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Letizia reconquista Mallorca

La reina se ha mostrado durante sus vacaciones en la isla más cercana que nunca - Su apuesta por la moda balear en cada una de sus salidas, un punto a favor - En el debe, su no presencia en el Club Náutico de Palma en un momento delicado para esta entidad

Un momento divertido con su hija Sofía por Palma. Manu Mielniezuk

Fue durante la recepción en el palacio de Marivent, que abría sus puertas por primera vez a la sociedad civil de las islas en un evidente intento de aplacar las críticas sobre el “elevado” coste a cargo de los presupuestos del mantenimiento del palacio, cuando doña Letizia confirmaba lo que periodistas y fotógrafos que siguen habitualmente a la Familia Real ya sospechaban. Cada verano se siente más cómoda en la isla; tan a gusto confiesa sentirse la reina que las «vacaciones privadas» en un destino desconocido no se iban a producir porque la intención era apurar al máximo los días de descanso sin agenda en Mallorca. Aunque no hay constancia de cuándo los reyes y sus hijas abandonaron el archipiélago balear -probablemente lo hicieran a mediados de esta semana- sí la hay de que, más allá de sus posados oficiales y salidas gastronómicas anunciadas con tiempo suficiente como para poder ser inmortalizadas, los cuatro han compartido jornadas marineras muy privadas a bordo del barco de unos amigos, han organizado veladas en Son Vent con sus fieles -entre ellos, con Pilar, la mujer de Jaime Anglada-, y han aprovechado para estrechar lazos. También Leonor y Sofía han podido compartir tardes de piscina con otras jóvenes de su edad, entre ellas, las nietas del matrimonio Radziwill Frucheaud, íntimos de la emérita Sofía, que se trasladaron desde Cala d’Or con sus abuelos hasta Marivent para pasar el día con la princesa y la infanta. Ese «paraíso en la tierra» que es Mallorca, tal y como declaró Felipe VI hace unos años a los reporteros, parece que comienza a ganarse también un hueco en el corazón de la reina.

Salida para una cena familiar en la zona del Portitxol. | BALLESTEROS/EFE

No hay nada de espontáneo e improvisado en la Casa. Cada gesto, cada detalle y cada prenda del vestuario están perfectamente estudiados. También los eventos a los que acude la esposa del Jefe del Estado, donde el fondo y la forma se tienen muy en cuenta. Y es evidente que los esfuerzos pasan ahora por restablecer entre Letizia y el pueblo balear una relación de cariño que ha tenido a lo largo de los últimos años sus altibajos. No es casualidad que desde que Letizia es reina y ha podido moldear y marcar una agenda propia, más ligada a sus gustos personales, haya encontrado en el Atlàntida Film Festival, que ha inaugurado y clausurado ya en 3 ocasiones, la excusa perfecta para ganarse el aplauso del sector cultural y artístico de las islas. Siempre que finaliza la entrega de premios y el concierto posterior, alarga su presencia en el evento para charlar con organizadores y protagonistas. Y si no, que se lo pregunten a la actriz, directora y guionista Leticia Dolera, por ejemplo, que no pudo evitar dar saltitos de alegría tras charlar durante unos minutos con la reina en La Misericòrdia el domingo 31 de julio. De la satisfacción personal que Jaume Ripoll, CEO de Filmin, siente por contar edición tras edición con el cariño de la reina, se ha escrito mucho ya.

En la visita de la Familia Real a Valldemossa, la reina se dejó fotografiar y habló con el público. | B. RAMON

Fue, sin embargo, en la primera aparición oficial de la Familia Real al completo en Valldemossa, cuando ese intento de (re)conquista de Mallorca por parte de doña Letizia fue más que evidente. Se esperaba el protagonismo de la heredera y su hermana y, sin embargo, la reina brilló. Contribuyó, evidentemente, la falda que el diseñador Pablo Erroz le había confeccionado en exclusiva, pero también las ganas que puso la mujer del Rey en hablar con el numeroso público que abarrotó las calles en torno a la Cartoixa. Conocía muy bien la riqueza cultural y patrimonial del entorno, pero también cómo ganarse el cariño de los locales. Así lo explicaron Antonia y Margalida, propietarias del tradicional horno y pastelería Can Molines que visitaron los reyes y sus hijas y donde doña Letizia se interesó por la elaboración de la coca de patata. También fue muy atenta con el personal de Son Moragues, de Bruno Entrecanales. No compró nada, pero sí dejó claro su conocimiento del producto local. Y otra señal más de esa nueva Letizia: la visita a Valldemossa iba a durar en torno a una hora y media y se alargó muchos minutos más. La reina se hizo fotografías con todo aquel que se lo pidió, escuchó anécdotas sobre sus suegros de los más veteranos del pueblo y explicó a Leonor y Sofía algunas de las características de La Cartoixa porque “ya habíamos estado aquí antes”, se oyó decirle a sus hijas. El ritmo de esa excursión lo marcó ella en todo el momento.

En Marivent, Letizia se mostró cómplice con la reina emérita. | BALLESTEROS/EFE

La siguiente de las citas oficiales se produciría en Marivent, donde se produjo el momento que confirmaría la intención de alargar su estancia en la isla más allá de los diez días previstos. Se lo dijo a directores de medios de comunicación que allí se encontraban, pero también a otros invitados. A Charo Ruiz no solo se lo insinuó en un tono muy cariñoso, sino que también le reconoció lo bonito del vestido que estrenaba ese día y del que hizo partícipe a la reina doña Sofía, explicándole que ella era la autora. “La emérita me dijo que Letizia estaba muy guapa”, contó después la diseñadora eivissenca. No es baladí que la moda le esté sirviendo a la esposa de Felipe VI como una de sus mejores y eficaces estrategias: proyecta la marca local a nivel nacional e internacional y la gente la siente más cercana. Porque no solo fueron Pablo Erroz y su estampado Ikat, ni solo fue el vestido con escote barco de Charo Ruiz. Hubo muchos más: joyas de la mallorquina Isabel Guarch, bolsos de Feel Mallorca y alpargatas de Espardenyes Torres.

En el Atlàntida Film Festival aprovechó para charlas con artistas y organizadores. | GUILLEM BOSCH

Si Mallorca fue el escenario del rifirrafe durante la misa de Pascua entre doña Letizia y doña Sofía, Mallorca sigue siendo el escenario de los actos de reconciliación. Para ganarse a los mallorquines hay que demostrar el cariño a la emérita, la gran defensora de la isla y del palacio de Marivent. Muy cómplices se las vió a ambas durante la recepción a la sociedad civil y en esa cena no comunicada pero sí filtrada en el restaurante Ola de Mar de Portitxol. La prueba de fuego llegó realmente el domingo 10 de agosto, con Felipe VI de viaje a Colombia para asistir a la toma de posesión de Gustavo Petro. Para sorpresa de paparazzis, la reina cogió a todas las mujeres de la casa y se las llevó de cena. Sorprendió la elección -el Beatnik, en sa Llotja- pues era la primera vez que acudían por la zona, pero el paseo por el lugar y esa parada en el mercadillo artesanal del paseo Sagrera, con su suegra del brazo, fue lo que puso el broche perfecto a la escenografía estival, más allá de esa última aparición en familia por las céntricas calles de Palma con la excusa de admirar la reforma del edificio de Can Forteza Rey.

En el debe, eso sí, su ausencia en el Real Club Náutico de Palma. Por dos veces estuvo anunciada off the record la visita pero nunca se produjo, bien por el excesivo calor, bien porque la regata se retrasó algunas horas durante dos jornadas por la falta de viento y obligó a cambiar los planes. Lo cierto es que desde 2018 la reina y sus hijas no fallaban en su apoyo a Felipe VI durante la competición y lo vinieron a hacer justo cuando la Copa del Rey de Vela Mapfre celebraba su cuarenta aniversario, coincidiendo además con un momento muy delicado para el Club, cuando está en riesgo su continuidad al caducarle la concesión en el puerto de Palma. Si en su plan de reconquista se incluirá en próximos años la náutica está por ver.

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