En apenas cinco días el fuego ha devorado más hectáreas en la Comunitat Valenciana que en toda la década anterior. Solo los dos incendios más virulentos, los declarados en la Vall d’Ebo el domingo y en Bejís el lunes, ya han calcinado casi 30.000 hectáreas, 10.000 más que las quemadas desde 2013 en la autonomía. Según la última actualización disponible del servicio de gestión de emergencias de la Unión Europea, en lo que va de año las llamas han arrasado más de 33.000 hectáreas, un 1,3% de toda la superficie del territorio valenciano. Así, y a falta de semanas para que termine la temporada de riesgo, este 2022 es ya el segundo año más devastador en materia de incendios forestales del siglo en la C. Valenciana, solo por detrás del fatídico 2012, cuando ardieron casi 60.000 hectáreas, la gran mayoría por los fuegos de Cortes de Pallás y Andilla.

Evacuación de los vecinos de Bejís por el incendio forestal

Evacuación de los vecinos de Bejís por el incendio forestal E. P. M.

La alerta era máxima a las puertas del puente de agosto y se han cumplido las peores previsiones. Las olas de calor extremo que ha encadenado la autonomía desde el inicio del verano han ido creando un caldo de cultivo explosivo en los montes. De hecho, la Generalitat cerró todos los parques naturales para minimizar riesgos. Pero no fue suficiente y la llegada del poniente, que resecó más el ambiente, un repunte de esas máximas por encima de los 40 grados y las tormentas secas fueron la chispa que terminó por prender de norte a sur la Comunitat Valenciana.

Pero los expertos advierten de que el drama del fuego que sufre la autonomía este verano no es solo achacable a las altas temperaturas que trae consigo el cambio climático. El decano del Colegio Oficial de Técnicos e Ingenieros Forestales de la Comunitat Valenciana, Juan Manuel Batiste, apunta como "factor fundamental" la cantidad de vegetación que se acumula en los montes tanto por unas tareas de prevención deficientes como por los efectos de la despoblación, que hace que la maleza gane terreno donde antes había cultivos que ejercen como cortafuegos.

El cambio climático agrava los incendios, pero los expertos ven la despoblación como clave de su mayor voracidad

"Por encima del cambio climático, el factor fundamental para que se produzcan estos incendios es la cantidad y la calidad de materia vegetal que hay en el monte", desarrolla Batiste, que lo vincula con ese éxodo que sufre el mundo rural. Sobre la cantidad de vegetación, explica que desde hace tres décadas la Comunitat Valenciana aumenta su suelo forestal a razón de 3.300 hectáreas al año a costa de terrenos de cultivo abandonados. "Donde antes había un campo, que en estos casos actúa de cortafuegos, ahora hay un pinar. Esa barrera que protegía las zonas urbanas ha desaparecido", lamenta.

Imagen tomada este jueves en Alcublas que muestra el papel de los cultivos como cortafuegos. Rober Solsona

Y la segunda clave es la calidad de esa vegetación. Según los cálculos del responsable de los ingenieros forestales valencianos, además de la superficie de monte también aumenta la densidad de la misma. En concreto, el Colegio de Ingenieros Forestales estima que la Comunitat Valenciana incrementa su área arbolada en 6.800 hectáreas anuales.

Bomba energética inextinguible

Cada trozo de madera que se acumula en el monte es biomasa que se va almacenando y que libera energía al arder. Así, grandes acumulaciones de esta hacen incontrolables los fuegos que se originan en esos puntos. Batiste asegura que no es casualidad que ahora arda por el incendio de Bejís buena parte de lo que ya se quemó en 2012. "Las comarcas del Alto Palancia, el Alto Mijares y la parte que linda con la Calderona son de las zonas con más biomasa muerta (ramas secas, piñas, hojas...)", asegura el experto.

Zonas como la de Bejís cuadruplican el nivel de biomasa a partir del cual se generan fuegos que no se pueden extinguir

Según el forestal, todo espacio en el que se superen las 10 toneladas de biomasa muerta por hectárea provoca lo que técnicamente se llama "fuego fuera de la capacidad de extinción". Es decir, que por más medios humanos y técnicos que se destinen, no hay forma de apagarlo. Y en esas zonas se llega a multiplicar "por tres o por cuatro" esa proporción, según el representante forestal.

Estos dos incendios ya son dos de los más graves del siglo en toda España, donde este 2022 se están superando los peores registros con casi 300.000 hectáreas quemadas por el fuego. En el plano autonómico solo los superan los de 2012 en Cortes de Pallás y Andilla. Estos cuatro son los únicos que han superado en ese plazo la barrera de las 10.000 hectáreas, una cifra simbólica que los expertos advierten de que se alcanzará con más asiduidad si no se intensifican las tareas de prevención.