crónicas de la época describen a un elegante príncipe Felipe enfundado en un pantalón marrón y zapatos deportivos.

Al día siguiente, el 23, el Fortuna se sumó al Britannia, una singladura conjunta les llevó hasta Cabrera. En el yate español, a cuyos mandos iba don Juan Carlos, se encontraban Isabel II, doña Sofía, el duque de Edimburgo, los duques de Badajoz e Irene de Grecia. El Rey les mostró la cueva azul y otras bellezas del archipiélago. A la vuelta a Mallorca, les aguardaba otro recorrido por la zona de Es Trenc y la costa de S’Avall.

No dio mucho más de sí la visita real británica a Mallorca. El día 24, hacia las once de la mañana, Isabel II y Felipe de Edimburgo se despidieron “sonrientes y felices por el trato recibido”, destacaron las crónicas. La despedida se realizó en la base aérea de Son Sant Joan. Los Reyes de España y los británicos fueron recibidos por el Marqués de Mondéjar, jefe de la Casa del Rey. Después, don Juan Carlos presentó a la reina y al duque a las autoridades isleñas que se encontraban en las pistas. Entre ellas cabe citar al presidente del Govern por entonces Gabriel Cañellas; al presidente del Parlament Jerónimo Albertí; al alcalde de Palma Ramón Aguiló y al comandante general de Balears, José Valdés Rodríguez-Roldán.