Disponer de un local en primera línea de mar es un reclamo indiscutible para atraer clientela. Ahora bien, lo que es garantía de éxito es que sus responsables cuenten con una trayectoria reconocida y apreciada por sus parroquianos y quieran mantenerla. Esto es lo que pasa en S’Oratge Mar, un restaurante abierto hace poco más de un año en sa Ràpita cuyos creadores se labraron una excelente reputación en su primer local, también llamado S’Oratge. «Tenemos mucho respecto a este nuevo proyecto porque hemos pasado de ser una plantilla de seis a unas veinte personas», comentan Ainhoa y Joan. La luz que desprenden sus ojos refleja sinceridad, compromiso y sabia experiencia. Ahora, 11 años después de abrir su primer restaurante, a escasos metros del actual, afrontan este segundo año en S’Oratge Mar pisando fuerte. Ainhoa, antes en la cocina, ha dejado paso a Lotfi, llamado cariñosamente Tochi, para ofrecer un abanico más amplio y trabajado de platos. Nació en la localidad amazigh de Nador (Marruecos), se formó en Sevilla y hace seis años aterrizó en Mallorca. Aquí ha cursado los estudios de alta cocina en la Escola d’Hoteleria de les Illes Balears, ha trabajado en Cassai (Colònia de Sant Jordi) y ha compartido fogones con Víctor García (hotel Cap Rocat) y Santi Taura. A Joan y Ainhoa les encantó su forma de trabajar y cocinar, por lo que lo ficharon.
Su propuesta culinaria abarca desde los desayunos, con zumos naturales y tés hechos al momento, hasta las cenas. El 70% del producto procede de la isla y su estilo puede definirse como fresco, equilibrado y con toques internacionales. Entre sus propuestas, cabe destacar los rollitos de espárragos envueltos en jamón serrano y servidos con una salsa suave de queso de Menorca y una reducción de licor de palo. También destaca el bacallà daurat, un revuelto de huevos con bacalao desmenuzado, polvo de aceituna negra y patata paja. Otras propuestas son el tártaro de salmón con mango y wasabi, el solomillo con calabaza caramelizada o los arroces, como el de verduras, del que unos clientes comentaron que estaba muy rico. De postres, me quedo con el coulant con helado de plátano.
Dado que por la noche encontrar reserva es complicado, les recomiendo disfrutar de la comida y de las vistas a mediodía, especialmente desde el primer piso, con una envidiable panorámica, una brisa refrescante y, si el tiempo lo permite, con Cabrera como acompañante.